Lo impensable ha sucedido. EEUU ha sellado con Irán un pacto en la negociación nuclear que hace apenas dos años era impensable. Washington va a reforzar la situación de quien sigue siendo su principal adversario en la región, pero al que ahora necesita para apagar los incendios generados
Doble problema para EEUU. La perspectiva de las negociaciones de la administración Obama con Irán son de una tesitura elocuente. EEUU sigue siendo el enemigo principal y común de los pueblos del mundo. Pero su continuo pero lento declive y retroceso se agudiza, ha de apagar y desandar los incendios que provoca en un punto tan estratégico y sensible como Oriente Medio.
Hace 2 años el grado de virulencia y agudización del enfrentamiento con el regimen iraní nos situaban en una antesala de cercana o inminentes preparativos para una invasión. Por un lado, la trayectoria de estas más que tirantes relaciones ha dado un vuelco espectacular, cuanto menos llamativo. El Pentágono, tras los inicios para la retirada de tropas en Irak y Afganistán, preparaba las condiciones para justificar ante la opinión pública una futura invasión: mezclar en su propaganda los términos, armas químicas, terrorismo infiltrado, Irán-Siria.
Aún más atrás, remontándonos a la era Bush, la cantinela del eje del mal. El objetivo era liquidar directamente al regimen iraní para mantener y hacer prevalecer sus intereses de dominio y control en la región. El jugador más activo de la misma, el gobierno más antagónico a la intervención y presencia norteamericana en Oriente Medio y Próximo puesto directamente en la diana de la invasión y guerra mundial contra el terror. Un agitado e intenso recorrido de contención, sanciones, presiones internacionales, agresiones y aislamiento dirigido desde Washington. Una política que ha oscilado entre contención y aislamiento mediante paquetes de sanciones en tiempos de Carter, Clinton y Obama hasta la confrontación indirecta con el apoyo armado y financiero a los rivales regionales de Irán durante la Administración de Bush.
Hasta aquí hemos llegado declive norteamericano. EEUU ha comenzado negociaciones con Irán. Se ha sentado con su jinete del eje del mal favorito para atajar algunos de los incendios que su propia actuación produce en la zona. «No hay duda de que un acuerdo implicaría un cambio absoluto en la política de los últimos 30 años», sostiene Jim Walsh, experto en seguridad del Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT). Los incendios que ha provocado la acción norteamericana en la región le han forzado a buscar en su mayor enemigo a largo plazo una negociación que permita una eventual colaboración a corto plazo. Irán es en Oriente Próximo y Medio el jugador activo, el regimen que se escapa a su plan de dominio: tiene iniciativa y voluntad política para oponerse a la injerencia de EEUU en la zona, además de una relativa fortaleza y capacidad militar.
Obama necesita el apoyo de Irán para poner paz en Irak. Lo necesita también para combatir al Estado Islámico. Es su gran apoyo para plantar cara a su avance, tienen que recurrir a su gran enemigo en la región porque el resto de países o no tiene la capacidad militar suficiente para ello o directamente no quieren hacerlo. Incendios y pirotecnia yanki, demasiados frentes abiertos: Yemen, Irak, Siria…
El inicio de las negociaciones suponen elevar y reforzar automaticamente el prestigio, la autoridad y la capacidad de Irán. El regimen iraní sale fortalecido en su papel en la región desde el minuto cero de esta novedosa situación de búsqueda de acuerdos. Y a su vez, para EEUU va a suponer abrir y provocar contradicciones con el resto de aliados que tiene en la zona. Por ejemplo con Arabia Saudí, dispuesta a torpedear cualquier acuerdo que refuerce la capacidad de Irán en la zona.
Resolver un problema hace crecer a su enemigo principal allí. Cuestión que da una diáfana muestra de hasta donde ha llegado el declive norteamericano. Avanza su retroceso y su declive estratégico se ha acentuado de tal modo que sus síntomas más visibles han pasado a manifestarse con total claridad del terreno económico al político-militar. Baja las espadas momentáneamente con el régimen iraní -la mayor amenaza para la hegemonía estadounidense en Oriente Medio- del cerco y la presión al que ha estado sometido por EEUU desde hace más de 30 años, le permite ganar tiempo para recomponerse internamente y reforzar sus áreas de influencia en Oriente Medio (Siria, Irak, Líbano,…), mientras que crea un importante foco de tensión y conflicto entre Washington y dos de sus principales aliados en la zona: Israel y Arabia Saudí.
La polvora en casa también es peligrosa. Esta batalla estratégica por Oriente Medio tiene otro ingrediente, explosivo y corrosivo. El problema en casa. La disputa dentro de la oligarquía estadounidense ante la agudización del declive se agrava entre las dos líneas sobre cómo gestionar el declive estratégico del Imperio. Halcones y palomas. La pugna entre las dos líneas se recrudece a cada retroceso. Entre llevar una hegemonía consensuada: que a cambio de seguir como superpotencia ofrece contrapartidas para que se acepte su supremacía, representadas en su momento por Clinton u Obama ahora mismo. O la línea mucho más agresiva de paralizar o suavizar el declive sobre la base de recurrir en primer lugar a la fuerza, con Bush sin ir más lejos. Al tiempo que la administración Obama apuesta por sentarse a negociar el senador McCain instó el 24 de marzo a que Israel bombardease Irán, argumentando que de lo contrario, Israel no sobrevivirá a la presidencia de Barack Obama.
19763 dice:
Extraordinario análise, boísima redacción, acertados titulares. Parabens