La canciller Angela Merkel de Alemania y el presidente Nicolas Sarkozy de Francia han presentado un plan para hacer frente a la crisis de la deuda de la zona euro al presidente del Consejo Europeo Herman Van Rompuy el miércoles. ¿Tendrá éxito esta propuesta donde otras han fracasado?
La respuesta comienza con una descripción del problema: La 17 naciones de la zona euro no forman una»zona monetaria óptima» (…)
La zona euro trató de salir adelante con promesas de sus miembros para mantener el déficit presupuestario en el 3% y la deuda total por debajo del 60% del PIB. Esto resultó inaplicable. Pero no es una simple cuestión de despilfarro por parte de Grecia, Italia, España y Portugal, a pesar de que los cuatro, en diversos grados, hayan administrado mal sus asuntos. Más bien, Europa de Sur es la otra cara de un Norte de Europa hipercompetitivo -especialmente Alemania- cuyo excedentes comerciales fueron reciclados en forma de préstamos hacia el sur. Este desequilibrio, tan insostenible e inquietante como el que se ha desarrollado entre China y Estados Unidos, es la raíz de la crisis. Y explica por qué los problemas de Europa no pueden resolverse únicamente a través de la austeridad en el sur de Europa.
El último plan de «Merkozy» es más sustancial que los anteriores, dado que propone los primeros pasos hacia una unión fiscal genuina (…)
La idea, al parecer, es llegar a un principio de acuerdo en la cumbre del viernes entre los 27 líderes de la Unión Europea para, a continuación, ejecutar por una vía rápida los cambios legales necesarios para su ratificación por los 17 miembros de la zona euro (…)
Obviamente, esto deja mucho que negociar – a partir de la pregunta más importante de lo que serán las sanciones por incumplimiento fiscal. Y requiere una gran cantidad de fe en el poder de los famosos líderes díscolos de Europa para imponer cambios potencialmente radicales a sus pueblos sin el tiempo usual para la discusión democrática.Incluso si todo va según lo previsto, Europa habría viajado sólo una parte del camino de cumplir las condiciones para una moneda única estable. Alemania se opone rotundamente a los «eurobonos» garantizados conjuntamente. Eso podría cambiar, siempre y cuando España, Italia y el resto hayan pasado por las reformas estructurales suficientes. Pero por ahora, Alemania sigue insistiendo en un proceso gradual, un enfoque a largo plazo durante el cual la carga del reequilibrio de la zona euro recaerá principalmente en el sur de Europa.
Esa estrategia es comprensible -nadie regala el dinero sin condiciones- pero arriesgada. El panorama en el mejor de los casos es que el duro amor teutónico produzca un desarrollo económico más alto en los países deudores antes de que los mercados financieros, sin mencionar a la gente de esos países, agoten su paciencia. En el peor, el panorama -corralitos bancarios, quiebras nacionales en serie y depresión prolongada en Europa, con efectos indirectos globales- es demasiado terrible como para comtemplarlo.