Noviembre ha registrado un nuevo récord negro: casi 60.000 parados más. Es el cuarto mes consecutivo en que se destruye empleo, y todas las previsiones apuntan a que el próximo año superaremos ampliamente los cinco millones de parados.
Quieren que nos resignemos a esta sangría, aceptando que “a causa de la crisis mundial” debemos acostumbrarnos a convivir durante mucho tiempo con estas cifras de paro. ¡No es verdad! ¡Claro que se puede acabar con el paro! Pero para ello debemos negarnos a acatar los recortes dictados por el FMI y Bruselas, y poner los ingentes recursos controlados por una ínfima minoría al servicio de crear riqueza y empleo.Las cifras del paro en noviembre son escandalosas. Hay 59.536 parados más -el doble del incremento registrado en noviembre del pasado año-. Y -lo que da una idea de que la destrucción de empleo ha sido incluso mayor- se han perdido 111.782 afiliados a la Seguridad Social.No solo hay muchos más parados, sino que también aumenta escandalosamente el número de desempleados que no cobran nada.«Las cifras del paro en noviembre son escandalosas» El porcentaje de parados que reciben alguna prestación ha bajado desde el 80,9% en enero de 2010 al 67,7% el mes pasado. Según el Inem, el número de perceptores del seguro de desempleo ascendía a 2,8 millones. Si cogemos como referencia las cifras de la EPA -que ya dan cinco millones de desempleados-, 2,2 millones de parados no cobran nada.No podemos aceptar estas cifras de paro. Sobre todo, porque España dispone de riqueza suficiente como para crear millones de puestos de trabajo. El problema está en quien tiene su propiedad y como d dispone de ella.Mientras se han entregado a la banca más de 50.000 millones de euros de dinero público, a través de los sucesivos planes de rescate, se condena a más de dos millones de parados a la exclusión.Rajoy, como antes Zapatero, nos propone como alternativa una nueva reforma laboral que lejos de crear más puestos de trabajo sólo persigue rebajarnos todavía más los salarios.Pero sólo con implantar un nuevo impuesto de sociedades -donde de verdad pague quien más tiene, y los grandes bancos y monopolios tributen en función de sus multimillonarios beneficios- el Estado recaudaría casi 60.000 millones adicionales cada año. Suficientes para impulsar un plan de choque que permitiría crear anualmente 1,5 millones de puestos de trabajo