Un empresario polaco, Artur Z. K., ha sido detenido por la Guardia Civil en Buitrago de Lozoya (Madrid). Está imputado por tráfico de seres humanos, detención ilegal, delito contra los derechos de los trabajadores, amenazas, coacciones y una falta de lesiones. Lo único que cobraban los trabajadores polacos era un bocadillo diario, un cartón de vino, un paquete de tabaco y una cama en la que dormir. Pero estos lodos vienen de aquellos barros. Vienen del modelo económico del «ladrillo», de ganancias extraordinarias a costa de una mano de obra infra-barata, sin cualificación, inmigrantes particularmente.
En la rensa se ha presentado como si fuera simplemente la maldad de un empresario individual que se aprovecha de la crisis económica para mantener a los trabajadores en condiciones laborales infrahumanas. Que la causa de que se acepte tal situación de explotación laboral, especialmente los inmigrantes, de falsas promesas de contratos y permisos de residencia, llegando a ser utilizados como mano de obra casi gratuita, es la crisis actual. Pero esto es la punta de un iceberg. Esto es el árbol pero no el bosque. Evidentemente este constructor polaco es un desalmado, un desaprensivo y un delincuente. Pero se oculta que el llamado “milagro económico” de los pasados años de “vacas gordas” en España tenía unos pies de barro, o mejor, profundamente enfangados. Un modelo que generó un crecimiento descomunal y desorbitado de los beneficios en el sector de la construcción a costa de mantener en condiciones de hiperexplotación a los trabajadores, inmigrantes mayoritariamente. Trabajadores contratados en las plazas de los pueblos y ciudades, sin importar la cualificación, ni la seguridad, ni los derechos laborales. Sólo importaba abaratar al máximo el coste de la mano de obra para maximizar las ganancias, saltando de un lado a otro de la legalidad. Y han sido las grandes constructoras e inmobiliarias en toda España los representantes genuinos del “milagro español”, compartiendo beneficios con la banca y las cajas, su sustento financiero. El constructor polaco, con un amplio historial de antecedentes policiales a sus espaldas, ha quedado en libertad bajo fianza. Las víctimas, salvo una, han vuelto a Polonia. Los responsables y beneficiarios en España de este cruel modelo económico, que la crisis ha destapado con toda su crudeza, están en libertad sin fianza e intentando que todos paguemos su crisis. Y las víctimas, nosotros, seguimos aquí, en España. Habrá que unirse y oponerse.