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Cómo salir de la crisis sin destrozar a la ciudadaní­a

En 2001, Argentina sufrí­a una larga recesión y estaba ahogada por una deuda pública enorme. La situación acabó en quiebra, aumento del paro y de la pobreza hasta ser los más altos de su historia moderna. La pobreza afectó a más del 52% de argentinos y el desempleo superó el 24%. Entonces se dejó de pagar la deuda, se devaluó la moneda y se desarrollaron diversos planes sociales desde 2007. El resultado fue una incesante recuperación del paí­s. Desde entonces, la economí­a argentina crece entre 7 y 10% anual (salvo 2009 que solo creció 0,9) y se han reducido considerablemente pobreza y desempleo hasta valores inferiores al 10%.

“Esto está mal y se pondrá peor, por tanto el Gobierno ha de tomar medidas duras, como la reforma laboral, y hará recortes muy importantes, porque es lo único que se puede hacer”. Este puede ser el resumen de un reciente discurso de Mariano Rajoy, nuevo presidente del gobierno de España. Pero es mentira. Ni es lo único que se puede hacer ni tal política conseguirá otra cosa que más desempleo, pobreza, incertidumbre, sufrimiento y violación masiva de derechos de gran parte de la ciudadanía. En la línea que sufre Europa.

Cuando Inazio Lula fue elegido presidente de Brasil, la reducida población más rica se quedaba con la mitad del dinero del país y dejaba apenas una décima parte a los pobres, que eran la inmensa mayoría. Lula cambió esas cifras. Aumentó el salario mínimo un 62%, y sacó realmente de la pobreza a millones de brasileños. Sacar de la pobreza a tantos millones hizo crecer siete veces el consumo. Y la economía funcionó mejor. Además logró que 45 millones de brasileños tuvieran cuentas bancarias activas, eliminando intermediarios en la administración y entrega de recursos públicos a los necesitados.

En seis años la desnutrición de Brasil se redujo un 73%; y la mortalidad infantil, un 45%. Combatir la pobreza y el hambre fue prioridad indiscutible del presidente Lula. Restaurantes populares, programas de lactancia materna, promoción de agricultura familiar, distribución de alimentos a los más pobres, microcréditos, fomento de la economía local, facilitar a niños y jóvenes educación básica y formación universitaria a hijos de obreros… Con algunas políticas similares, Bolivia ha dejado de ser el país más pobre de Sudamérica.

Y en la crisis financiera de 2008, Brasil salió adelante gracias a las clases populares rescatadas de la pobreza que demandaban y usaban regularmente bienes y servicios. “No hay nada más barato que invertir en los pobres”, decía el Presidente Lula, porque la inclusión de tantos millones de ciudadanos llevó al desarrollo. No era una intención piadosa: es un hecho.

En 2001, Argentina sufría una larga recesión y estaba ahogada por una deuda pública enorme. La situación acabó en quiebra, aumento del paro y de la pobreza hasta ser los más altos de su historia moderna. La pobreza afectó a más del 52% de argentinos y el desempleo superó el 24%. Entonces se dejó de pagar la deuda, se devaluó la moneda y se desarrollaron diversos planes sociales desde 2007. El resultado fue una incesante recuperación del país. Desde entonces, la economía argentina crece entre 7 y 10% anual (salvo 2009 que solo creció 0,9) y se han reducido considerablemente pobreza y desempleo hasta valores inferiores al 10%.

Para Julio Gambina de ATTAC, Argentina es un espejo en el que debe mirarse Europa. Suspensión de pagos de la deuda, devaluación de la moneda y programas sociales es también la recomendación del Nobel de economía Stiglitz a la tozuda Europa. Aunque sea más complicado aplicarlo por las restricciones que impone el euro. Pero que, en realidad, lo son por los lamentables tratados que los jefes de Estado y de Gobierno han acordado en la construcción de una Europa al servicio del poder financiero. Pero lo que se acuerda, también se puede anular.Y también en Europa, la ciudadanía de Islandia expulsó a un gobierno corrupto e inútil y encarceló a los responsables de la crisis financiera y del retroceso del país. Islandia se recupera. Según las previsiones de la Comisión Europea, Islandia ha cerrado 2011 con un crecimiento del 2,1%, este año será del 1,5% (triple que el de los países de la zona euro) y en 2013 se prevé que crezca un 2,7%. Se ha vuelto a crear empleo y la deuda pública ha disminuido de forma notable. Porque la ciudadanía islandesa rechazó rescatar a los bancos, decidieron negociar el pago de la deuda y llevaron a los tribunales a los responsables del desastre económico.

Hay otros caminos para enfrentarse a la crisis, por supuesto. Pero en Europa, los mandatarios solo piden sacrificio; un sacrificio que ellos y sus señores y cómplices jamás hacen ni están dispuestos a hacer. Los resultados de ajustes, recortes y «reformas estructurales» están a la vista: recesión, reducción de la actividad económica, más paro y más pobreza… En realidad, lo que nuestros mandatarios llaman sacrificio es estafa y latrocinio.

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