«Mientras lucha para ocultar sus considerables fuerzas de los ataques aéreos cada vez más poderosos de la coalición, pero sin embargo dominando sobre el terreno, el líder libio es muy probable que condimente las largas horas de su escondite repasando las experiencias del legendario líder comunista chino Mao Zedong en el uso la guerra de movimientos contra el Kuomintang y los japoneses.»
La guerra de movimientos, la esecialidad de Mao, puede ser interpretada aproximadamente como un cruce entre la guerra de posiciones (defensa y conquista del territorio, lo que los ejércitos regulares por lo general hacen) y la guerra de guerrillas (táctica de golpear y desaparecer, unidades pequeñas que se funden en la población civil o se camuflan en el entorno). Está diseñada para unidades regulares con ciertas bases permanentes, pero se basa principalmente en tácticas de guerrilla: las líneas de batalla se difuminan, las fuerzas utilizan la sorpresa para atacar rápidamente y reagruparse, aprovechando especialmente las líneas de comunicación y de suministro del enemigo demasiado largas. Es difícil no ver las similitudes con lo que está ocurriendo actualmente en Libia. (ASIA TIMES) DIARIO DEL PUEBLO.- ¿Cómo logrará la alianza militar occidental liderada por EEUU deshacerse de Muamar el Gadafi, a la vez que deja caer la democracia y los derechos humanos sobre el territorio de la atribulada Libia desde 40.000 pies de altura, al costo de la vida de civiles y sin verse involucrada en un prolongado conflicto armado? ¿En qué modo podrá la actual intervención “traer paz” a un país en guerra? Quizás no haya respuestas hasta que logremos disipar las nubes de beligerancia que hoy ocultan la realidad, las mismas que imposibilitan entender lo que ocurre realmente en Libia. Hong Kong. Asia Times El coronel Gadafi vuelve a Mao Víctor Kotsev Muammar Gaddafi pretendió hacer una Larga Marcha de Benghazi a Trípoli, que comenzó el viernes, fue interrumpida el martes debido a que su ejército fijó su posición y luego –como llevado sólo por la inercia– persiguió a los rebeldes a través de algunas ciudades pequeñas a lo largo de la costa mediterránea. La oposición realizó tan mal el avance hacia su ciudad de nacimiento, Sirte (que afirmaban –falsamente– haber capturado el lunes), que Gadafi ni siquiera llegó a utilizar toda la gama de tácticas de guerra asimétrica que tenía en la reserva. Mientras lucha para ocultar sus considerables fuerzas de los ataques aéreos cada vez más poderosos de la coalición, pero sin embargo dominando sobre el terreno, el líder libio es muy probable que condimente las largas horas de su escondite repasando las experiencias del legendario líder comunista chino Mao Zedong en el uso la guerra de movimientos contra el Kuomintang y los japoneses. »Si me engañas una vez, la culpa es tuya, si me engañas dos veces, la culpa es mía», dice un famoso proverbio chino. Incluso sin testimonios, el avance de la oposición, que comenzó el viernes, se parecía mucho a la fase inicial de la rebelión que capturó la mayor parte de Libia antes de derrumbarse bajo los ataques de las fuerzas de Gaddafi. A medida que los relatos de primera mano comenzaron a surgir de los propios rebeldes, esta sospecha se profundizó. »No había resistencia», dijo el lunes Sheydani Faraj, de 42 años, un combatiente rebelde entrevistado por The New York Times. »No había nadie delante de nosotros. No luchaban.» ¿Dónde estaba el ejército? Unos días antes, se había planteado una amenaza urgente a Bengasi, una ciudad de más de 500.000 habitantes y llena de combatientes rebeldes. »La gente que viene por la carretera costera de Sirte, dijo que las fuerzas de Gadafi se agruparon a alrededor de 60 kilómetros fuera de la ciudad, situados en árboles», informó el lunes al-Jazeera. Un ejército de árboles que esperan al enemigo – unos civiles, es casi una imagen del Macbeth de Shakespeare. No es que sea algo completamente inusual –la emboscada es una parte muy importante de las operaciones militares– pero ciertamente señala un cambio de táctica por parte de Gadafi. La guerra de movimientos, la especialidad de Mao, puede ser interpretada aproximadamente como un cruce entre la guerra de posiciones (defensa y conquista del territorio, lo que los ejércitos regulares por lo general hacen) y la guerra de guerrillas (táctica de golpear y desaparecer, unidades pequeñas que se funden en la población civil o se camuflan en el entorno). Está diseñada para unidades regulares con ciertas bases permanentes, pero se basa principalmente en tácticas de guerrilla: las líneas de batalla se difuminan, las fuerzas utilizan la sorpresa para atacar rápidamente y reagruparse, aprovechando especialmente las líneas de comunicación y de suministro