Después de la zanahoria, ¿cómo aplicar el garrote?

«Los economistas advierten que la eurozona necesita más disciplina y mucha mayor coordinación fiscal si quiere que la moneda común sobreviva. Pero esfuerzos anteriores de interferir en los derechos de los gobiernos de cobrar impuestos y gastar como les parezca han fracasado. Once años de compartir una moneda han llevado a los 16 paí­ses de la zona euro a estar más cerca que nunca el uno del otro. Su unión es tal que cuando Grecia, que contribuye con apenas una cuadragésima parte a la economí­a del bloque, empezó a tener problemas de deuda, amenazó a toda la unión monetaria.» (THE WALL STREET JOURNAL)

THE WASHINGTON POST.- Pero que nadie se haga ilusiones sobre el recio que Europa tendrá que pagar por este respiro. Una de las medidas más arriesgadas que se han adoptado es la nueva política del Banco Central Europeo, que ha aceptado actuar como comprador de último recurso, incluso para los devaluados bonos de los gobiernos europeos. En fecha tan reciente como el jueves, el BCE se negaba a tomar una medida tan drástica, que equivale al pago de las deudas de España, Portugal, Grecia y, posiblemente, otros con dinero impreso. Los mercados han obligado al BCE a cruzar esa línea, con consecuencias para su credibilidad a largo plazo acerca de las que ahora sólo se puede especular. BREAKING VIEWS.- Debe de ser tentador para España y Portugal concluir que están fuera de peligro. Pero la recuperación en el mercado de valores y la disminución del riesgo de la deuda soberana tras el anuncio del gigantesco paquete de rescate de la Unión Europea no debería calmar a sus Gobiernos con un falso sentimiento de seguridad. La necesidad de recortar sus déficit presupuestarios es todavía urgente, y las medidas anunciadas hasta el momento puede que no sean suficientes si no se acompañan de reformas estructurales. Deberían también comprender que las ayudas de la UE están ligadas a una camisa de fuerza fiscal del FMI. Después de haber visto cómo Grecia se retuerce ahora de dolor, deberían poner todos los medios para evitar solicitar ese dinero en efectivo. FINANCIAL TIMES.- Si usted es de la opinión de que nada de esto se pondrá en práctica por motivos políticos, me temo que la consecuencia acabará siendo un fracaso de la unión monetaria europea. Grecia seguramente acabe en suspensión de pagos. Tampoco veo cómo los sectores privados de España y Portugal podrían sobrevivir a las reformas sin sobrecargar hasta límites insostenibles sus finanzas públicas. A menos que la eurozona asuma sus responsabilidades y opte por atajar estos problemas concretos, reformando simultáneamente su sistema de gobierno, acabará disolviéndose. Hay rumores que apuntan a que todo esto forma parte de una estrategia de Alemania para crear una “pequeña Europa” con Alemania a la cabeza EEUU. The Wall Street Journal Después de la superzanahoria, ¿cómo aplicar el garrote? Stephen Fidler El gigantesco paquete de 750.000 millones de euros (US$964.000 millones) para rescatar a los gobiernos de la zona euro en aprietos por su alto nivel de endeudamiento ha creado otro desafío urgente para las autoridades europeas: ¿cómo mantener a raya a los gobiernos derrochadores? El fondo de estabilización, junto con un compromiso del Banco Central Europeo (BCE) de comprar bonos soberanos, ha "debilitado los incentivos para mantener una disciplina fiscal" en la zona euro, dice Marco Annunziata, economista jefe de UniCredit Group, en Londres. Los economistas advierten que la eurozona necesita más disciplina y mucha mayor coordinación fiscal si quiere que la moneda común sobreviva. Pero esfuerzos anteriores de interferir en los derechos de los gobiernos de cobrar impuestos y gastar como les parezca han fracasado. Once años de compartir una moneda han llevado a los 16 países de la zona euro a estar más cerca que nunca el uno del otro. Su unión es tal que cuando Grecia, que contribuye con apenas una cuadragésima parte a la economía del bloque, empezó a tener problemas de deuda, amenazó a toda la unión monetaria. Los sistemas financieros de los países de la eurozona están más entrelazados. Debido a que no existía un riesgo cambiario, bancos, aseguradoras y fondos de pensiones en cada economía de la zona se convirtieron en los mayores compradores de los bonos emitidos por otros países que usan el euro. Esto significaba que si Grecia u otro país se declaraba en cesación de pagos, las repercusiones habrían golpeado con fuerza la salud de bancos en toda la región. Ese riesgo para los bancos elevó incluso a las economías pequeñas de Europa a la categoría de "demasiado grandes como para caer", la misma lógica que aplicó Estados Unidos cuando rescató a gigantes como Citigroup y AIG en medio de la crisis financiera de 2008. Annunziata dice