El pasado 8 de diciembre saltaba como noticia que el agua, el bien más preciado para la vida, pasó a ser negociado como un valor más en la Bolsa. Nunca nadie se había atrevido a que el agua cotizase, como lo hace la extracción de minerales o las acciones de una gran compañía.
En la meca del capitalismo, en Wall Street, han abierto la posibilidad de un mercado mundial, en el que los grandes inversores puedan comprar y vender agua de cualquier rincón del planeta.
Hasta ahora el agua parecía intocable, y mientras se lucha por defender como un derecho básico el acceso al agua potable, negado aún de manera regular para una parte de la humanidad, se presenta otro frente: el peligro de su control para lucro de grandes inversores.
En la Bolsa lo que adquiere el comprador es un documento, un título, que le da derecho a usar una determinada cantidad de agua de una zona dentro de unos meses o años.
No se compra y vende agua al por mayor en el momento de la transacción. Lo que se negocia son los derechos futuros de uso del agua.
El vendedor cede ese derecho que tiene otorgado como propietario, bien porque es un organismo público, bien porque en algunos países el agua está gestionada en concesiones privadas, o incluso puede ser un usuario final porque como regante o industrial tiene concedida una cantidad de metros cúbicos de agua que prevé sobrante…
Comprar y vender derechos de uso del agua no es nuevo. En muchas zonas de nuestro país con regadío regulado, un agricultor puede vender a otro los metros cúbicos que no va a usar.
Pero este sencillo trato entre particulares entra en otro terreno cuando se interponen en esa transación terceros, con la capacidad financiera para controlar ese mercado y desde lugares del mundo e intereses alejados del acuerdo de beneficio mutuo entre dos regantes.
Y sucederá lo mismo que ha ocurrido con los cereales, o los minerales… con sus precios mundiales decidiéndose en las bolsas de Chicago, en el llamado “Mercado de futuros”: donde se especula con el valor de las producciones de los próximos años, y se compran y venden antes de cosecharse o extraerse, siendo copadas por los mayores inversores financieros.
Agua, de base de la vida a producto financiero
El agua comenzó a comprarse y venderse en Bolsa con el comercio del agua de California e involucra ya al 75% del agua que se utiliza hoy en ese Estado norteamericano, el que más agua consume de EEUU, con un volumen equivalente al de España.
En 2018 se creó un índice de Bolsa: el Nasdaq Veles California Water (NQH2O). Y cuyo efecto es que a comienzos de diciembre cotizaba ya a unos 32 céntimos de euro por metro cúbico, una barbaridad en comparación, por ejemplo, con los dos céntimos de euro que pagan los regantes del valle del Ebro.
Solo en 2019 el precio del metro cúbico de agua en California se ha multiplicado por dos.
El salto consiste en que la bolsa norteamericana ha fijado ese índice, el NQH2O, que hasta ahora solo servía para el mercado acotado de California, como referente para el precio del agua en cualquier rincón del mundo. Así los potenciales inversores en este negocio se proponen que su mercado sea el planeta entero.
Dado que lo que se compra y vende no será el agua en sí mismo, ni en el momento de la transacción, sino un derecho de uso futuro expresado en un título, éste automáticamente se convierte en un activo financiero, que se puede endosar, o juntar con otros productos o valores en un paquete de inversión, o dividirlo en participaciones… Se convierte en un producto para invertir, que mediante su cotización en Bolsa servirá para atraer a grandes capitales y fondos de inversión.
Estamos hablando de volúmenes de capitales que son capaces de copar el mercado en pocos años.
Y así el agua queda en un segundo plano, y es la multiplicación del capital financiero el objetivo que dirigirá este mercado exprimiéndolo al límite: ya lo vimos en la crisis inmobiliaria… y ya se empieza a ver con el agua: hasta llegar a casos como en el valle de Copiapó en el norte de Chile, donde se entregaron más derechos de uso que el agua efectivamente disponible en la cuenca.
¿Qué consecuencias tendrá?
Tras la crisis financiera de 2008 y la huida de capitales de la burbuja inmobiliaria, miles de millones de dólares de fondos de inversión se dirigieron al mercado de futuros de cosechas de cereales y otros productos.
Los grandes bancos invirtieron unos 320.000 millones de dólares en tiempo récord en estos mercados, provocando un veloz crecimiento de precios: el trigo multiplicó por cinco su precio, y en tres años el precio medio de la alimentación en el mundo se incrementó de media un 80% y se extendió la hambruna para unos 250 millones de personas. Estas cifras las facilitaba Pedro Arrojo, economista y relator especial de la ONU para los derechos humanos al agua potable, en un entrevista en la cadena de radio OR. Y sentenciaba: «El pequeño agricultor queda fuera de juego. Pasa a ser un proceso de concentración y especulación”.
El otro problema es que cuando se produzca el salto a constituir un mercado mundial su consecuencia inmediata será la monopolización: En Chile, país habitual pionero de los experimentos económicos norteamericanos, pocos años después de privatizar el suministro a las ciudades, el 80% de toda el agua destinada a consumo está ya en manos de un 1% de titulares de derechos de uso del agua.
