«Geithner ha enfatizado que la UE debe dar un uso más ambicioso al fondo de rescate para poner freno a la creciente desconfianza de los mercados. Como ha explicado el ministro de Finanzas ruso, Alexei Koudrine, la discordia sobre cómo se gestiona la crisis de deuda pública en Europa derivó, durante la cena, en metáfora: los países de la zona euro a un lado de la mesa; el resto del G-20, al otro. «La mayoría pensamos que hay que hacer más, que se deben tomar medidas adicionales», ha dicho hoy en un encuentro con agencias de su país.»
Las cotizaciones bursátiles de la banca euroea, en caída libre, han marcado la agenda de la asamblea mundial del FMI. El foro, que reúne a ministros de Economía y gobernadores de bancos centrales, se abrió con una carta de siete países del G-20, promovida por Reino Unido y Canadá, para exigir una actuación más contundente a la zona euro. Al cierre de la asamblea, la presión no deja de subir. Las autoridades de la zona euro vadean aguas turbulentas como pueden. Sin una voz única, temerosos de decir nada que interfiera en la aprobación parlamentaria del pacto de julio, Angela Merkel, se ha limitado a afirmar que la suspensión de pagos en Grecia, el detonante de la reacción en cascada que teme Geithner, "no es una opción". (EL PAÍS) EL MUNDO.- A dos meses de las elecciones, con la crisis como horizonte único, y la polémica política y callejera ya encendida por los primeros tijeretazos de las autonomías a los presupuestos, el PP lanzó ayer un emplazamiento nacional al estilo del «sangre, sudor y lágrimas» churchilliano. «Ningún español es ajeno a esta crisis; nadie puede desentenderse de los esfuerzos conjuntos que como sociedad tenemos que hacer», fueron las palabras de la número dos de Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal, con las que advirtió de que las reformas que el PP pretende poner en marcha «sin perder un solo día», afectarán a todos los españoles y requerirán de su esfuerzo «solidario». EL CONFIDENCIAL.- A principios de año, Deutsche Bank envió a sus clientes preferentes un informe sobre la estrategia que debían seguir en los mercados de capitales. El titular del citado documento era “Pensar en lo impensable”, un enunciado dramático que advertía sobre los riesgos de la burbuja de deuda soberana provocada por las emisiones salvajes de todos los estados con las que los gobiernos intentaron apagar el fuego –quiebra de la banca- de la burbuja del crédito. Pocos le hicieron caso. Pero a mediados de julio, los mismos analistas de Deutsche recordaron a sus clientes el documento de cabecera para 2011 con el mismo titular: “Thinking the unthinkable”. Crisis. El País EEUU exige a Europa nuevas medidas ante la amenaza de una "suspensión de pagos en cascada" Alejandro Bolaños A los postres de una cena movida, los ministros de Economía del G-20 aprobaron en la noche del jueves un comunicado que reiteraba su compromiso de actuar "de forma conjunta" para garantizar la estabilidad financiera. El texto, huérfano de medidas, solo logró apaciguar un par de horas a las Bolsas, mucho más receptivas al anuncio de que el BCE suministrará más liquidez a la banca. La aparente concordia del grupo de países ricos y emergentes duró pocas horas más. El malestar por como gestiona Europa la crisis de deuda pública, enraizada en los balances de varios bancos, volvió a aflorar hoy con virulencia. "Las autoridades europeas deben crear un cortafuegos efectivo contra la amenaza de una suspensión de pagos en cascada, de pánicos bancarios, de un riesgo catastrófico", ha reclamado el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, en un comunicado difundido en Washington, donde ha asistido a la jornada de cierre de la asamblea anual del Fondo Monetario Internacional. Es la más contundente de una serie de declaraciones realizadas esta semana en las que Geithner ha enfatizado que la UE debe dar un uso más ambicioso al fondo de rescate para poner freno a la creciente desconfianza de los mercados. Poca antes, en una entrevista con la BBC, Geithner ha admitido la