que también quedó de manifiesto que una cesación de pagos en un país haría subir las tasas de interés sobre los bonos emitidos por otros gobiernos europeos, lo que puede elevar los costos de crédito a niveles tal vez prohibitivos. "Mi problema de deuda se convierte en su problema de deuda", agrega el economista. Aunque las políticas fiscales de los miembros de la zona euro estaban ligadas en esta forma, no se implementaron mecanismos para prevenir que los gobiernos derrocharan sus recursos. Se suponía que la responsabilidad fiscal de la eurozona estaba garantizada por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento Europeo, el cual tiene como fin limitar los déficits presupuestarios a 3% y la deuda a 60% del Producto Interno Bruto. Pero en la práctica, el pacto no tiene mucho peso. Ahora, en el transcurso de dos semanas, las perspectivas de disciplina fiscal recibieron dos golpes: el paquete de rescate de 110.000 millones de euros para Grecia y el masivo fondo de estabilización ensamblado durante el fin de semana. Estos paquetes eludieron las reglas que muchos creían prohibían los rescates dentro de la eurozona. También debilitaron los incentivos de los mercados para que los gobiernos pusieran sus cuentas en orden. El programa del fin de semana fue reforzado por la decisión del BCE de comprar bonos soberanos de los gobiernos del bloque cuyos mercados fueran "disfuncionales". Esto llevó al banco central a comprar bonos gubernamentales a primera hora del lunes. "Países despilfarradores pueden ahora contar con que el BCE alivie las presiones del mercado que antes suministraban la única herramienta de disciplina antes de que se alcanzara un nivel de crisis", dice Annunziata. El principal arquitecto de la disciplina fiscal en la zona euro viene de afuera: el Fondo Monetario Internacional, el cual exige que se cumplan ciertas exigencias en materia fiscal a cambio de sus préstamos. THE WALL STREET JOURNAL. 11-5-2010 EEUU. The Washington Post Un día feliz para Europa El domingo fue el Día de Europa, el 60 aniversario de la memorable "Declaración Schuman" de 1950, en el que un ministro de Asuntos Exteriores francés propuso la consolidación de la comunidad europea del carbón y el acero, poniendo a un continente devastado por la guerra en el camino de convertirse en lo que hoy es la Unión Europea. Pero este año el Día de Europa era casi una ocasión muy infeliz. A medida que el fin de semana comenzaba, los mercados financieros parecían impresionados por el paquete de ayudas que la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional habían improvisado para atajar la deuda Grecia. El lunes amenazaba con desatar una aceleración en el ataque especulativo contra el euro, de consecuencias potencialmente desastrosas para la economía mundial. Afortunadamente, los dirigentes políticos de la UE han actuado con determinación para atajar este tipo de desastres, anunciando cerca de 1 billón de dólares de apoyo financiero para los gobiernos deudores en dificultades, como España y Portugal. Los mercados respondieron con una ovación, por ahora, al menos, no habrá otra oleada de gran pánico. El mérito de este paso, costoso pero necesario, no es sólo del jefe del FMI, Dominique Strauss-Kahn, el presidente francés Nicolas Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel, que dejó de estremecerse y se enfrentó a la amenaza a corto plazo con toda su dimensión, sino también para el presidente Obama y el presidente de la Reserva Federal, Ben S. Bernanke. Se dieron un pequeño codazo y ayudaron a sus colegas europeos a evitar un colapso que podría haber dañado la recuperación incipiente de EEUU también. Pero que nadie se haga ilusiones sobre el precio que Europa tendrá que pagar por este respiro. Una de las medidas más arriesgadas que se han adoptado es la nueva política del Banco Central Europeo, que ha aceptado actuar como comprador de último recurso, incluso para los devaluados bonos de los gobiernos europeos. En fecha tan reciente como el jueves, el BCE se negaba a tomar una medida tan drástica, que equivale al pago de las deudas de España, Portugal, Grecia y, posiblemente, otros con dinero impreso. Los mercados han obligado al BCE a cruzar esa línea, con consecuencias para su credibilidad a largo plazo acerca de las que ahora sólo se puede especular. Y es sólo un respiro. El amplio rescate permite ganar tiempo a los gobiernos europeos para poner su situación fiscal en orden. Pero no garantiza que lo harán. La Unión Europea debe adoptar métodos más estrictos para que los Estados miembros se ajusten a las promesas de disciplina fiscal coordinada, sin la que el euro no puede sobrevivir. Los Estados miembros más profundamente en deuda, por su parte, no sólo deben recortar los déficit, sino también acometer una