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Como era previsible, la monumental rabieta de París ante el nacimiento de AUKUS -que llevó a Macron a llamar a consultas a su embajador en Washington- no ha durado mucho. La delegación diplomática gala ya ha vuelto a la capital norteamericana. Pero el resquemor del Eliseo no se ha acabado. Macron ha pedido a sus homólogos europeos que no sean «ingenuos» y que «saquen todas las consecuencias del repliegue estratégico de EEUU hacia China», lo que a su juicio significa que «Europa debe asumir su propia protección». ¿Qué significan estas palabras?
Hace pocas semanas, los gritos de indignación resonaron en el Elíseo. El nacimiento de una nueva alianza militar entre EEUU, Reino Unido y Australia -el AUKUS, cuyo indisimulado blanco es China- significaba que el astronómico acuerdo -de 65.000 millones de dólares- por el que Francia debía vender 12 submarinos convencionales al gobierno de Canberra pasaba a ser papel mojado. París anunció la llamada a consultas de sus embajadores en EEUU y Australia a modo de enérgica protesta, pero pocos dudaron que las aguas volverían a su cauce. La relación entre EEUU y Francia tiene profundos lazos económicos, geopolíticos y militares, y ha sobrevivido a cuatro años de Trump. Poco después Biden llamó al presidente francés, y ambos se reunirán en octubre en Europa.
Pero Macron sigue insistiendo en que Europa debe construir su propia defensa. «Estamos obligados a constatar que desde hace algo más de diez años los EEUU se concentran mucho en ellos mismos y tienen intereses estratégicos que se orientan hacia China y el Pacífico. Es su derecho», dijo, «pero seríamos ingenuos o más bien cometeríamos un terrible error si no quisiéramos sacar todas las consecuencias», y en primer lugar que «como europeos tenemos que asumir nuestra parte en nuestra propia protección».
Macron busca una suerte de «complejo militar-industrial» europeo con fuerte presencia de los grandes capitales franco-alemanes.
El presidente francés ha querido dejar claro que lo que propone no es ni «una alternativa» ni «una sustitución» del papel que ha ejercido Estados Unidos, sino «asumir este pilar europeo en el marco de la OTAN». Algo que no ha sonado mal en Washington. El Departamento de Estado ha reconocido la necesidad de una defensa europea «más fuerte y más capaz que contribuya de forma positiva a la seguridad transatlántica y mundial y sea complementaria al rol de la OTAN».
¿Hay fricción entre EEUU y los aliados europeos? Evidentemente existen contradicciones. Potencias como Alemania o Francia se resisten a seguir a pies juntillas a EEUU en su creciente hostilidad contra China, y aunque los europeos de la OTAN se han plegado ante las exigencias del Pentágono de aumentar los gastos en Defensa hasta el 2% de sus PIB.
Lo que busca Francia con los llamamientos a dotarse de una «defensa autónoma» no es «independizarse de la OTAN» ni cuestionar el alineamiento militar con EEUU, sino que ese «obligado» aumento en el gasto de Defensa les sirva al menos para desarrollar su propia industria militar, una suerte de «complejo militar-industrial» europeo con fuerte presencia de los grandes capitales franco-alemanes.
Esta idea ya fue presentada en varias cumbres de la OTAN y combatida fieramente por la administración Trump, que insistía en que sus aliados gastaran su presupuesto comprando armas, vehículos y material militar ‘made in USA’. No parece que Biden se oponga frontalmente, mientras no se cuestione la subordinación de los europeos a los imperativos estratégicos de EEUU: la contención de China y secundariamente de Rusia.
El eventual desarrollo de este «complejo militar-industrial» de la UE, incluso dentro de la OTAN, permitiría a Europa dotarse de una tecnología militar propia de «doble uso» (bélica y civil) capaz de ser invertida luego en los monopolios europeos para producir innovación y ganancias. Esto es lo que esconde el llamamiento de Macron a «construir el pilar europeo de Defensa en el marco de la OTAN».