Con una arrogancia fuera de lo común, el presidente francés Hollande hizo una visita relámpago a Mali para proclamar los éxitos y bondades de una intervención, en la que la Comisión de Derechos Humanos de la ONU ya ha denunciado que se están produciendo detenciones arbitrarias e indiscriminadas y ejecuciones sumarias y extrajudiciales en las zonas «liberadas».
Arrogándose unilateralmente el derecho a enviar a sus ejércitos allí donde considera que sus intereses imperialistas están amenazados, Francia interviene militarmente en Mali, como hizo Bush en Irak, y a todo el mundo le parece bien. A pesar de que ha estado a punto de desatar la internacionalización del conflicto con la toma de rehenes en Argelia y de que todos los expertos auguran que ha iniciado una guerra que, pese a sus iniciales éxitos militares, se prolongará durante años y se extenderá a las naciones vecinas de Malí.
Y encima, en nuestro país, el PSOE se atreve a acusar a Rajoy de “haber tardado demasiado en apoyar a Francia”. ¿A qué aspira Rubalcaba? ¿A convertirse en el mamporrero de París en el Sahel y el Norte de África?