Nadie puede negar que estamos sufriendo una oleada de recortes que han afectado, e incluso empobrecido, a una inmensa mayoría… en beneficio de una ínfima minoría. ¿Pero cuál es su origen? ¿Quién nos los ha impuesto? ¿Quiénes se han beneficiado? ¿Y cómo podemos acabar con este saqueo?
Suele difundirse, especialmente entre la izquierda, un “relato” que coloca todo el peso en las tramas corruptas o en las políticas neoliberales, presentando como alternativa para acabar con los recortes la limitación de los excesos de la casta de políticos y empresarios, o cambiar “las políticas de derecha” por otras más progresistas.
Esta es una visión que señala a los pequeños ladrones… mientras los grandes atracadores pueden seguir saqueando.
Claro que hay que luchar contra los corruptos, y exigir que devuelvan el dinero robado. Ha sido algo más que un alivio que Rajoy ya no esté en la Moncloa. Pero quienes impusieron los recortes, y se llevan la mayor parte de lo que nos han quitado a la mayoría, son otros mucho más poderosos.
Sufrimos un saqueo que viene del exterior. Quien abrió la senda de los recortes no fue Rajoy sino Zapatero, presentado por algunos como un presidente progresista. Y quien le obligó a ello no fue el presidente de la patronal española, sino una llamada de Obama, el presidente norteamericano.
Los recortes se han impuesto en España a golpe de dictados del FMI, la Troika o la Comisión Europea. Detrás de cada oleada de recortes encontramos siempre la intervención política para imponer desde los principales centros de poder mundiales un salto en el saqueo sobre la población y las riquezas nacionales.
Se ha degradado a España, señalándola como blanco. Colocándonos dentro de los PIGS (cerdos en inglés, con los acrónimos de Portugal, Irlanda, Grecia y España), para que sobre nuestro país cayeran los “hombres de negro” del FMI, los ataques de las agencias de calificación subiendo la prima de riesgo o las exigencias de Bruselas.
A principios de 2010 desde Washington el Nobel de Economía Paul Krugman, actuando como portavoz del gran capital norteamericano, anunciaba que “los españoles deberán rebajarse sus salarios al menos un 25%”. Toda la maquinaria de la superpotencia se puso en marcha para forzar que esa predicción se cumpliera.
Una llamada de Obama impuso la primera oleada de recortes. Más tarde la intervención directa de Merkel obligó a cambiar a marchas forzadas la Constitución, para blindar el pago de la deuda a los bancos extranjeros. Y el FMI o la Comisión Europea exigieron la aprobación de dos reformas laborales, a cual más agresiva, y dos reformas de las pensiones que las recortaban cada vez más.
Esto es lo que ha pasado. No tiene nada que ver con “el avance de las políticas neoliberales”. Ni desde luego son Bárcenas o Correa los que dirigen la ejecución del saqueo.
El elevado grado de dependencia hacia el exterior es la gasolina que permite imponernos los recortes. Por eso defender la soberanía nacional, evitando que sean el FMI o la Comisión Europea, desde Washington o Berlín, quienes dicten la política que se debe seguir en España, es absolutamente necesario para poder librarnos del saqueo.
No son cosas del pasado. Tienen una rabiosa actualidad. Y van a determinar nuestro futuro.
Aunque se oculte, los “hombres de negro” del FMI siguen visitando España. En otoño volverán a hacerlo, para vigilar las medidas que tome el nuevo Gobierno.
Los presupuestos, donde se establece dónde se destina el dinero, ya no se deciden solo ni principalmente en España. Deben atenerse a las “recomendaciones” de Bruselas. Que, por ejemplo, nos obligan a seguir recortando, cuanto mínimo hasta 2020, el porcentaje del PIB destinado a sanidad, educación y políticas sociales.
Esto, que es lo sustancial, es precisamente lo que ha desaparecido del debate político. Se discute si hay que dedicar más dinero a gastos sociales, pero no de la necesidad de romper los límites que nos imponen desde fuera.
El cambio de Gobierno ha sido positivo. Desalojar a Rajoy de la Moncloa, a través de una moción de censura en cuyo triunfo ha influido de forma decisiva el avance de la mayoría social que se opone a los recortes, es evidentemente una buena noticia.
Pero el cambio no será el que la mayoría necesita mientras no recuperemos la capacidad para decidir por nosotros mismos nuestro camino.
Eso es precisamente lo que han hecho los países que, incluso en los momentos más agudos de la crisis, continuaron creciendo.
El primer paso para impulsar un proyecto de crecimiento autónomo, donde se redistribuya la riqueza y se pueda de verdad revertir los recortes es la defensa de la soberanía nacional frente a las imposiciones del FMI o la Comisión Europea.
hellboy dice:
Con lo bello,variado,plurinacional y rico,que se vive muy bien con 4 durs,que es España y tenemos una izquierda,a la izquierda del PSOE que es que es de chiste,que les mientas «soberania nacional» y ya les salta el chip con que eso es de Franco.Siempre lo digo,pero es que en el foro de frikys de IU,les hablo de «Frente patriótico anti-yankee» y me tachan de falangista.A las cosas de perogrullo le dan la vuelta.No sólo me llamaron falangista,es que en buen estilo «social-fascista» me echaron del foro y borraron el tema.Y Podemos con Puigdemont,que no me extraña que en el metro de Barcelona lo abuchearan las masas
EJE DE MUNDOS dice:
Al menos una decena de Estados, con sus respectivos países, poblaciones, riquezas colosales…, se han despegado siquiera parcialmente del expolio primermundista y, claro, el Imperio organiza el reajuste en sus propias filas, a través de sus organizaciones, tales como el FMI, la Troika, el BM, la burguesía-burocrática belga, la OMC, la OIT, Forum diversos, Think Tanks, etc. El motivo es que para que los países más primermundistas puedan seguir viviendo como antes tienen que drenar también a los países más débiles del Primer Mundo más los ubicados en el Segundo Mundo del eje de abcisas, dado que el proletariado y los pueblos no quieren seguir viviendo como hasta ahora… Por eso es un error pensar los mundos a partir de un esquema estático donde la clasificación está ya hecha para toda «una era histórica»: al revés, lo que tenemos es abordable desde un pensamiento «cuántico», donde las posiciones fluyen y a veces se confunden hasta deslizarse unos u otros por el intersticio tornasolado del segundo mundo y con visos de precipitación hacia el mundo proletario. Así en España.