del enemigo demasiado largas. Para citar uno de los discursos de Mao en la recopilación Sobre la guerra prolongada (1938): Nuestra línea estratégica debe ser la de emplear nuestras fuerzas principales en operaciones sobre frentes muy dilatados y variables. Para alcanzar la victoria, las tropas chinas deben sostener una guerra de movimientos de gran movilidad en vastos teatros de operaciones, actuar con rapidez tanto en los avances como en las retiradas, tanto en la concentración como en la dispersión. Es decir, una guerra de movimientos en gran escala, y no una guerra de posiciones, que depende exclusivamente de las obras de fortificación con profundos fosos, altas fortalezas y sucesivas líneas defensivas. Esto no significa el abandono de todos los puntos estratégicos vitales, que deben ser defendidos mediante una guerra de posiciones siempre que sea provechoso. Pero la estrategia capaz de transformar toda la situación ha de ser la guerra de movimientos. Es difícil no ver las similitudes con lo que está ocurriendo actualmente en Libia: La cabalgata de camionetas rebeldes fueron primera emboscadas y, a continuación, desbordadas por los flancos por las tropas de Gadafi. El avance se detuvo y las fuerzas gubernamentales recuperaron el pequeño pueblo de Nawfaliyah, 120 km (75 millas) al este de Sirte. (Reuters, 29 de marzo) Varios [rebeldes] también describieron un ardid en el que las fuerzas pro-Gadafi estacionadas a unos 12 kilómetros al oeste de Bin Jawwad agitaban banderas blancas para atraerlos y luego abrieron fuego. (The New York Times, 28 de marzo) La lucha es continua en Nawfaliya, unos 180 kilómetros al este de Sirte, donde las fuerzas de la oposición dicen que han llegado a un camino plagado de minas. Las fuerzas pro-Gaddafi han excavado posiciones cerca de la línea del frente, y están bombardeando a los combatientes de la oposición … La velocidad del avance de los rebeldes ha estirad sus líneas de comunicación y ha creado problemas logísticos, dijo Bays [corresponsal de Al Jazeera]. Un problema es la falta de electricidad, lo que significa que las bombas de gasolina no funcionan … »En las estaciones de servicio se está utilizando botellas de plástico para sacar el combustible de los depósitos de la estación", dijo Bays. (Al-Jazeera, 28 de marzo) Estratégicamente, Gadafi se enfrenta a un reto muy parecida a de Mao en 1938: él tiene una fuerza considerable a su disposición y puede lograr la superioridad local sobre el terreno, pero sin embargo se enfrenta con una potencia de fuego superior y, por el momento, no puede alcanzar la victoria en un enfrentamiento decisivo. El líder libio, además, tiene una dilatada experiencia tanto en la guerra de posiciones como en la de guerrillas: el comandante en jefe ha preparado a su ejército permanente en las últimas cuatro décadas, en las que ha apoyado activamente numerosos movimientos rebeldes que adoptaron tácticas de guerrilla de una extrema violencia por toda África. Según algunos informes, antes de su ataque a Bengasi hace 10 días, fue capaz de conducir a sus fuerzas en secreto y ocultar los equipos, incluso los tanques, en la ciudad. En todos los sentidos, entiende muy bien la guerra de movimientos y está bien preparado para ella. En Libia, hay algunos giros peculiares: en primer lugar, sobre el terreno, los rebeldes apenas son rival para el ejército de Gaddafi. Patrick Graham, escribiendo sobre el terreno para Foreign Policy, los describe como un grupo desorganizado e indisciplinado de »jóvenes voluntarios» en su mayoría: No está mucho más claro cómo funciona el ejército rebelde – o incluso qué es … Tan valientes como indisciplinados, la sencilla táctica de los combatientes es dar golpes rápidos a las fuerzas de Gadafi, lanzando fuego de diversos tipos de artillería. En la vanguardia, es raro encontrarse con cualquier persona que se presente como jefe, y mucho menos un oficial … Un ejército real es poco probable que sea organizado por los rebeldes en algún tiempo … Por otro lado, la poderosa campaña aérea actual compensa esta debilidad. Los ataques americano y de la Organización del Tratado del Atlántico Norte contra Gadafi se está intensificando, con golpes estratégicos desde el aire y lo que se parece sospechosamente a un apoyo aéreo cercano. Según un informe del think tank Stratfor: [Marzo 28-29] Los ataques aéreos de la coalición continuaron sin cesar, con operaciones militares individuales que vuelan contra objetivos en Trípoli, Tajoura, Surman, Sirte, Sabha, Harawa, Garyan, Mizdah, Misurata, y al oeste de la zona montañosa de Trípoli. Además, las fuerzas de EEUU atacaron tres buques mercantes libios en el puerto de Misurata …. Un funcionario militar de alto rango de EEUU no identificado dijo