En España más del 50% del agua potable está controlada por dos grandes monopolios: AGBAR, líder en el mercado español del agua, vinculada a la francesa Suez-Lyonnaise, y Acualia, otro monopolio francés con fuerte presencia mundial en docenas de países. En Cataluña hay un litigio abierto en los tribunales por la concesión del gobierno de Artur Mas del suministro de agua durante 50 años, por 1.000 millones al grupo AGBAR.
Son numerosas las voces de advertencia sobre los peligros de este camino. En la prensa norteamericana Mary Grant, directora de la campaña Agua para Todos de la organización Food & Water Watch, con sede en Washington, denunciaba que “La actividad de los fondos de inversión que apuestan por la escasez del agua para que suba el precio es peligrosa. La especulación no tiene cabida en la gestión responsable del agua, un derecho humano básico y un recurso natural fundamental que debe ser un fideicomiso público para todos. Hemos visto en casos graves de contaminación cómo el daño es a las áreas de bajos ingresos y las comunidades de color, y los beneficios, a las corporaciones y las zonas ricas.»
En EEUU ya hay una experiencia con esto: en Flint (Michigan), una empresa privada suministraba para el consumo agua con altos niveles de plomo. «Cuando los inversores controlan el agua, la gente inevitablemente sufre.”
Donde manda el máximo beneficio, desaparece la salud. La subida de precios, el empeoramiento de la calidad del agua, las imposiciones y abusos hacia el pequeño regante o usuario particular, serán moneda común.
Marx caracterizó el ascenso de la burguesía: «no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene entrañas»(1). Expresión de la esencia del capitalismo, que todo lo convierte en mercancía, en un negocio, en una oportunidad de beneficio.
Lo del agua era cuestión de tiempo. Y si elevar la tasa de ganancia empuja a bajar su calidad y la seguridad hasta poner en peligro la salubridad, los monopolios lo hacen. Ejemplos sobran: desde el desastre de Aznalcóllar en España con el vertido de metales pesados, pasando por la técnica del fracking contaminando acuíferos en EEUU, hasta la contaminación en ríos y mares de las petroleras o de residuos químicos sin depurar…
Y si recortar el acceso a un bien básico para elevar su precio es rentable los monopolios no dudan… aun empujando a comunidades a la enfermedad, la pobreza, el hambre o la sequía. Como ocurre con la especulación sobre cosechas, con la limitación del acceso a fabricar medicamentos vitales, con la desecación de acuíferos, o la privatización de recursos básicos…
El capitalismo monopolista, a través de sus corporaciones financieras e industriales, se manifiesta constantemente como incompatible con la vida. No podemos esperar otra relación con el negocio del agua cotizando en Bolsa.
Militech corporation dice:
Ahora q comentas de jruschev, un bonito video de la URSS https://youtu.be/LQUXuQ6Zd9w .Un pais capitalista, como otro cualquiera. Sacaron «el libro negro del comunismo»,no hijo no, es el libro negro del capitalismo
Karl dice:
Como bien diria Kruschev «mis mercancias son mias, las del proletariado tambien «(eso o te mando al kgb a meterte una somanta palos). …. huy, que se levanta Anguita de la tumba, junto al PCPE y me pegan. Una pena la URSS, a ver si estalla otra revolucion y mandan al Putin al carajo
Karl dice:
Pues es un crimen Carolina que un «producto » como el agua, de bien para toda la humanidad, se privatice para un 1% de monopolistas. Lo mismo con los conejos de Australia, que darian de comer a todo el mundo o las riquezas del Vaticano, que alimentarian al tercer mundo. Mientras, se tiran al dia tropecientas mil toneladas de comida, para que a empresas como Dupont no les bajen los precios. Na, como ya te decia en el post anterior, el dominio de los monopolios se ha hecho incompatible con la humanidad. Como bien explica Lenin, el capitalismo monopolista de Estado es la antesala de la Revolucion proletaria mundial
Carlos dice:
La codicia el motor de la historia? No,mujer. La revolucion no acaba con la toma del poder, como dice Mao Tse Tung «el comunismo llegara en un millon de anyos».En todo proceso revolucionario hay avances, retrocesos, zigzagueos. Claro que puede haber una burocracia que se apropie de la riqueza, pero Mao da la solucion con la revolucion cultural
Carolinareyal@yahoo.es Rey dice:
De lo cual se deduce,querido Carlos,que ni la sobreabundancia,de la que hablan los marxistas,como la libertad de la raza humana,nos libra de la codicia
Carlos dice:
https://youtu.be/pUKIt8wnX-0 .Esto para los no creyentes
Carlos dice:
Joder, ya hasta el agua se lo quedan los Gollums (mio, mio, mi tessssoro ) de la burguesia monopolista. Dentro de poco algun Zaibatsu embotellara el oxigeno y nos mataremos por el aire. Seguro que el mana de Dios, en Uambo, Angola, lo privatizan y,como canta Bob Dylan «en la puerta, la guardia nacional «.Si, se ha hecho incompatible la existencia humana con los monopolios