dificultad de aumentar la potencia del fondo de rescates (dotado con 440.000 millones), cuando el pacto de julio que ya ampliaba sus competencias aún no ha sido refrendado por todos los parlamentos nacionales. "Lo que queremos es ayudar a las autoridades europeas a comprender que los mercados van mucho más rápido, tienen que mandar una señal potente de que tienen una estrategia ante los nuevos retos", ha recalcado. El secretario del Tesoro de EE UU aboga porque la UE anuncie que el fondo de rescates utilizará nuevas vías para multiplicar su capacidad de ayuda a países y bancos en apuros, algo que aflojaría la especulación en los mercados. Las opciones pasan porque el fondo garantice el programa de compra de bonos del BCE, que podría así ser más ambicioso; o porque sea el fondo el que pida prestado al BCE, poniendo como garantía los títulos que emite. Como ha explicado el ministro de Finanzas ruso, Alexei Koudrine, la discordia sobre cómo se gestiona la crisis de deuda pública en Europa derivó, durante la cena, en metáfora: los países de la zona euro a un lado de la mesa; el resto del G-20, al otro. "La mayoría pensamos que hay que hacer más, que se deben tomar medidas adicionales", ha dicho hoy en un encuentro con agencias de su país. División en la UE Las cotizaciones bursátiles de la banca europea, en caída libre, han marcado la agenda de la asamblea mundial del FMI. El foro, que reúne a ministros de Economía y gobernadores de bancos centrales, se abrió con una carta de siete países del G-20, promovida por Reino Unido y Canadá, para exigir una actuación más contundente a la zona euro. Al cierre de la asamblea, la presión no deja de subir. Las autoridades de la zona euro vadean aguas turbulentas como pueden. Sin una voz única ( a falta de que cristalice la propuesta francoalemana de nombrar míster euro a Herman van Rompuy), temerosos de decir nada que interfiera en la aprobación parlamentaria del pacto de julio, con dos citas claves la próxima semana en Alemania y Finlandia. La canciller alemana, Angela Merkel, se ha limitado a afirmar que la suspensión de pagos en Grecia, el detonante de la reacción en cascada que teme Geithner, "no es una opción". Y ni el FMI, ni Bruselas ni el BCE, quieren especular con nuevas medidas de ayuda a los países rescatados antes de asegurarse de que Grecia aplica drásticos recortes del sector público, condición para liberar otros 6.000 millones de crédito al Gobierno griego la próxima semana. "Hay una estrategia ya en marcha, con la ampliación del fondo de rescates pactada en julio. Antes de pensar en alternativas hay que aplicarla. Y creemos en su eficacia", opuso el ministro de Finanzas francés, François Baron, en una conferencia de prensa como portavoz del G-20 (Francia desempeña la presidencia este año), en la que acabó siendo portavoz de la zona euro. "Ese pacto nos permitirá flexibilizar y maximizar la capacidad del fondo de rescate antes de noviembre", ha dicho Baron en referencia a la cumbre del G-20 que se celebrará en Cannes a principios de ese mes. "Estamos en regímenes parlamentarios, hay que respetar los procesos en la toma de decisiones", ha insistido el presidente del BCE, Jean-Claude Trichet. Pero el resto del G-20 recela de que el frágil consenso político urdido por los países de la zona euro sea suficiente. "Tienen seis semanas para resolver la crisis", advirtió el ministro de Finanzas británico, George Osborne. EL PAÍS. 25-9-2011 Economía. El Mundo El PP advierte de que las reformas contra la crisis afectarán a todos C Remírez de Genuza A dos meses de las elecciones, con la crisis como horizonte único, y la polémica política y callejera ya encendida por los primeros tijeretazos de las autonomías a los presupuestos, el PP lanzó ayer un emplazamiento nacional al estilo del «sangre, sudor y lágrimas» churchilliano. «Ningún español es ajeno a esta crisis; nadie puede desentenderse de los esfuerzos conjuntos que como sociedad tenemos que hacer», fueron las palabras de la número dos de Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal, con