Decir que el PSOE ha retrocedido 7,5 puntos porcentuales desde las últimas elecciones municipales, pasando del 35,31% de los votos emitidos en 2007 al 27,79% en 2011 es ofrecer un pálido reflejo de la realidad. Lo cierto es que el PSOE ha perdido al 19,1% de sus votantes. Es decir, 1 de cada 5 personas que le votaron en las anteriores elecciones, no lo han hecho en estas. Una auténtica hemorragia de votos que abandona al PSOE de Zapatero en todas las direcciones y en todos los territorios.
Como advertía el editorial del diario El País a las 24 horas de roducirse las votaciones, la debacle electoral del PSOE es de tal magnitud que pone incluso en riesgo de quiebra al propio modelo político bipartidista, que para poder funcionar correctamente necesita de forma imperiosa la existencia de dos patas, a derecha e izquierda, como alternativas creíbles de poder y de alternancia.El 22-M ha puesto electoralmente al PSOE al borde del abismo. Uno de cada cinco electores le retiran su apoyo, y lo hacen, además, de forma prácticamente homogénea en todo el territorio nacional. Por su volumen, Andalucía, Cataluña, la Comunidad Valenciana y Madrid son las más abultadas: en esos cuatro territorios se concentra nada menos que 856 mil votos perdidos, el 57,6% de todas las pérdidas. Pero es que incluso en comunidades consideradas como “bastiones” socialistas, como Castilla-La Mancha, las pérdidas superan los 51 mil votantes, un 10% de su electorado. O como Extremadura, donde las pérdidas alcanzan el 12%.Los votantes, además, se le escapan no sólo en todas las comunidades, sino que, en un primer nivel de análisis, se le van también en distintas direcciones políticas. Una parte no mayoritaria se va hacia el PP, lo que parece especialmente evidente en aquellos lugares como Andalucía, Extremadura o Castilla-La Mancha, donde su prolongada hegemonía hace aparecer al PP a ojos de algunos de sus votantes como la “alternativa” de recambio. Sin embargo, también parece claro que fuerzas progresistas como UPyD e IU sacan una buena parte de sus nuevos votantes del caladero de votos perdido por el PSOE. Algo similar a lo que ocurre en la Comunidad Valenciana con la fuerza nacionalista de izquierdas Bloc-Compromis. Los votos nulos y en blanco, así como numerosas candidaturas locales independientes, por su parte, arrancan también una buena cantidad de votantes socialistas.En este sentido, lo que ha ocurrido es que en torno al PSOE, como principal gestor de la política de recortes y ajustes dictada por el FMI y Bruselas, se ha concentrado mayoritariamente el frente de rechazo de una buena parte de la población, que ha manifestado de esta forma su inequívoca oposición a una política y unas medidas que atacan frontalmente los intereses del 90% de la población.Por eso, todo el debate interno abierto ahora mismo en el seno de PSOE acerca de la conveniencia o no de abrir el proceso de primarias, de celebrar un congreso ordinario o extraordinario o de cómo afrontar la sucesión de Zapatero es, de alguna manera, un brindis al sol.Pues no se trata de un problema de personas ni de formas políticas, sino de sustancia. Del contenido de la política ejecutada por Zapatero –y seguida ciegamente y sin discrepancias por el grueso del aparato del partido– desde la llamada de Obama en mayo del pasado año y que puso en marcha el mayor plan de ajuste, recortes sociales y rebajas salariales de los últimos 50 años.Sin cambiar esta política, y a los dirigentes comprometidos con ella, no es posible detener la hemorragia electoral en la que se consume el PSOE