Mexicano afincado en Asturias, Daniel López Acuña es un médico epidemiólogo especializado en Salid Pública, bien conocido en los medios españoles tras sus muchas intervenciones públicas durante la pandemia de Covid.
Fue directivo durante treinta años en la Organización Mundial de la Salud, donde desempeñó cargos tan importantes como director mundial de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis o director mundial de Cooperación en Países y Colaboración con las Naciones Unidas. Desde 2014 reside en nuestro país, donde además de ser parte del jurado del Premio Príncipe de Asturias, es profesor en la prestigiosa Escuela Andaluza de Salud Pública.
Como en anteriores entrevistas, Daniel López Acuña atiende a Foros21 con una extraordinaria amabilidad.
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El retorno de Trump a la Casa Blanca ha supuesto un terremoto con múltiples ramificaciones. Una de ellas es la retirada de EEUU -o del gobierno argentino de Milei- de la Organización Mundial de la Salud (OMS), acompañada de todo un discurso contra el «globalismo» y la gobernanza sanitaria mundial, cuya crucial importancia pudimos ver en la pandemia de Covid-19. Usted tiene una trayectoria de más de tres décadas en la OMS. ¿Cómo valora esto? ¿Qué consecuencias tiene?
Creo que es un duro golpe a la salud pública mundial, además de una manera de minar la gobernanza internacional en salud, de carácter multilateral, y debemos preocuparnos por lo que ha sucedido. La noticia de que EEUU se salga de un club, o de un acuerdo internacional no es un hecho aislado, por desgracia. Pero éste es especialmente grave, porque se sale del marco de cooperación y coordinación sanitaria del que forman parte los 194 países del mundo, que forman la OMS, y que conjuntamente buscan definir una seguridad sanitaria mundial, e impulsar una agenda de la salud en el mundo.
La retirada de EEUU de la Organización Mundial de la Salud supone varias cosas muy negativas. En primer lugar significa un enorme recorte financiero para este organismo de la ONU, un recorte de 1.300 millones de dólares, que eran los aportes que hacía Washington sumando las cuotas fijas como en aportaciones voluntarias. Eso es ni más ni menos que entre el 20 y el 30% de las entradas de la OMS.
Ya eso solo supone un hachazo, la congelación de programas, de contrataciones, de nuevos emprendimientos, recorte de actividades en múltiples áreas de acción. No sólo en el campo de la actuación contra epidemias y pandemias -que por supuesto- sino que afecta a labores como la lucha contra la mortalidad infantil y contra la mortalidad materna; a la lucha contra el VIH, la tuberculosis, la malaria; a los programas de salud sexual y reproductiva, a los programas de salud mental; a la asistencia sanitaria en situaciones de crisis humanitarias, desastres naturales o conflictos armados. Y desde luego afecta a todos los programas de vigilancia y alerta global contra epidemias o enfermedades emergentes.

Entonces, estamos ante una afectación múltiple a la OMS. Al salirse EEUU -y también la «imitación» que mencionas, la de Argentina, casi diría «de broma» si sus consecuencias no fueran tan serias- de los 194 países que había en la OMS quedan 192. Quedan dos países fuera del reglamento sanitario internacional, de las obligaciones en materia de salud pública, de informar sobre peligros potenciales que pueda suponer una epidemia o una enfermedad emergente. Todo ello no sólo pone en peligro a la población de estos dos países, sino una respuesta unificada y coordinada ante una potencial nueva pandemia o una emergencia sanitaria de carácter internacional.
También debemos de entender que la tarea de la OMS no sólo es esta vigilancia ante sucesos como las pandemias, o de impulsar la mejora de la salud en los países más desfavorecidos, sino que también tiene una función normativa, de establecimiento de estándares y protocolos basados en la evidencia y el asesoramiento científico, que benefician a todos los países del mundo. El ‘Codex Alimentarius’ de la OMS, que recopila y actualiza todo lo relacionado con la seguridad alimentaria y nutricional en coordinación con la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), es un ejemplo. Pero también los estándares de las vacunas, de los medicamentos y de los tratamientos médicos.
Trump ha propinado un golpe bajo a la salud pública mundial
Es una muy mala noticia que la administración Trump haya decidido hacerse a un lado y desvincularse de todo esto, bloquear el intercambio científico-técnico que existía entre estos 194 países en materia sanitaria desde que se creó la OMS hace 70 años, y automarginarse de los mecanismos de negociación de los reglamentos sanitarios internacionales.
Todo esto tiene consecuencias muy serias, a la que se suma algo también muy importante: los recortes a la ayuda oficial al Desarrollo que EEUU impulsaba mediante su agencia USAID, que tenían un volumen de 42.000 millones de dólares al año, muchos de ellos en acción humanitaria y sanitaria, por ejemplo en la lucha contra el VIH y para facilitar el acceso a antirretrovirales.
En definitiva, lo que ha ocurrido en este mes y medio es un golpe realmente profundo a la salud pública mundial, y a la consecución del objetivo de desarrollo sostenible número 3 en materia sanitaria dentro de la Agenda 2030 de la ONU. Y por supuesto un ataque virulento contra el multilateralismo.
Esta decisión viene acompañada del nombramiento de Robert F. Kennedy Jr., como Secretario de Salud. Después de llevar años haciendo propaganda contra las vacunas y de promover la desconfianza hacia ellas, EEUU está viviendo casos como el brote de sarampión en Texas, la mayoría en personas no vacunadas, con más de cien casos y al menos la muerte de un niño. Ahora Kennedy ha recogido cable y alienta a la vacunación, pero los recortes sanitarios abren nuevos frentes, por ejemplo la tuberculosis… ¿Es terrible para EEUU, no?

