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Cumbre de Panamá: un quiebre hemisférico de la hegemoní­a

La VII Cumbre de las Américas en Panamá, no es ni el inicio, ni el fin de la hegemonía de EEUU, pero si parece ser el punto sin retorno. A diferencia de la letra del famoso tango, de Miami 1994 a 2015, veinte años si son muchos cambios.

Son tantos cambios que quizá algunos desean olvidarlos, pero qué duda cabe que vale la pena recordarlos para contrastarlos y aquilatar lo que estamos viviendo en Panamá y en el resto del hemisferio.

1.- Hace 20 años el presidente Bill Clinton convocó a la primera Cumbre de las Américas en Miami, Florida. El contexto estaba dominado por el triunfo geoestratégico de los EEUU, sellado por la reciente disolución de la URSS (1992), la ola ideológica del triunfo del mercado sobre las responsabilidades del Estado, y el auge de las nuevas tecnologías de la era del internet. Una fiesta para el espíritu y clima hegemónico del unilateralismo de EEUU.

2.- A la Cumbre de Miami rondaba también el triunfo de los intereses trasnacionales, sobre todo de EEUU, que habían alcanzado a imponer las nuevas reglas mundiales del comercio en el NAFTA (TLCAN) y en la Organización Mundial del Comercio (OMC). Así que el siguiente objetivo en Miami era extender esas reglas al resto del hemisferio mediante el Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA). El pasado mes de diciembre en Miami se decía que la 1ª Cumbre buscaba “crear un plan de acción que promoviera la integración económica y el compartiera la prosperidad”[1].

3.- Hace 20 años, la conducta de la elite mexicana (buena parte de ella educada en universidades e instituciones tenaces instructoras de los dogmas neoliberales) habían hecho la tarea previa. Privatizaron el 95% del otrora famoso sector paraestatal del nacionalismo mexicano e impusieron un “consenso” legislativo para aprobar el TLCAN, por encima de una creativa pero insuficiente resistencia y protesta social. Aún más, en esos años desde la CEPAL se daba sustento y promoción a un mestizaje entre las tesis neoliberales y las aspiraciones latinoamericanas de integración regional bautizado mercadológicamente como “Regionalismo abierto”.

Todo eran signos inequívocos, interpretaron en EEUU, de que lo mismo podría reproducirse en el resto del hemisferio.

4.- A principios de los años 90 muchos países latinoamericanos salían de las dictaduras militares o las guerras sucias (financiadas y alentadas desde el Norte) y estaban prestos a reconstruir sus democracias. Sin embargo, en esos años, las elites latinoamericanas sabían de la lección del “Consenso de Washington”, de su disciplina férrea como prerrequisito para “entrar” a la ilusión de la modernidad, o de sufrir la represalia financiera y política. Cuba defendía excepcionalmente su soberanía pero estaba literalmente aislada, estaba en la lista de los enemigos y excluidos.

¿Qué mejores signos político-económicos podrían rodear la primera Cumbre de las Américas? ¿Y la protesta social en Miami? La democracia estadounidense y la policía de Miami se encargaron de reducirla con gases lacrimógenos, arrestos masivos y silencio de los medios.

Sin embargo, 20 años después, en 2015 la situación mundial y regional ha cambiado y el viento sopla con dirección al sur.

1a.- Es creciente el consenso de que la hegemonía unilateral de EEUU se ha erosionado y está en declive[2]. Signos de cambio son los nuevos bloques geopolíticos nacionales o regionales (BRICS por ejemplo), lo mismo que instituciones y alianzas pragmáticas (o desobediencias implícitas) de un nuevo orden multipolar como lo es el Banco de Desarrollo de los BRICS o el Banco Asiático de Infraestructura, o la UNASUR, la CELAC y el ALBA.

2ª.- ¿Quién puede ignorar el significado político hemisférico de derrota del ALCA, en Mar del Plata, Argentina, 10 años después de Miami?; o la pérdida de impulso de los acuerdos comerciales tipo NAFTA o incluso el simbolismo que entraño la perdida de la presidencia de la OMC. ¿Se podrá pasar por alto la caída y crisis de las premisas del Consenso de Washington en los propios territorios de las potencias que lo alentaron?

3ª.- En América Latina y el Caribe, aunque no en todos los países, entre ellos destacadamente México, se han producido cambios políticos y económicos de dirección diferente a Miami 1994. Ha habido una creciente búsqueda de políticas públicas que se escapan a la ortodoxia neoliberal y han reconocido la necesidad de atender la agenda social para combatir con éxito la desigualdad desde la agenda nacional y la construcción de acuerdos regionales, desde las “ventajas cooperativas” (no de las competitivas). Se han dado pasos hacia una mayor autonomía y posible acción conjunta internacional (propósito de la CELAC), aunque subsistan muchos retos por vencer (entre ellos la corrupción estructural que amenaza incluso a gobiernos populares). Además, esos cambios se reflejan en una propuesta de avanzada elaborada y promovida por una CEPAL[3] que recobró parte muy importante de su legado de autonomía frente a la política de EEUU.

4ª.-Si, la dirección del viento ha cambiado. Hoy 2015, los países “avanzados” y “desarrollados”, encabezados por las elites de la triada EEUU-UE-Japón son los países más endeudados del mundo, los que tienen mayores desigualdades en la distribución del ingreso, que tienen a una parte importante de sus jóvenes en el desempleo, que imprimen dinero sin respaldo económico real[4] y manipulan las cifras estadísticas para enmascarar la crisis y depresión económica[5], que han reconocido que son los grandes responsables de la destrucción del espacio atmosférico y financiero.

5ª.- ¿Con que cara puede la elite gobernante de EEUU dar lecciones de buen manejo financiero, democracia y justicia a América Latina y el Caribe, si sus políticas con grandes niveles de corrupción produjeron la gran crisis del 2007, el mega-rescate de los bancos especuladores, o el que cada día crezca la preocupación en su propio Congreso de una deuda externa 3 veces mayor a su PIB y una déficit presupuestal 2.1 veces mayor a su PIB[6] ? Lo mismo queda al descubierto la permanente campaña de financiamiento y cabildeo de las corporaciones para tener legisladores, jueces y leyes que respondan a sus intereses[7] y no a los intereses del Pueblo de EEUU.

Por lo anterior y más, con veinte años y más, nosotros ya no somos los mismos que Miami 1994. Y aunque no terminamos de enterrar al muerto ALCA, inclusive el viejo espíritu de Miami ha cambiado. 2015 da muestra de que se rompió el consenso entre los viejos e incondicionales aliados políticos sobre toda acción que encabezaran o promovieran los EEUU. Si, 2015 da paso a una posible etapa de nuevas relaciones y equilibrios entre Cuba, América Latina y el Caribe, con nuestros grandes vecinos del Norte.

La retórica o el lenguaje de la tecnocracia invadirá las declaraciones oficiales de la VII Cumbre, pero todo mundo sabe que políticamente algo ha cambiado.

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