reestructuración para aumentar su competitividad y reactivar el crecimiento. Y las economías más exitosas de la Unión Europea, especialmente Alemania, debe adaptarse para depender menos de las exportaciones para el crecimiento, para no condenar a sus vecinos del Sur a un ciclo interminable de deuda y austeridad. Estos cambios largamente pospuestos requerirán aún más coraje político que el que llevó a idear el plan de rescate. Hay tiempos difíciles por delante para millones de europeos, muchos de los cuales, sin duda, se preguntarán por qué han de hacer tantos sacrificios por el bien de un ideal, la unidad europea y su moneda. La única respuesta efectiva puede venir en forma de cambios que abran el camino para un continente más próspero y dinámico. Si los dirigentes europeos no aprovechan esta oportunidad, la austeridad que queda por delante habrá sido en vano, y el sueño de una Europa unida que se inició hace 60 años podría marchitarse. THE WASHINGTON POST. 11-5-2010 Reino Unido. Breaking Views España gana tiempo, pero debe actuar Fiona Marhag-Bravo Debe de ser tentador para España y Portugal concluir que están fuera de peligro. Pero la recuperación en el mercado de valores y la disminución del riesgo de la deuda soberana tras el anuncio del gigantesco paquete de rescate de la Unión Europea no debería calmar a sus Gobiernos con un falso sentimiento de seguridad. La necesidad de recortar sus déficit presupuestarios es todavía urgente, y las medidas anunciadas hasta el momento puede que no sean suficientes si no se acompañan de reformas estructurales. Deberían también comprender que las ayudas de la UE están ligadas a una camisa de fuerza fiscal del FMI. Después de haber visto cómo Grecia se retuerce ahora de dolor, deberían poner todos los medios para evitar solicitar ese dinero en efectivo. Ambos países dicen ahora que están reduciendo sus respectivos déficit. España dijo que recortaría su déficit un 0,5% extra y un 1% para el próximo año, reduciendo el déficit a un 9,3% en 2010 y a un 6,5% en 2011. El problema es que incluso esas cifras son bastante altas. Lo que es más, el déficit podría ser mayor si el crecimiento disminuye. Las propias proyecciones del Gobierno -un 0,3% de caída este año, alcanzando un crecimiento de un 1,8% el próximo año y un 2,9% para 2011- parecen demasiado optimistas. Portugal parece ser más consciente del verdadero peligro. Planea reducir su déficit en más de un 1% este año. Pero será porque está más cerca del precipicio. Es más, el recorte presupuestario es sólo una prioridad. Para restaurar la competitividad, los gemelos ibéricos necesitan implementar reformas estructurales. Para España, lo más urgente debería ser el mercado laboral y el sistema financiero. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y su rival del Partido Popular, Mariano Rajoy, han llegado al menos a un acuerdo sobre la reforma de las cajas de ahorro con problemas, aunque los detalles aún son muy escasos. Pero sin una reforma laboral integral que permita a las empresas ser más flexibles en la fijación de salarios, el desempleo podría seguir en niveles muy altos durante la próxima década. Ambos países tienen aún tiempo para evitar una crisis. España y Portugal presentarán sus medidas al Ecofin el próximo 18 de mayo, que serán examinadas por la Comisión Europea. Bruselas debería mantener su bota presionando firmemente sus cuellos. BREAKING VIEWS. 11-5-2010 Inglaterra. Financial Times O la eurozona asume sus responsabilidades, o acabará disolviéndose Wolfang Munchau “Cueste lo que cueste” no es un mal lema en la lucha por salvar a la eurozona. Lo mismo puede decirse del nuevo fondo de estabilidad europeo, que compensaría el enorme abismo del tejido institucional de la zona euro. Pero, para que esto funcione, necesitamos saber con claridad cuáles son las batallas que hay que librar y qué inestabilidad hay que estabilizar. Y es en este sentido donde las reformas propuestas seguramente acaben fracasando. Cuando escuché a Jean-Claude Juncker, presidente del Eurogrupo hablar sobre un ataque global sobre el euro, llegué a la conclusión de que seguramente el juego había acabado. Es probable que las reformas, por deseables que puedan ser, lleguen demasiado tarde. Los líderes europeos no están atajando el problema: más bien actúan de cara a la galería. Su objetivo no son los desequilibrios económicos, sino los especuladores: hedge funds, bancos de inversión, los vigilantes del mercado de bonos y, sobre todo, esas siniestras agencias de calificación anglosajonas. “Cueste lo que cueste” significa que la UE creará una agencia de calificación europea, financiada con dinero público y sujeta a la regulación del continente. Su populismo parece totalmente fuera de control. La canciller alemana, Angela Merkel, sigue teniendo