Desde luego. Para EEUU es terrible la llegada de Kennedy, que tiene todo un historial negacionista y antivacunas, y que se opone a multitud de avances científicos y técnicos. Y además de lo que mencionas, es inquietante que nada más llegar Trump a la presidencia y ser nombrado este Secretario de Salud, se haya puesto un veto a la comunicación y la transparencia científica de importantes agencias sanitarias gubernamentales como el CDC [Centro de Control de las Enfermedades, por sus siglas en inglés] o la FDA [Administración de Alimentos y Medicamentos, por sus siglas en inglés]. Ahora entras a las páginas electrónicas de estos organismos, que publicaban información diaria, y pone algo así como «esta página no será actualizada hasta que se autorice por la administración Trump».
Entonces lo que tenemos en EEUU es un verdadero oscurantismo, casi un regreso a la Edad Media, que lamentablemente va a tener serias consecuencias en la salud de la población norteamericana.
Muchos achacan estas decisiones a la mera ignorancia, o a la hostilidad contra la ciencia, de estos líderes, pero ¿no hay algo más?. Detrás de este oscurantismo anticientífico y negacionista de Trump y sus satélites ¿no hay un cierto interés en derribar todos los frenos a la ley del máximo beneficio capitalista? ¿No es “Benefits First” el verdadero lema de Trump?
Absolutamente. Desde luego que son medidas oscurantistas, neohitlerianas si se quiere, pero no es por locura de sus actores. Hay una agenda clara de minar el multilateralismo, minar el orden internacional basado en reglas que se conformó con la creación de Naciones Unidas tras la II Guerra Mundial… pero también de favorecer el capitalismo salvaje, la expansión económica y comercial como la única divisa que cuenta. Toda barrera regulatoria, todo obstáculo que provenga de la ciencia y que interfiera en el beneficio económico, debe ser derribado y por eso están siendo atacados. Yo creo que hay leerlo así, y esto es lo que no ve el electorado norteamericano que votó por Trump.
Y esto mismo es lo que hay detrás de otras ofensivas de Trump, como las políticas xenófobas, las deportaciones masivas de migrantes, con redadas en escuelas e iglesias. Es una agenda concertada, no son disparos desde la cintura.
Este oscurantismo es casi un regreso a la Edad Media
Hablemos ahora de la OMS y de su enfoque ‘One Health’. Conforme avanza el multilateralismo, el peso de los BRICS y de las naciones en vías de desarrollo en la escena internacional, en la ONU y en sus agencias -como la Organización Mundial de la Salud- se han ido abriendo paso enfoques cada vez más progresistas y globalistas, como ‘One Health’, «Una sola Salud» global. ¿De qué se trata?

Para que se comprenda, el enfoque One Health lo que plantea es la necesidad de articular las necesidades de la salud humana, de salud animal y de salud ambiental. Porque las tres cosas son un contínuo, no estamos en compartimentos estancos. Hay muchas enfermedades originadas por zoonosis, por saltos de patógenos animales a humanos, que han producido pandemias como es el caso del Covid, pero hay muchos más ejemplos: MERS, SARS, ébola, el HIV.
Por tanto el enfoque One Health busca promover más coordinación entre las agencias de salud animal, de los sistemas de vigilancia epidemiológica en animales, con las agencias de salud pública y los sistemas de alerta epidemiológica en humanos, así como con el monitoreo del impacto ambiental sobre la salud. Y todo este cuidado, y las medidas que se puedan desprender de las evidencias científicas y de esta vigilancia, pueden interferir en la expansión económica y comercial que interesa a estos actores negacionistas. Porque evidentemente este enfoque One Health supone más fuerza regulatoria, más vigilancia y control de la salud pública siempre desde poner a las personas y el medio ambiente primero. Pero es la única manera de avanzar hacia prevenir enormes riesgos como la aparición de nuevas pandemias.
Porque además, este enfoque holístico de la salud pública mundial integra aspectos sociales como las condiciones socioeconómicas, la lucha contra la pobreza, salud mental y violencia de género…
Si, porque además de la One Health, hay otras líneas que viene promoviendo la OMS, como es la importancia de los determinantes sociales en materia de salud. Y por tanto, que no hay que dirigir acciones únicamente a las consecuencias sanitarias, sino a las causas económicas y sociales que generan o que facilitan los problemas de salud, tales como las desigualdades, las malas condiciones de vida y trabajo, las inequidades en el acceso a los sistemas sanitarios o la inexistencia de programas de salud para amplias capas de la población en muchos países.
Por eso es tan importante promover políticas de cobertura universal para la población, el acceso universal a los servicios de salud, y lograr que muchos países que no tienen una sanidad pública, gratuíta y universal, la puedan tener. Que el acceso a los servicios de salud no esté sujeto a la capacidad económica o no esté condicionado por la ganancia de grandes grupos económicos, y por tanto no genere una bancarrota, un empobrecimiento drástico cuando alguien se pone enfermo y ha de ser hospitalizado.
Las políticas que promueve la OMS son progresistas.
Y desde luego, todas estas agendas que promueve la OMS son progresistas, y que buscan crear el mayor escudo social en materia sanitaria, se ven notablemente minadas con los recortes que ha ordenado la administración Trump.
En definitiva, estamos hablando de un enfoque sanitario que pone a primero las personas y no a los beneficios del capital. Y de ahí la hostilidad de los EEUU de Trump.
Exactamente. Por eso debemos defendernos de estos vientos y no bajar la guardia.
Elsie Rose-Marie Le Franc dice:
AS usual, well said Daniel.