El infierno empezaba en el colegio, en el internado o en la iglesia del barrio. Aquellos que debían enseñar, ayudar o iluminar el espíritu se convertían en autores de inimaginables pesadillas. El maltrato, la violencia y los abusos sexuales aparecían en las vidas de niños, amparados por una asfixiante promesa de silencio como una pesada losa inundada de terror.
Con el paso de los años, algunas de las víctimas se atrevieron a hablar, pensando que se haría al fin justicia. Pero el infierno no acabó con eso. El silencio era ahora un muro cómplice de los artífices del maltrato.
Los testimonios se ponen en tela de juicio. La pulcritud del nombre del acusado tiene más importancia que hacer justicia. Como Poncio Pilatos, a quien dicen criticar, la jerarquía de la Iglesia se lava las manos, negándose a abrir una investigación seria llevada a cabo por una comisión independiente.
Los verdugos, las víctimas… y los cómplices
El periódico El País ha llevado a cabo la mayor investigación realizada sobre abusos sexuales en el seno de la Iglesia católica en España. Comenzó la investigación en octubre de 2018 y terminó recientemente, en el 2021, completando un informe de 385 páginas que recopila con rigurosidad casos desde los años cuarenta hasta el día de hoy.
De momento, son 251 los miembros del clero y seglares de instituciones religiosas acusados de abusos a menores. Las denuncias afectan a 31 órdenes religiosas y 31 diócesis. Si los casos del informe se suman a los que ya se conocían hasta ahora, la cifra asciende a 602, donde cada caso implica a un acusado, y 1.237 víctimas desde los años treinta.
Si los casos del informe se suman a los que ya se conocían, la cifra asciende a 602 acusados.
Es importante subrayar que para el cálculo del número de víctimas solo se han contabilizado los testimonios directos de afectados y testigos. La realidad es que en multitud de ocasiones los pederastas abusaban de decenas de niños. Según las estimaciones empleadas en los estudios de comisiones independientes en otros países, las cifras se multiplicarían a varios miles.
Finalmente, el dossier señala a los cómplices. Por un lado, aparecen los nombres de responsables eclesiásticos que pudieron encubrir los abusos. Por otro, se nombran los altos cargos de la Iglesia española sospechosos de haber ocultado o silenciado casos que ya han sido publicados en los últimos años. Entre ellos, se encuentran más de una veintena de cardenales y obispos.
De la Conferencia Episcopal al Vaticano
El País se ha asegurado de que el dossier llegaba desde cada una de las órdenes religiosas implicadas, hasta la Conferencia Episcopal Española (CEE) y al propio papa Francisco. Y las respuestas han sido muy variadas.
Por su parte, el Vaticano ha garantizado que dicho dossier llegaba a manos de la Congregación para la Doctrina de la Fe, institución que centraliza la investigación de la pederastia en todo el mundo católico. La Congregación supervisará todo el proceso que lleve a cabo la CEE y espera resultados en no más de tres meses.
La Congregación para la Doctrina de la Fe, del Vaticano, supervisará todo el proceso que lleve a cabo la Conferencia Episcopal.
Respecto a la Conferencia Episcopal Española, ha transmitido mensajes cruzados. Su presidente, el cardenal Juan José Omella, lo envió al tribunal eclesiástico de Barcelona, donde fue registrado, para que iniciara la investigación.
Sin embargo, la CEE siempre se ha negado a emprender una revisión del pasado y rechaza una comisión independiente como la creada en Francia, Alemania y otros países. Y ahora ha delegado la investigación a las diócesis y congregaciones religiosas implicadas.
Y finalmente, las órdenes religiosas, que concentran el 77% de los casos, han reaccionado rápidamente y en su inmensa mayoría de forma radical, prometiendo que investigarían cada episodio de manera contundente.
Es el único camino posible para empezar a poner fin a la impunidad de la que han disfrutado aquellos demonios que hablaban de Dios. Los hombres vestidos de blanco que, como repudiaba Lorca, deberían ponerse una inyección para adquirir la lepra y disolver sus anillos de diamante.