Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), Daniel Noboa, el candidato de la oligarquía y de Washignton alcanza el 55,68% de los votos, once puntos de ventaja con respecto al 44,32% de la candidata de la Revolución Ciudadana, que además estaba respaldada por el conjunto de la izquierda.
Además de la irregularidad que las elecciones se han celebrado bajo el Estado de Sitio en 8 de las 24 provincias del país -incluída la capital, Quito-, la contundente ventaja que el recuento oficial da al actual presidente, cuyos índices de popularidad estaban a la baja, con respecto a una candidata izquierdista a la que todas las encuestas vaticinaban un potente resultado, ha hecho saltar más que fundadas sospechas.
«Es el fraude electoral más grotesco de la historia de Ecuador», ha dicho una Luisa González que no reconoce los resultados y exige al CNE que enseñe las actas y que recuente los votos.
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Ecuador ha celebrado la segunda vuelta de sus elecciones presidenciales en medio de un ambiente extremadamente tenso. No sólo por el contexto de la violencia del narcotráfico y de su complemento, el Estado de Excepción en Quito y siete provincias -con los amplios poderes que eso conlleva para desplegar a la policía, el Ejército, y prohibir movilizaciones populares-; sino porque los ciudadanos elegían dos opciones antagónicas: la que representa el actual presidente Daniel Noboa, hijo del propietario del mayor grupo monopolista del país y representante directo de las élites oligárquicas y de los centros de poder hegemonistas; y la que representa Luisa González, la candidata de la izquierda correísta (Revolución Ciudadana), que empató en la primera vuelta, y que consiguió el apoyo del movimiento indígena (Pachakutik) y del conjunto de las fuerzas progresistas y populares de Ecuador.
En la primera vuelta, Daniel Noboa se la prometía muy felices, y todas las encuestas le daban expectativas de ganar directamente al sacar más de la mitad de los votos. Pero no fue así. Quedó primero (44,17%), pero apenas 17.000 votos por encima de su oponente, Luisa González, que con el 44% lograba el mejor resultado del correísmo en muchos años.

Todo parecía indicar una segunda vuelta extraordinariamente disputada, en la que la candidata izquierdista tenía el viento a favor, al conseguir el respaldo del tercer partido -la izquierda indigenista de Pachakutik, con sus 538.000 votos-, así como de todo un conjunto de fuerzas políticas y sociales progresistas y enfrentadas a las políticas neoliberales, represivas y entregustas de un gobierno de Noboa, que por cierto se ha esforzado en renovar y reforzar sus vínculos con EEUU, viajando a Washington para reunirse con Donald Trump y ofrecerle la instalación de una nueva base militar norteamericana en Manta.
El resultado de la segunda vuelta levanta más que dudas, sorpresa e incógnitas, encendidas sospechas de que algo no cuadra.
Los sondeos o el pálpito electoral siempre se pueden equivocar. Muchos daban como resultado más probable una victoria ajustada de la candidata progresista, o al revés, una victoria por pocas décimas, o por uno o dos puntos, del candidato oficialista. Pero lo que afirma el recuento del CNE es que contra todo pronóstico, Daniel Noboa ha conseguido en la segunda vuelta lo que no consiguió en la primera: una victoria contundente, sumando más de un millón de votos, por más de once puntos sobre su perseguidora. Una Luisa González que no sólo no suma con sus nuevos apoyos de Pachakutik y del resto de la izquierda (más de medio millón de votos, sumados a los de la primera vuelta), sino que habría sacado unos 200.000 apoyos menos. ¿Se puede explicar esto?
Hay una explicación, si. Se llama fraude electoral. Es lo que clama la izquierda ecuatoriana.
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Sospechas fundadas
«Ecuador está viviendo una dictadura y el fraude más grotesco de su historia», ha declarado una Luisa González que desconoce los resultados. Me niego a creer que exista un pueblo que prefiera la mentira antes que la verdad. Vamos a pedir el reconteo y que se abran las urnas». «La Revolución Ciudadana siempre ha reconocido una derrota cuando así lo han demostrado las encuestas y los ‘trackings'». «Pero hoy no reconocemos los resultados», enfatizó.
González argumentó que hubo 11 encuestas en las que, según ella, todas le daban la victoria, incluso las más cercanas al gobierno. También mencionó dos bocas de urna publicados después del cierre de los centros de votación, uno de los cuales proyectaba un eventual triunfo de González por unos cuatro puntos de ventaja, y otro que daba como vencedor a Noboa, con menos de cuatro puntos de ventaja. «¿Cómo puede ser creíble que no se creció ni siquiera un voto? ¿Cómo puede ser creíble que 11 encuestas se equivocaron?».
La candidata izquierdista ha mostrado además que hay numerosos indicios de fraude, cometidos por sectores de la Policía y el Ejército, que habrían fabricado «falsos positivos» con actas electorales. Otros sectores de estos mismos cuerpos, según González, le habrían transmitido a González que se llevaron a cabo operativos para «sembrar» actas de votación en distintas regiones del Ecuador.
Otro dirigente de la Revolución Ciudadana, Andrés Arauz, publicó imágenes de seis actas electorales sin las firmas conjuntas del presidente y secretario de las juntas receptoras de voto, un requisito establecido en el artículo 127 del Código de la Democracia para validar los resultados. Según su denuncia, todas estas actas sin respaldo favorecen al actual presidente.
Tommycip dice:
hi
Carlos dice:
Pues sí, muy de acuerdo con el artículo y los correistas. No me creo ni por el forro que la ultra-minoría de los descendientes de los criollos,la actual oligarquía ecuatoriana, que son cuatro familias con negocios con las petroleras yankees,ganen con ventaja a la izquierda, en un país muerto de hambre. La izquierda, que tiene hasta el apoyo de los índios hispanos. Ha sido la estafa padre