Que durante toda la campaña electoral no haya habido en los múltiples debates patrocinados por los medios ni una sola mención a la OTAN y las bases, cuando hacia escasamente un mes que habían tenido lugar en suelo español las mayores y más completas maniobras militares realizadas por la OTAN desde el fin de la Guerra Fría, es todo un dato revelador de la «pluralidad» que ha reinado en esos debates.
Si hay un punto clave donde se juega la posibilidad de cualquier cambio político de verdad en nuestro país, éste es sin duda en todo lo relacionado con la defensa de la soberanía nacional. Y más específicamente, en el ámbito de las relaciones con EEUU, el gran jefe hegemonista del mundo y Europa. «En el nuevo juego todo es cuestionable menos la “ley de bronce” de la OTAN y las bases»
Y sin embargo, este tema, que puede llegar a afectar de forma decisiva no sólo al futuro, sino incluso a la vida de muchos españoles no tuvo cabida en la agenda de la clase política. Ni de la vieja del bipartidismo ni de la nueva de los partidos emergentes. No se habló de ello. Ningún debate. Ninguna reflexión. Tan siquiera una mención. ¿Por qué este silencio? ¿Acaso les parece un tema poco relevante, sin interés, “desfasado” tal vez como una vez insinuó Pablo Iglesias al afirmar que “el discurso ‘OTAN no, bases fuera’ es complicado que funcione en el año 2014”?
Desde 2011a 2015 hemos visto como el gobierno Zapatero autorizaba la instalación del sistema naval del Escudo Antimisiles de EEUU en la base de Rota. Para no ser menos, el gobierno Rajoy aprobaba la ampliación de la presencia de marines en Morón, hasta 3.000, como punta de lanza de la intervención norteamericana en el norte de África y el Sahel.
En medio hemos asistido al despliegue de patrullas de cazas Eurofigther españoles en el Báltico, haciendo tareas de policía aérea para la OTAN contra Rusia. Instalar baterías de misiles Patriot, con su correspondiente dotación, en la frontera turco-siria. Desplegar fuerzas en Irak, en Mali, en Chad, en la República Centroafricana,…además de las que ya teníamos en Afganistán o Líbano.
Sufrimos una creciente y mayor subordinación a la maquinaria militar de la superpotencia yanqui, pero esto parece ser que no afecta a los intereses de España y de los españoles. Al menos para las cuatro grandes fuerzas políticas que han salido de los resultados del 20-D. Ninguna de ellas dijo ni una sola palabra de estos asuntos en ninguno de los muchos debates y mitines en que participaron sus máximos dirigentes. ¿Por qué?
Nuestra democracia, sujeta a la órbita de dependencia de EEUU, tiene su propia regla de juego marcada a fuego a la que cualquier fuerza política debe someterse si quiere participar en el modelo político. El encuadramiento de España en la OTAN y la permanencia de las bases militares yanquis en nuestro suelo, con su plena disposición para los planes militares norteamericanos, es el pilar incuestionable, “ineludible”, de esta regla de juego.
Quien se pliegue a ella puede participar en el nuevo juego político que se está abriendo tras el derrumbe del modelo bipartidista. En el nuevo juego todo es cuestionable menos la “ley de bronce” de la OTAN y las bases que asegura de forma estructural la dependencia de nuestro país a Washington y el sometimiento de nuestro pueblo a sus planes e intereses. Por eso, el tema de la soberanía nacional debía quedar oculto en todos los debates de la campaña.