Es uno de los más reconocidos intérpretes y un explorador incansable con una visión de la música popular, y a contracorriente. Malikian ha sido nominado a los Premios de la Música de este año por su trabajo «No Seasons»; es partícipe de la banda sonora de la película «Pájaros de papel» de Emilio Aragón, que se estrenará el próximo marzo; a parte de una discografía ineludible, ha colaborado con multitud de artista, como en los últimos discos de Clara Montes y Sole Giménez; y además de otros espectáculos dirigidos a los niños y a rescatar la música popular armenia, está a punto de iniciar una nueva gira internacional con «PaGAGnini», que cuenta ya con más de 500 representaciones.
Dicen los exertos que el mejor aceite es el de las aceitunas de secano, porque al tener menos agua concentran mucho más la esencia. ¿Cree que las dificultades en su trayectoria le han permitido desarrollar más su música? No se en que medida esto ha hecho mi carrera diferente. No creo que haya tenido especial trascendencia. Aunque cuando llegué a Alemania no era nadie, ni tenía nada, así que tuve que trabajar el triple que mis compañeros. Tal vez eso sí me ha hecho correr más por obligación. Alguna vez ha hablado del valor del método Suzuki, frente a la educación occidental, ¿por qué? Realmente nunca lo he seguido, pero por lo que yo sé es un método fantástico. Es mucho más divertido que el método occidental, basado en aprender notas y hacer ejercicios que a los niños les resultan más aburridos. El método Suzuki se basa en aprender la música con el oído y tocando melodías. Es un método más sano, aunque el resultado sea el mismo porque tarde o temprano hay que hacer ejercicios y desarrollar la técnica. El problema es que, por ejemplo, con el violín, que es un instrumento maravilloso, hay que hacer que el niño disfrute los primeros años cuando el instrumento todavía no suena. A veces los niños se aburren con la teoría pura y dura. Yo aprendí a tocar con canciones tradicionales armenias, es decir, el método Suzuki sin saber que lo era. A veces el método occidental parece ridículo porque para tocar un instrumento hay que aprender antes mucha teoría. Cuando critica la formación musical que busca educar solistas exclusivamente, sacar virtuosos, ¿es porque deja a un lado la formación de un músico completo? Hay que formar músicos completos y también necesitamos aficionados. Es que no siempre uno tiene que estudiar un instrumento para ser solista. A muchos profesores, hoy en día, lo que les interesa es formar gente que les pueda dar renombre y reputación a ellos mismos. Pero la música es mucho más. En las academias se forma solo en una sola dirección, “aprende dos conciertos, alguna sonata, y vete a buscarte la vida”. Y no tiene que ser así. ¿Qué le hizo quedarse a vivir en España? Cuando descubrí España redescubrí una nueva manera de vivir que a mi me encajaba más: los horarios, la calidad de vida, la comida… parecen cosas tontas pero son importantes para el estilo de vida. Ha mostrado un interés creciente con el flamenco, en varias colaboraciones y grabando con el guitarrista José Luis Montón. ¿En que medida está relacionado con sus raíces?, ¿qué ha encontrado en el flamenco? Hoy en día no hace falta vivir en un sitio para conocer un estilo de música. Cuando llegué a España me enamoré del flamenco aunque no vine por eso. El flamenco es una de las músicas más mestiza que existe. Tiene miles de inspiraciones que le permiten dialogar con todo tipo de música. Yo me metí de forma intuitiva y eso es lo que hay que hacer. Hay que disfrutar, lanzarse y probar cosas. ¿Por qué la música clásica ha estado restringida para una élite?, porque la música clásica también se ha desarrollado bebiendo de la cultura popular, como el Romanticismo del siglo XIX y la reconstrucción de la tradición del folclore popular ¿a qué cree que se ha debido ese aislamiento antinatural? Se debe a la ignorancia y la arrogancia del mundo de la música clásica. La primera culpa la tenemos los intérpretes aunque ahora se está cambiando mucho, acercándose a muchas otras culturas. Durante muchos años, y parece que nadie sabe por qué, se veía mal cada vez que te acercabas a otro tipo de música, como si fuera un insulto. Esto ha hecho mucho daño, pero esperemos que se recupere y se sepa que los grandes compositores se han inspirado en el folclore popular. Brahms, Schuman… apreciaban mucho lo popular. No se por qué se hizo tan elitista. ¿De ahí le viene su admiración por Pablo Sarasate…? Absolutamente. A él le criticaron mucho por inspirarse en la música popular en una época en que nadie lo hacía. Por eso Sarasate es un compositor del futuro y no del pasado. Con su programa en televisión contribuye a la divulgación de la música clásica, pero ¿no cree que se ha creado la conciencia de que es una música para entendidos o gente con alto nivel cultural, restringiendo su acceso? Claro. No creo que haya que tener condiciones previas para apreciar la música clásica. Aún teniendo cada uno sus gustos, yo no he conocido a nadie que no le guste la música clásica. Hay que acercarla a los niños para que como mínimo la conozcan. No hay que ser un entendido para disfrutarla. Es un absurdo. Porque la elitización no se ha reflejado en que no se divulgue, sino en que se impida su conocimiento… Sí. Es como si se dijera “si no tienes formación ¡ni te acerques!”. Tiene una relación admirable con los niños como profesional, porque es algo atípico en este ámbito, y más en músicos de su calidad y prestigio… Bueno, es un proceso recíproco. Yo empecé con los niños hace 15 años y ahora no puedo prescindir de ellos. Ellos aprenden de mi, pero yo he aprendido muchísimo más de ellos. He aprendido a cómo actuar en el escenario, cómo moverme… he cambiado mi actitud y mi manera de tocar para los adultos también. Es algo que no puedo dejar. ¿Qué es lo que le ha hecho cambiar? Yo antes creía que la música era algo muy complejo, muy difícil de entender. Algo que había que estudiar y canalizar para saber interpretarlo. Pero he descubierto que es al revés, primero hay que disfrutarlo. Como cuando uno se endiosa o alguien prepara una actuación como algo muy intelectual. Desde que toco para niños ya no pienso así. Hay que prepara un concierto lo mejor posible, pero lo más importante es cómo la música fluye hacia la gente que te escucha. ¿Qué ha querido transmitir y a que se debe el enorme éxito de “Pagagnini”? Combinamos dos cosas sin las que la gente no puede vivir: la música y la risa. Es un concierto y una obra de teatro, dos cosas en una. Ofrecemos música y humor. No hacemos una crítica social o al mundo de la música clásica, es algo mucho más inocente. Nos reímos de cosas de la música clásica, como personajes que hemos encontrado en muchas orquestas… Somos cuatro músicos que aunque hagamos el payaso mantenemos el nivel de la música lo más alto que podemos y hacemos reír. Llevamos más de 500 actuaciones y ahora nos espera una gira muy potente en el extranjero