La creación de las fuerzas de reacción rápida de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, alianza militar postsoviética que impulsa Rusia a imagen y semejanza del desaparecido Pacto de Varsovia) se formalizó aquí este domingo en medio de un escándalo que ensombreció la ceremonia de firma del respectivo acuerdo.
En último momento, el residente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, canceló su viaje a Moscú en señal de protesta por lo que califica de abierta discriminación económica de su país por parte de Rusia y el presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, no suscribió el documento al tener serias dudas sobre las funciones y competencia de las fuerzas de reacción rápida. En otras palabras, dos de los siete miembros de la OTSC rompieron el consenso que, tras cuatro meses de intensas negociaciones diplomáticas, se alcanzó dos semanas antes, cuando se fijó fecha para la firma en esta capital.La ausencia de Lukashenko pone de relieve el deterioro de su relación con el Kremlin, que viene gestándose desde que Moscú aumentó en 2007 el precio del gas ruso y que se agravó drásticamente el mes pasado al congelar Rusia un crédito de 500 millones de dólares a Bielorrusia. Esto provocó un ataque de cólera de Lukashenko contra el ministro de Finanzas ruso, Aleksei Kudrin, al tiempo que exigió a los miembros del gobierno bielorruso no humillarse más y dejar de ir a Moscú con la mano extendida. Lukashenko señaló que el Kremlin le negó el préstamo porque rechazó reconocer la independencia de Osetia del sur y Abjazia.Unos días después Rusia impone trabas a la importación de productos lacteos de Bielorusia.La llamada «guerra de la leche» afecta a 1300 productos y oficialmente se debe a razones técnicas, ya que Moscú decidió exigir requisitos documentales vigentes desde principios de año pero no aplicados hasta ahora. La medida es un duro golpe para la industria láctea bielorrusa, el grueso de cuyas exportaciones (un 93%) va a Rusia y supone 1000 millones de dólares de beneficios. . El primer ministro de Rusia, Vladimir Putin, aseguró el 11 de junio que el litigio comercial quedó resuelto, pero hasta el momento el mercado ruso sigue cerrado para los lácteos bielorrusos.En este contexto, la oficina de prensa de Lukashenko emitió un duro comunicado: «La economía es la base de nuestra seguridad común. Pero, si el aliado más cercano a Bielorrusia en la OTSC intenta destruir esta base y de hecho poner a los bielorrusos de rodillas, ¿cómo se puede hablar de consolidar la seguridad colectiva en el espacio de la OTSC?», cuestiona en su parte medular.Para Lukashenko, carece de sentido debatir asuntos de seguridad militar cuando está amenazada la seguridad económica de Bielorrusia, que sufre discriminación económica por parte de Rusia. La leche bielorrusa es más barata que la rusa y sus exportaciones se han disparado en más de un 30% en lo que va de año, siendo una molesta competencia para el lobby lácteo ruso. Mientras unos consideran que la medida es proteccionista, otros la atribuyen a razones políticas y personales, en concreto una virulenta polémica entre dirigentes de ambos países sobre la solvencia de las finanzas bielorrusas. Según Leonid Zaíko, director del centro Estrategia de Minsk, la medida es un «arma geoeconómica» peligrosa. «La producción de leche en Bielorrusa es una estructura ramificada que abarca 180 distritos, así que si Rusia se niega a importar, se puede producir un colapso financiero, porque los campesinos y las empresas agrícolas se quedarán sin ingresos», explicaba el experto. El campo es considerado la base de poder de Lukashenko, que en el pasado fue dirigente de una explotación agrícola.Tampoco ha gustado en Moscú el acercamiento de Bielorrusia a la Unión Europea, con quien firmó en diciembre un acuerdo de cooperación, su participación en la llamada Asociación Oriental, iniciativa recién lanzada por Bruselas y que incluye además a Ucrania, Georgia, Moldavia, Azerbaiyán y Armenia, ni que el ministro de Exteriores esloveno, Samuel Zbogar, cuyo país ejerce la presidencia de turno del Consejo de Europa, dijera la semana pasada en Minsk que «Bielorrusia va hacia la democracia y el respeto a los derechos humanos».Lo cierto es que Lukashenko le ha chafado a su homólogo ruso, Dmitri Medvédev, la puesta en marcha de una fuerza de intervención rápida en el marco de la OTCS. El nuevo dispositivo militar, cuyo acuerdo fundacional se rubricó ayer sin la participación de Bielorrusia y Uzbekistán, pretende llegar a convertirse en un contrapeso a la OTAN. Lo firmaron solamente Rusia, Armenia, Kazajstán, Kirguistán y Tayikistán.El presidente de Rusia, Dimitri Medvediev, trató de restar importancia a las fisuras que aparecieron en la OTSC y dejó la puerta abierta para que Bielorrusia y Uzbekistán, cuando terminen de sopesar si participan o no en las fuerzas de reacción rápida, se adhieran a las mismas. A la vez, el titular del Kremlin no pudo ocultar su irritación por lo que llamó histeria lechera de Lukashenko, a quien acusó de politizar un litigio comercial y de convertir una cumbre multilateral en rehén de un problema bilateral.