La financiación de la ultraderecha

El dinero sucio de VOX

Vox se creó gracias a esas extrañas donaciones, que comenzaron a llegar el mismo día que se legalizó

VOX no recibió sólo dinero “sucio” iraní para financiar su campaña electoral a las europeas de 2014, como se dijo en un principio, sino para levantar la organización desde la nada, pagar sedes y nóminas y hacerla emerger. Más de un millón de euros llegaron a la caja de VOX como donaciones procedentes de un oscuro grupo de la oposición iraní, haciendo posible la creación prácticamente ex-nihilo de este grupo que se ha convertido, tras las pasadas elecciones andaluzas, en una posible clave de la futura arquitectura política y parlamentaria española.

Nuevas investigaciones del diario EL PAÍS (el periódico que sacó a la luz hace unas semanas el tema de la financiación exterior de VOX) han arrojado nuevas y poderosas sombras sobre el papel que el dinero de procedencia iraní jugó en la aparición y puesta en marcha de la nueva organización ultraderechista que todas las encuestas, a día de hoy, erigen como una posible fuerza clave en la futura arquitectura política española, después de que sus doce escaños sirvieran días pasados para quitar la Junta de Andalucía al PSOE, tras 38 años consecutivos de poder socialista, y entronizar un gobierno presidido por el PP.

Según las nuevas investigaciones, VOX no sólo recibió los 800.000 euros que se barajó inicialmente para financiar la campaña de las elecciones europeas de 2014 (y en las que era cabeza de cartel el exdirigente del PP Vidal Quadras, que durante su periodo como vicepresidente del Parlamento Europeo tejió sus lazos con el grupo opositor iraní), sino que dicha cantidad ascendió a casi 1.250.000 euros, con los que se pagó no solo dicha campaña, sino que se costeó también el día a día del partido ultra desde su creación hasta la celebración de esos comicios. Gastos como la fianza y el alquiler de la céntrica sede de la formación en la calle Diego de León de Madrid, los salarios de la plantilla, el sueldo del líder, Santiago Abascal —que en 2014 ocupaba el cargo de secretario general—, y la compra de muebles y ordenadores corrieron a cargo del caudal económico extranjero, que llegó a las cuentas de VOX en forma de donaciones particulares de ciudadanos iraníes en el exilio, desde 15 países distintos (Alemania, Suiza, EEUU…). Todos ellos eran miembros o simpatizantes del CNRI (Consejo Nacional de la Resistencia de Irán), una organización  que hasta 2012 estuvo en la lista de grupos terroristas de USA, pero que desde entonces ha encontrado el cobijo de muchos gobiernos y organismos del mundo occidental.

Según las nuevas informaciones, el dinero comenzó a llegar a las arcas de VOX el mismo día de la legalización del partido, de modo que no puede hablarse sino de que el partido se levantó y comenzó a edificarse con ese dinero desde el primer día.  La realidad es, por tanto, que el partido se puso en marcha gracias a esas “donaciones”: con ellas se alquiló la sede de Madrid, se pagaban los sueldos de la gente, incluido el del propio Abascal y se compraron los ordenadores y las mesas de trabajo. Entre diciembre de 2013 (en que el partido se inscribe en el Ministerio del Interior) y abril de 2014 (en que tiene lugar la campaña electoral), VOX recibe casi un millón de euros de los seguidores del CNRI, con los que el partido inicia su construcción.

¿Y qué justifica que cientos de exiliados iraníes, de quince países distintos, se rasquen el bolsillo con tan extraña unanimidad para organizar un partido de extrema derecha en España? ¿Un gesto de agradecimiento a Vidal Quadras por el apoyo que les dio en el pasado? ¿Una inversión de futuro con vistas a que un partido racista y antiinmagración les dé cobertura internacional?

Quizá para contestar a esta pregunta convenga traer a colación aquel escándalo del Irán-Contra de la época Reagan, cuando la CIA vendió secretamente armas al Irán de Jomeini durante la guerra Irán-Irak para obtener fondos con los que financiar la guerrilla de la Contra en Nicaragua destinada a acabar con el régimen sandinista. Este es el tipo de operaciones “encubiertas” típica del imperialismo americano. Utilizar una tapadera, por absurda e increíble que parezca (que exiliados iraníes financien a VOX suena casi a chiste de una película de Almodóvar), para llevar a cabo proyectos y políticas destinadas a desestabilizar o controlar un país.

Hasta ahora, VOX había sido un relativo fracaso. Pero la llegada a la Casa Blanca de la línea Trump, la estrategia que encabeza  Steve Bannonn (el ideólogo de Trump) para unir a todas las fuerzas de la extrema derecha europea, y el eco que en toda una Europa desencantada por la crisis está teniendo la demagogia sobre la inmigración, han hecho que el muñeco cobre auténtica vida. La inversión comienza a dar sus frutos. Ahora los Bannon y Trump, ya tiene también su juguete en España con el que intentar derribar a la UE, su gran objetivo.

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