las que advirtió de que las reformas que el PP pretende poner en marcha «sin perder un solo día», afectarán a todos los españoles y requerirán de su esfuerzo «solidario». «Nosotros», prometió, «vamos a ser los primeros en apechugar». Así se pronunció a su paso veloz por Zaragoza, donde el PP celebró un foro sectorial para la reforma de las administraciones públicas que, a falta de su clausura hoy por Rajoy, no ha dejado otra propuesta que la de evitar duplicidades reduciendo a «una competencia por cada administración» (Antolín Sanz) o atribuyendo la gestión de cada competencia a la administración que «ofrezca más garantías» (Alberto Ruiz-Gallardón); ni dejó otra imagen curiosa que la de la asturiana Isabel Pérez Espinosa hablando con Ana Mato en pasillos, con las listas como telón de fondo. El caso es que, por primera vez, la secretaria general del PP aprovechó para hacer una mención especial a una parte de su propio electorado natural, aquél que menos se ha visto concernido por la crisis en su economía privada. No habló de subida de impuestos ni de ninguna otra medida que pudiera asustarlo -si bien en el PP nadie descarta que sus gobiernos autonómicos acaben por aplicar el de Patrimonio-, pero sí se aventuró a zarandearlo. «Hay, afortunadamente, mucha gente que no está viviendo la crisis, que no se siente personalmente afectada, y tiene derecho a pensar que con los recortes sufridos con el PSOE y el miedo a perder el trabajo, ya tiene bastante; gente que ha hecho muchos sacrificios para llegar a donde está y tienen derecho a tener reticencias a los esfuerzos que pedimos porque no concuerdan con sus legítimos intereses», dijo, para insistir: «Pero ningún español es ajeno a esta crisis; nadie puede desentenderse de los esfuerzos conjuntos que como sociedad tenemos que hacer». Pese a no olvidar el mensaje positivo, ya monotemático en los propios discursos de Rajoy, sobre que España va a salir de la crisis -«los esfuerzos de hoy son la recompensa de mañana», fue su frase-, la número dos puso el acento en la dureza de su emplazamiento. Dijo que «las reformas van a llevar su tiempo». La presidenta de Castilla-la Mancha dejó sentado que por su parte, y la de las baronías del PP, el sangre, sudor y lágrimas ya ha empezado. Eso sí, en absoluto admitió llamarle a ello «recortes». Muy al contrario, arremetió contra el PSOE por la congelación de las pensiones y la bajada del sueldo de los funcionarios, y lo acusó de haber dejado «al borde del colapso los servicios sociales». Por su parte, reivindicó para el PP «la garantía» de dichos servicios. Frente a las recientes huelgas, aseguró que «la línea roja (de las reformas) está en la Sanidad, la Educacion y los servicios sociales; y a partir de ahí, hay dos categorías: lo que es perfectamente prescindible y lo que se tiene que posponer». Según Cospedal, «sólo podremos garantizar la Sanidad y la Educación si de verdad tenemos unas cuentas saneadas» EL MUNDO. 25-9-2011 Crisis. El Confidencial Pensar lo impensable: los efectos devastadores de la actual guerra financiera Agustín Marco A principios de año, Deutsche Bank envió a sus clientes preferentes un informe sobre la estrategia que debían seguir en los mercados de capitales para intentar ganar dinero en el entorno actual. El titular del citado documento era “Pensar en lo impensable”, un enunciado dramático que advertía sobre los riesgos de la burbuja de deuda soberana provocada por las emisiones salvajes de todos los estados con las que los gobiernos intentaron apagar el fuego –quiebra de la banca- de la burbuja del crédito. Pocos le hicieron caso, más al ver que la bolsa culminaba un buen primer trimestre del año y que las autoridades y los grandes patronos empresariales aseguraban que “estamos en el camino correcto” (Botín dixit). Pero a mediados de julio, los mismos analistas de Deutsche recordaron a sus clientes el documento de cabecera para 2011 con el mismo titular: “Thinking the unthinkable”. Una conclusión a la que la semana pasada también llegó Nomura en otro informe en el que