La agenda del nuevo gobierno de Rajoy está marcada con dos tipos de compromisos. Uno del que todo el mundo habla: la exigencia de Bruselas para que los Presupuestos de 2017 apliquen un ajuste de 5.500 millones de euros. Y otro sobre el que hay un manto de silencio: la implicación cada vez mayor de nuestro país en la estrategia militar de EEUU y la OTAN.
El gobierno de Rajoy tiene que presentar antes del 8 de diciembre los presupuestos corregidos para 2017, tal y como se le exige en la Carta de la Comisión Europea enviada el pasado 25 de octubre.
En ella, el vicepresidente Dombrovski y el comisario de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici, piden el envío de los presupuestos corregidos para 2017 con nuevas “garantías en los próximos días” con las “medidas necesarias” para contener el déficit.
En concreto, Bruselas exige que el próximo año se ha de reducir el déficit del 3,6%, que recogían los presupuestos enviados el 14 de octubre por el gobierno en funciones de Rajoy, al 3,1% propuesto por la Comisión Europea. Un ajuste de 5 décimas equivalente a 5.500 millones de euros en recortes.
Ya aún habrá que añadir las exigencias del FMI que además del ajuste fiscal exigen nuevas reformas laborales y de las pensiones.
Cumplir con Bruselas garantizando la estabilidad presupuestaria, y mantener lo esencial de la reforma laboral, fue una de las líneas rojas que Rajoy trazó en su investidura dirigida a quienes la hicieron posible, Ciudadanos y el PSOE.
El nuevo gobierno de Rajoy tendrá que negociar los recortes que exige Bruselas en unas nuevas condiciones, con una correlación de fuerzas parlamentaria desfavorable y con un rechazo social mayoritario. Desde el Partido Socialista ya han advertido que “no se lo pondrán fácil” para aprobar el techo de gasto y unos presupuestos de ajuste, mientras desde Ciudadanos se le recuerda que estarán vigilantes para que se cumplan los pactos firmados con ellos. Podemos estará en contra. Y los sindicatos han anunciado movilizaciones si se producen nuevos recortes.
Y por otro lado, consolidar los cambios estructurales hechos en la anterior legislatura. Un camino en el que Rajoy no está dispuesto a “dar marcha atrás”, como anunció en el debate de investidura.
Los “compromisos” de los que nadie habla
El 27 de octubre, con el gobierno aún en funciones, el ministro de Defensa saliente, Pedro Morenés, anunciaba el compromiso de España con la OTAN para enviar una compañía de unos 130 militares al batallón liderado por Canadá que la Alianza Atlántica desplegará a principios de año en Letonia.
Esta “contribución” forma parte de los acuerdos que los jefes de Estado y de Gobierno tomaron en la cumbre de julio de la OTAN en Varsovia presidida por Obama.
Allí se aprobó el despliegue de cuatro batallones en Polonia y las tres repúblicas bálticas -Lituania, Letonia y Estonia-, integrados por más de 4.000 efectivos, para “disuadir a Rusia”. Y Rajoy se comprometió a “una contribución española al refuerzo militar en el Este”. Además del envío de soldados a Letonia está pendiente otra “contribución” en Rumanía.
Un paso más de los muchos que en los últimos años se han dado para reforzar el papel de España en la estrategia militar del Pentágono (instalación del escudo antimisiles en la base norteamericana de Rota o del Mando Americano para Africa, AFRICOM) y convertir a España en parte de las fuerzas de intervención rápida y “punta de lanza” de la OTAN.
Nada de esto, ni siquiera que se estuviera decidiendo la contribución militar al aumento de la tensión en las fronteras con Rusia en pleno debate para investir a Rajoy, mereció ni una palabra en el debate de investidura. Evidentemente no porque sea un tema menor, sino todo lo contrario, porque es uno de esos temas que se acatan porque “ni se deben ni se pueden cuestionar”. Evidente para los partidos de la “vieja política”. Pero ¿por qué callan quienes se presentan como fuerzas de cambio?
Presentar la elección de la nueva ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, como un problema para compensar equilibrios internos del PP o para contentar aspiraciones personales, entra dentro de ese silencio o de la más absoluta ignorancia política.
Si hay ministerios de Estado por excelencia este es uno de ellos. Especialmente ahora que, como ya se ha señalado antes, hay unos “compromisos” diseñados para que España juegue un papel cada vez más activo y cuantioso, tanto en “contribuciones sobre el terreno” como en gastos militares dentro de la estrategia imperial de EEUU y la OTAN. Y para garantizar esos compromisos se ha colocado a Cospedal al frente del ministerio de Defensa.
Los ministros de Defensa españoles siempre han tenido una relación especial con Estados Unidos. Y así es también en el caso de Cospedal.
“Una líder española emerge como un cruzado de austeridad”
Así definía el Wall Street Journal, uno de los medios internacionales de referencia, a María Dolores de Cospedal, pocos meses después de ser elegida presidenta de Castilla-La Mancha, en un artículo publicado el 25 de junio de 2012.
Aunque sus relaciones con los Estados Unidos se remontan a varios años antes.
En 1998 trabajaba como Consejera Laboral y de Asuntos Sociales en la Embajada de España en EEUU.
Año 2011, recién elegida presidenta de C-LM es invitada a la reunión del Club Bilderberg, instrumento de Washington que reúne anualmente a líderes de la banca, la política y la economía de todo el mundo.
Entre 2002 y 2004 trabaja como subsecretaria del ministerio de Interior, junto a Ángel Acebes, y vive de primera mano la gestión del 11M.
Abril de 2008, interpela en el Senado a la entonces ministra de Defensa, Carmen Chacón, sobre una posible conversión del aeropuerto de Ciudad Real en base de operaciones del ejército de EEUU de apoyo a las operaciones en Irak o Afganistán. Detrás estaba la Spanish American Strategic Alliance, parte de un holding dirigido a «empresas públicas y privadas de EEUU, México y España”.