El deterioro de la situación en la eurozona avanza a tal velocidad que lo que hasta hace poco era impensable, ya no sólo se piensa, además se dice abiertamente. Así lo hizo ayer un alto cargo de la autoridad reguladora del sector financiero británico (FSA, por sus siglas en inglés), Andrew Bailey, quien reveló que la institución ha pedido a los bancos de su país que preparen planes de contingencia para el caso de que se produjera una ruptura desordenada del euro o la salida de alguno de los países que forman parte de la moneda única.
No son las únicas prevenciones que se manejan en los mercados financieros internacionales. Esta semana también, la casa de inversión Nomura apuntaba en un informe un nuevo elemento de fragmentación de la eurozona al advertir a sus clientes que deberían valorar de forma diferente las deudas de los países en función de si están sometidas a la legislación inglesa o local. Una distinción que sólo tiene sentido si se teme una suspensión de pagos o una salida del euro con posterior devaluación por parte del emisor de la deuda.