Era el año 1970 y el escritor Yukio Mishima había fundado una especie de milicia radical, la Sociedad del Escudo. Con ellos irrumpió en el cuartel de la División Oriental del Ejército y se dirigió a los 800 militares que allí aguardaban incitándoles a dar un golpe de estado. Ante la pasividad de los soldados, Mishima procedió a ejecutar el seppuku, un suicidio ritual japonés mediante el cual se abrió las tripas en canal y fue decapitado por sus ayudantes. Este suceso despertó el interés del inquieto Paul Schrader, que tuvo que esperar ocho años hasta que su proyecto vio la luz en las salas de cine. Una densa película que concentra todos los tópicos de un cineasta de culto: personajes que luchan contra sí mismos, sobreviven a sus contradicciones, y en ocasiones se liberan de ellas con la muerte. El film constituyó la confirmación como director de un hombre que había crecido a la sombra de Coppola y Scorsese.
Schrader se había ganado el reseto de la industria cinematográfica gracias a ser el responsable de guiones tan brillantes como los de Taxi Driver, Yakuza, Toro Salvaje o La última tentación de Cristo. Sin embargo, después de haber alimentado con sus textos la carrera de Scorsese, demandaba una oportunidad para dirigir sus propios guiones. Esta llegó en 1978, con Blue Collar, ya bajo el apadrinamiento de Coppola y George Lucas. El debut tras la cámara del guionista Schrader no pudo ser más inspirado. Un filme comprometido y militante, que asesta un golpe al mito del sueño americano. Y también alcanzó un notable éxito con American Gigoló, aprovechando el talento de un jovencísimo Richard Gere.Pero para entonces, Schreder ya llevaba años dándole vueltas a su Mishima, una vida en cuatro capítulos. Sin embargo tuvieron que pasar años hasta que en 1985 consiguió estrenar la película. Una historia cargada de poesía visual y belleza en la factura, en la que pudo trabajar con total libertad, gracias a la financiación de un George Lucas completamente influenciado por las alabanzas de Coppola. Y pese a lo que pudiera suponerse, Schrader no cayó en el tópico de aprovechar el sanguinario suceso, sino que se esforzó en retratar todas las contradicciones y vicisitudes más incómodas del escritor más importante del Japón de la posguerra. De tal forma que la película nunca se ha estrenado en Japón.Mishima es un retrato-mosaico del consagrado autor y dramaturgo japonés. La película investiga la inquietud interior y las contradicciones de un hombre que trató de alcanzar una imposible armonía entre sí mismo, el arte y la sociedad. El film se sitúa en el último día de Mishima, cuando cometió el célebre seppuku en público que conmocionó al mundo, el 25 de noviembre de 1970. El relato está salpicado de flashbacks para contar diversos episodios de su infancia; sus comienzos como escritor, el posterior triunfo profesional, su conversión como estrella mediática, las obsesiones por la belleza física y sus ambiguos gustos sexuales, así como la creación de la "Sociedad del Escudo". Mishima: una vida en cuatro capítulos, es un tributo a sus ideales y temáticas, así como un audaz trabajo de investigación sobre el arte en sí mismo, una obra poco conocida del mejor cine de los 80, que podemos contemplar de nuevo en nuestras pantallas totalmente remasterizada.