dificultad en detener el recelo contra Grecia que ella misma despertó en Alemania en la fase inicial de la crisis. En ese momento, su actuación parecía políticamente correcta. Por la trayectoria de las anteriores crisis financieras en Europa sabemos que los políticos no disponen de los recursos necesarios para comunicarse con los mercados financieros. Se contentan con utilizar el dinero de los tenedores de bonos para financiar sus excesivos déficit, para después mostrarse indignados cuando esos mismos inversores se retiran y provocan una subida de los tipos de interés. Pero, si la situación se analiza desde la perspectiva de los tenedores de bonos, en los últimos nueve meses, han tenido que tolerar la noticia de que Grecia lleva años falseando sus cuentas, a una canciller alemana que anunciaba compromisos políticos que no estaba dispuesta a respaldar y a un presidente español que se empeñaba en negar los graves problemas estructurales de su país. Los tenedores de bonos saben que los países de Europa del sur no pueden salir de esta crisis con un mayor crecimiento nominal. El aumento de los tipos de interés en estos países no es consecuencia de un ataque de los especuladores ni de un siniestro complot, sino de una reacción tardía. Cabe preguntarse si un fondo de estabilidad o un pacto de estabilidad reforzado, como ha propuesto Merkel, ayudaría a solventar el problema. ¿No lo hemos intentado antes? ¿No fue el acuerdo alcanzado durante la cumbre europea de Dublín en 1996 mucho más severo que éste? ¿No incluía la amenaza de sanciones? ¿No fracasó porque Alemania optó por ignorarlo? La otra propuesta de Merkel de privar a los países con mayor déficit de su derecho de voto es aún menos realista. La canciller justifica esta medida alegando que una organización que depende de la unanimidad de votos para tomar decisiones importantes no puede imponer una penalización a un país miembro. Aunque sea cierto, privar a los estados de sus derechos democráticos resulta exagerado, si el objetivo es de naturaleza fiscal. Dado que la propuesta necesitaría introducir reformas al tratado, ¿quién va a esperar que los veintisiete voten a favor de la abrogación de derechos tan fundamentales? Más allá de un régimen de resolución de crisis, para encontrar soluciones sostenibles habrá que partir de la creación de un bono soberano europeo. Jacques Delpla, miembro del Consejo de Análisis Económicos del Gobierno francés, y Jakob von Weizsäcker, del comité de expertos europeo Bruegel, presentaron la semana pasada un ingenioso proyecto. Según sus propuestas, hasta el 60% de la deuda de un estado miembro con respecto al PIB podría agruparse en un único bono, y los gobiernos se harían responsables de la deuda que superara ese límite. De esta forma, los gobiernos tendrían el incentivo de reducir la deuda; crear el primer mercado de bonos del mundo; reducir los tipos de interés; proporcionar a los mercados financieros transparencia sobre la calidad de su deuda y resolver el dilema del BCE sobre política colateral. La iniciativa fomentaría la introducción de más reformas institucionales, como la creación de un consejo fiscal independiente, aunque esto podría hacerse al margen de tratados europeos, si fuera necesario. Además, seguramente necesitaríamos lo que yo denomino una “unión fiscal de mínimos”. Hablamos del 5% del PIB de la eurozona, en el que haya una política central que incluya, por ejemplo, un sistema de seguros de desempleo común a toda la zona euro. El mecanismo podría actuar como estabilizador automático para mitigar posibles conmociones. También serían necesarios mecanismos de coordinación vinculantes. Si usted es de la opinión de que nada de esto se pondrá en práctica por motivos políticos, me temo que la consecuencia acabará siendo un fracaso de la unión monetaria europea. Grecia seguramente acabe en suspensión de pagos. Tampoco veo cómo los sectores privados de España y Portugal podrían sobrevivir a las reformas sin sobrecargar hasta límites insostenibles sus finanzas públicas. A menos que la eurozona asuma sus responsabilidades y opte por atajar estos problemas concretos, reformando simultáneamente su sistema de gobierno, acabará disolviéndose. Hay rumores que apuntan a que todo esto forma parte de una estrategia de Alemania para crear una “pequeña Europa” con Alemania a la cabeza. No estoy seguro de si esto es cierto pero, ya se trate de una idea premeditada o de algo puramente casual, los daños derivados de su puesta en práctica serían irreparables. Espero que los líderes de la UE elijan la integración, no la división, pero sus mensajes no parecen encajar con mis esperanzas. “Cueste lo que cueste” suena bien, pero me temo que es una falacia. FINANCIAL TIMES. 10-5-2010

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