Aznar renuncia a la presidencia de honor del PP tras desvincular su fundación, FAES, del partido. Iglesias y Errejón convierten Podemos poco menos que en un cruento campo de batalla. El PSOE continua desangrándose en medio de sus desgarraduras internas. C`s cambia de un día para otro su línea ideológica con la oposición de casi el 50% de su consejo ciudadano.
Bajo la aparente placidez de un nuevo mandato de Rajoy, basado en una suerte de gobierno de coalición de facto pactado con la gestora del PSOE, un verdadero terremoto sacude el nuevo sistema de partidos surgido de las elecciones del 20 de diciembre de 2015. Agudos enfrentamientos, divisiones y fracturas más o menos explícitas recorren todos y cada una de las fuerzas del modelo “cuatripartito” que estaba llamado a suceder al histórico bipartidismo. ¿Qué esta ocurriendo? ¿Cuáles son las causas de este movimiento sísmico que, con mayor o menor intensidad, recorre a las principales fuerzas parlamentarias?
Los medios de comunicación lo achacan a la presencia de rivalidades y ambiciones personales, a meras peleas entre líderes enfrentados por acaparar el poder organizativo de sus organizaciones. Pero quedarse en esto –aunque efectivamente haya algo, o mucho, de ello– es dejarse llevar por las apariencias sin entrar en la sustancia real de las cosas.
El ejemplo paradigmático lo encontramos en las profundas divisiones que enfrentan al PSOE, la primera fuerza donde estallaron con una extrema virulencia estas contradicciones. El hilo conductor del estallido, como es bien sabido, lo encontramos en las fortísimas presiones por parte de Washington, Berlín y la clase dominante española para formar un gobierno de coalición PP-PSOE que asegurara la ejecución de su proyectos y la defensa de sus intereses como ha venido ocurriendo durante 35 años, desde la instauración del modelo bipartidista a raíz del golpe del 23-F.
La pertinaz resistencia de Pedro Sánchez a ejecutar este mandato abrió la caja de los truenos que concluyó con el golpe de mano y la abrupta defenestración del ex secretario general. Una batalla feroz –en la que los adversarios de Sánchez no dudaron en utilizar las navajas– cuya conclusión es todavía incierta. Impedir a toda costa la formación de un gobierno de progreso y de cambio, basado en una alianza PSOE-Podemos-C´s-Compromis, que recoja en viento popular y patriótico expresado reiteradamente en las dos últimas elecciones, es la lógica que explica estos movimientos.
Y el hilo conductor del que tirar, con sus especificidades, para entender los conflictos que recorren el mapa político español.
Se van a cumplir ahora cuatro años de un artículo premonitorio publicado, en forma de relato fabulado, por un conocido columnista español. Titulado “Informe Confidencial” para el embajador Salomon, en él se afirmaba que “España está al borde de un cambio de Régimen; que se corre el riesgo de una explosión social”. Que “en el delicado momento estratégico por el que atraviesa el norte de África, un país como España, determinante en la zona, no puede entrar en un periodo de desestabilización política, social y económica. Y propone que, como ocurrió al inicio de la transición, las potencias “aliadas” del Gobierno de Madrid -EE.UU, Gran Bretaña, Francia y Alemania- establezcan un “grupo de trabajo” y concertación para “ayudar y controlar” la situación española y en su caso pilotar esta “segunda transición” en favor de: salvar y reconducir el vigente régimen partitocrático, articulado a finales de los años setenta”. Finalizaba avisando “sobre la ausencia de nuevos dirigentes no contaminados con el régimen hoy fallido, aunque asegura que, llegado el momento, los nuevos protagonistas de la reforma aparecerán”.
El momento llegó en las europeas de 2015, los nuevos dirigentes aparecieron y crecieron exponencialmente en las generales de 2016. De lo que se trata ahora es de tratar de canalizar el descontento social a través de las nuevas fuerzas, mientras se busca que el traqueteante bipartidismo sostenga mientras pueda una “red de seguridad” sobre los intereses oligárquico-imperialistas.
Anónimo dice:
Estimados combatientes, camaradas i proletariado: Una gran verdad la división. Pero es el neoliberalismo el que nos divide, el que nos segrega por grupos de interés aparentemente diferentes. Nos atacan primero a unos, luego a otros, luego a otros, nos quedamos inmoviles cuando les toca a los otros, pero cuando llega la hora a tu grupo (sector, o lo que quieras) hay ahí si que nos han hecho daño.
Si un proletario administrativo saliera a la calle a defender a un proletario de la mina de carbón otro gallo cantaria.
Y luego está la Teoria del Shock, sinó recuerdo mal de Naomi Cleim (disculpad si no lo cito bien), en la que las grandes reformas del sistema para joder al proletariado las aplican cuando estamos ante una situación de shock, sea un huracan, una crisis económica provocada o lo que sea. Para tragar con esos cambios nos han de pillar acojonados, catatonicos y estupefactos, entonces dulcemente nos los aplican y hasta el próximo.
Así paso a paso, el neolibelalismo salvaje se va abriendo paso, aumentando el nivel de desigualdad, la miseria, la pobreza.
Como dice muy bien un compañero, hay que saber reconocer al ENEMIGO, si nos confunden, con la intención de que pongamos el foco en otro falso enemigo, llega la división, llega la batalla perdida frente a un poderoso verdadero enemigo, fuerte y con las filas prietas que se llama CAPITALISMO.
Si no tenemos claro quien es el verdadero enemigo nunca dejaremos de ser un reino de taifas y así nos irá.
Salud a todos y buen año!!
Anónimo dice:
solo pensat porque la derecha siempre esta unida y la idquierda cadavez mas dividida hasta que no consigamos que la idquierda deje sus diferencias y consigan ponerse de acuerdo seguiremos siendo una minoria aunque seamos una gran mayoria