exponía cinco escenarios de en qué puede derivar la crisis actual. La institución japonesa hacía énfasis en los casos más pesimistas, cuyo extremo era la ruptura de Europa, con Grecia, Portugal, España e Italia fuera de la Unión Europea, si bien las probabilidades de que nuestro país quebrase son ínfimas respecto a nuestros vecinos del Viejo Continente. Se esté más o menos de acuerdo, la reflexión de estos bancos demuestra dónde estamos y lo que nos jugamos. Estamos en “una guerra financiera”, según me comentaba el presidente en España de uno de los más importantes grupos bancarios de Europa. Lo explicaba con mucha tranquilidad pese a que la cotización de su entidad y, por tanto, su bonus se estaban yendo a hacer puñetas en la mañana del pasado miércoles. En su opinión, la única solución era que Alemania, dueña del Banco Central Europeo (BCE), ordenase darle a la maquinita de hacer dinero, como ya ha hecho Estados Unidos en varias ocasiones. O de comprar bonos de los estados miembros sin emitir papel propio para respaldarlo. Es lo que se llama ajuste cuantitativo, una expresión que evidencia que todas las medidas anteriores –se han gastado más de tres billones de euros- han fracasado. Pero los alemanes no están por la labor –lanzar eurobonos que encubran la miseria de los países quebrados- ni lo van a estar hasta que Grecia, Portugal, España, Italia, Bélgica y hasta Francia se arrodillen. Es decir, hasta que se comprometan por escrito a que sus políticas fiscales, sus gastos en pensiones, educación, sanidad e infraestructura se decidan desde Berlin y no por un político local con verborrea populista. Una rendición, una pérdida de la soberanía, a cambio de salvarles de una bancarrota que no interesa a nadie, empezando por Alemania, que sufriría y mucho desde el punto de vista del comercio exterior por una devaluación de las monedas de los citados países. No podrían comprar los productos que salen de las fábricas germanas. Una teoría que explica por qué Angela Merkel asiste impávida al derrumbe de las cotizaciones de la banca francesa –BNP Paribas, SocGen y Crédit Agricole han perdido más del 60% de su valor bursátil-, de la española –en menor medida- y de la italiana, con Unicredito, el mayor banco de Europa, hundido y sin remedio. Incluso no mueve un dedo ni por la banca americana, la culpable original de la crisis, que en julio decidió no prestar ni un pavo más a sus compañeros europeos ante la previsible rebaja de rating por parte de Standard & Poor´s. El downgrade, confirmado en agosto, provocó un enfado brutal de China, el primer acreedor de EE UU, otro polo de poder que se empieza a resfriar. Grandes fortunas tocadas Mientras los líderes del G-7, G-20, Banco Mundial, FMI, Comisión Europea y Ecofin divagan, semana tras semana, en hoteles Five Stars, a los que llegan en coches blindados de gama alta, con frases vacías –generar confianza, propuesta conjunta, solvencia- con el objetivo de mantener su status quo mundial, los inversores ponen las cosas en su sitio. El dinero no circula. La banca no se presta entre ella y, en consecuencia, no le presta al cliente. Por tanto, la economía se hunde. O lo que es lo mismo, los resultados se desplomarán en los próximos trimestres, factor más que suficiente para vender a saco todas las acciones. Un crash continuo -el Ibex ha cedido un 25% en tres meses– que, como cuando se retira la marea, muestra las apreturas de muchos grandes apellidos de España, todos esos que basaron su crecimiento en los últimos años en los créditos sin equity (dinero). Hay muchos tocados, como los Abelló, Lara, Polanco, March, Del Rivero, Pérez, Boluda, Koplowitz, Santamaría –disculpen los que se me olvidan-, amén de muchos bancos y cajas. Confiemos en que más pronto que tarde los gerifaltes se pongan de acuerdo por el bien de las generaciones futuras. Un mal tratado –recuerden el de Versalles tras la Primera Guerra Mundial- nos condenaría a años muy duros. Y ya saben que la miseria, tras la Gran Depresión del 29, fue la madre de la Segunda. EL CONFIDENCIAL. 24-9-2011