el 29 de marzo que, además de lss A-10C Thunderbolt IIs, especializados en el apoyo aéreo cercano y ataques orientados sobre el terreno, AC-130 de la Fuerza Aérea de EEUU –plataformas devastadoras y cada vez más precisas para atacar objetivos en tierra– se emplearon el fin de semana del 27-28 de marzo. A pesar de la creciente utilización de aeronaves a medida para el papel de apoyo aéreo cercano, el vicealmirante William Gortney negó que Estados Unidos esté coordinándose con los ataques de la oposición. El poder aéreo, sin embargo, está sujeto a limitaciones tácticas y política – en este caso, el mandato »para proteger a los civiles», propuesto por las Naciones Unidas en la Resolución 1973. La administración del presidente de EEUU, Barack Obama, y sus aliados internacionales ya han recorrido un largo camino en la interpretación del texto de forma selectiva para justificar un mandato más amplio que el especificado, y esto ha producido alguna reacción internacional. Dar rienda suelta a una campaña de bombardeos masivos sobre una ciudad donde la población apoya a Gadafi, sólo para que los rebeldes puede capturarla, es muy claramente una violación flagrante de la resolución, y causaría una tormenta en las Naciones Unidas. Así, mientras Gadafi pelea »en su propio territorio", la eficacia de los ataques aéreos contra él se reducen, y esto tiene un efecto similar al de las líneas de suministro demasiado extendidas en las operaciones en tierra. Está bastante claro, además, que el líder libio tiene un »territorio propia»: en un reciente informe, Reuters cita a combatientes rebeldes diciendo que los residentes de la ciudad de Nawfaliyah habían disparado contra ellos, y que la población de algunos pueblos cercanos a Sirte habían formado milicias locales aliadas con las fuerzas gubernamentales. Además, incluso los ataques contra las fuerzas de Gadafi que asedian a las ciudades rebeldes tienen sus limitaciones. Funcionaron por ahora en Bengasi (los atacantes se retiraron), pero no han tenido mucho éxito en la tercera ciudad más grande de Libia, que se encuentra en la parte occidental del país dominada por Gadafi. En los últimos días, el ejército del gobierno capturó una gran parte de la ciudad a pesar de la continua campaña aérea. El sitio web especializado en análisis de inteligencia Debka File interpreta la retirada de Gadafi hacia el Oeste como una señal, y subraya que el líder libio tiene otras opciones en la mano: Gadafi ofreció a Washington una salida. Retirando sus tropas de las ciudades del este, le dio a los estadounidenses la oportunidad de apuntarse una victoria rebelde –o por lo menos un empate– y dejarlo en eso. … Sin embargo, si la administración Obama decide persistir en su apoyo activo a la rebelión militar, el gobernante libio pueden considerar tres contra-medidas: una, llevar a cabo la amenaza que hizo antes de la campaña en contra de la coalición de su régimen de devolver el golpe en America, atacar objetivos británicos y franceses en Oriente Medio y Europa; dos, activar las redes encubiertas de terrorismo de Libia en Europa contra blancos de EEUU, así como las locales; tres, retirarse junto con su familia a un santuario secreto entre leales tribus saharauis y desde allí luchar por su supervivencia contra los estadounidenses y al-Qaeda al que acusa de penetrar en la oposición y lanzar a su pueblo contra él. A pesar de que Debka es conocido por publicar rumores de vez en cuando, este análisis tiene mucho sentido, y diferentes partes del mismo están de acuerdo con las observaciones de otros expertos, los tres »contrapasos » descritos podrían estar sacados también del manual de Mao. Si la coalición tiene la intención de conformarse con un empate, sin embargo, es otra cuestión. En una reunión en Londres el martes, 40 »líderes mundiales» decidieron continuar con la campaña aérea, a partir de hoy bajo los auspicios de la OTAN. Esto no es nada nuevo, y el vago objetivo final –hasta que Gadafi detenga sus ataques contra civiles– no aclara mucho. Un día antes, en un discurso televisado desde la National Defense University en Washington, Obama defendió la operación militar, así como afirmó que la eliminación de Gadafi del poder no era uno de sus objetivos. Anteriormente, había dicho que la eliminación del líder libio es una política de EEUU, »no un objetivo militar de la misión». Al menos algunos de los gobiernos europeos que participan en la operación han indicado que su objetivo es ver a Gadafi derrocado. Cómo esperan lograrlo, a falta de una invasión por tierra, es algo incierto. Algunos –por ejemplo, Francia– han sugerido armar y entrenar a los rebeldes, pero la idea provocó un »intenso debate» en Washington, por temores de que las armas pueden ir a extremistas musulmanes como al-Qaeda. En resumen, Gadafi parece estar en una buena posición en este momento para esperar pacientemente a la consolidación de su control en el oeste. Sus enemigos están en un aprieto – como el jefe de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, expresó el martes, »es evidente que no hay solución militar, exclusivamente, a los problemas en Libia». Es poco probable que, incluso si se trata en serio, la OTAN pueda entrenar y equipar a los rebeldes lo suficientemente bien como para crear un ejército en los próximos meses. Mientras tanto, como todo se basa en la campaña aérea, los costos para la OTAN se acumulan y la reacción en contra de la operación crecerá. Fallos del equipamiento –o el fuego anti-aéreo– incluso puede derribar un pocos aviones de guerra, afectando la moral de los aliados. En una etapa posterior, de acuerdo a las doctrinas de Mao, la guerra de movimientos se convierte de nuevo en guerra de posiciones, y el enemigo es vencido. El líder libio, que dejó la mayor parte de la infraestructura petrolera intacta aun cuando sus fuerzas se retiraron el fin de semana de ciudades clave del petróleo tales como Ras Lanuf y Brega, parece confiar en que así es como la batalla se desarrollará también. La prueba de la carga está en la coalición y en los rebeldes para demostrar que está equivocado. ASIA TIMES. 31-3-2011 China. Diario del Pueblo La guerra y la paz según el “Nobel” Obama Li Hongmei ¿Cómo logrará la alianza militar occidental liderada por EEUU deshacerse de Muamar el Gadafi, a la vez que deja caer la democracia y los derechos humanos sobre el territorio de la atribulada Libia desde 40.000 pies de altura, al costo de la vida de civiles y sin verse involucrada en un prolongado conflicto armado? ¿En qué modo podrá la actual intervención “traer paz” a un país en guerra? Quizás no haya respuestas hasta que logremos disipar las nubes de beligerancia que hoy ocultan la realidad, las mismas que imposibilitan entender lo que ocurre realmente en Libia. EEUU, Francia y Gran Bretaña hicieron cumplir “completa y exitosamente” la implementación de la zona de exclusión aérea sobre Libia declarada por la ONU, bombardeando el territorio del país norafricano durante días, con el objetivo de evitar que las fuerzas de Gaddafi continuaran sus ataques contra los rebeldes en el este del país. Con toda la ironía que conlleva el suceso, el Premio Nobel de la Paz Barack Obama ha estado supervisando la tercera guerra lanzada por EEUU en una década, con tanto celo, que el pasado martes suspendió su visita a América Latina para intentar arrojar algo de claridad sobre una intervención que ha dividido al pueblo estadounidense y al mundo. Obama, reprendido por los republicanos, los observadores de política exterior, e incluso por algunos de sus propios seguidores en el Partido Demócrata, trata de demostrar que la intervención en Libia está en consonancia con los valores e intereses de EEUU, y que la misma durará poco, por lo que estuvo de acuerdo con que la OTAN asumiera el papel líder en las operaciones. “El cumplimiento cabal” de las recientes resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU tiene por objetivo “proteger al pueblo libio,” dijo el mandatario estadounidense. Pero desde entonces no cesan las complicaciones, según crece el coro de voces críticas a lo que está ocurriendo y que incluyen a Turquía, China y la India, entre otros. También Vladimir Putin, primer ministro de Rusia, ha calificado la resolución de la ONU de “llamado medieval a la cruzada”. En ese sentido expresó sus dudas sobre hasta qué punto las incursiones aéreas aliadas protegían realmente a los civiles, pues el número de bajas en la población crece por día bajo estos ataques. La arremetida occidental despertó una mezcla de estupor y condena. A este tenor, el secretario general de la Liga Árabe, Amro Moussa, dijo que “lo que está sucediendo en Libia difiere del objetivo de imponer una zona de exclusión aérea; deseamos la protección de civiles; no más bajas entre ellos”. Todo lo expuesto permite concluir que para “el Nobel” Obama tienen mucho más peso los intereses de EEUU y sus estrategias geopolíticas en el mundo árabe que el compromiso que conlleva el galardón otorgado por los académicos suecos. El conflicto libio no hace más que exacerbarse con el ajetreo diplomático occidental y sus ataques militares encabezados por EEUU. Su propósito rebasa el simple “cambio de régimen”, algo que niegan repetidamente en Washington, para centrarse en aislar a Irán y apoderarse de todo el mercado árabe, aventando sí el caos político para que los ramalazos lleguen hasta Rusia y China, como modo de neutralizar sus emergentes poderíos. DIARIO DEL PUEBLO. 30-3-2011