Se presenta el 8 de marzo como el “Día de la Mujer”, pero nació y se desarrolló como “Día de la Mujer Trabajadora”. No es un matiz sin importancia. La lucha de las mujeres obreras y trabajadoras ha jugado, y sigue haciéndolo, un papel clave en el avance del movimiento feminista.
De la misma forma al ofrecernos un repaso a las mujeres que han hecho contribuciones significativas se mencionan múltiples campos, se hace referencia a la lucha de las sufragistas… Pero se suele olvidar el imprescindible papel de muchas mujeres revolucionarias, algunas de ellas conocidas dirigentes, otras luchadoras anónimas, sin las cuales la historia de la lucha feminista, y de los derechos conquistados, sería otra muy diferente.
Solo vamos a fijarnos en este primer artículo en tres ejemplos -podríamos mencionar otros cientos- pero suficientemente significativos.
Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt, dirigentes de Mujeres socialistas, organizadoras del primer Día Nacional de la Mujer Trabajadora en EEUU (1908)
En la celebración del Día de la Mujer Trabajadora el 8 de marzo está la larga historia de movilización de las obreras norteamericanas contra la explotación a la que eran sometidas. El 8 de marzo de 1857 el sindicato de costureras de una fábrica textil de Lower East Side, en Nueva York, organiza una enorme manifestación para reclamar una jornada laboral de diez horas. La marcha es duramente reprimida por la policía.
Diez años después, en 1867, son las planchadoras de cuellos de la localidad norteamericana de Troy las que organizan un sindicato y mantienen durante tres meses una huelga para demandar subidas salariales. Los patronos organizan una feroz campaña contra la huelga, respaldados por las autoridades.
Pero la semilla de la lucha prendió. El 3 de mayo de 1908, en el teatro Garrick de Chicago la organización Mujeres Socialistas, presidida por destacadas activistas como Corinne Brown y Gertrude Breslau-Hunt, organizan el primer “Día de la Mujer Trabajadora”. Se celebrará por primera vez en Nueva York al año siguiente, en 1909, en honor a la marcha de 15.000 obreras textiles exigiendo una reducción de la jornada laboral, mejores salarios y derecho al voto.
Es un momento de efervescencia de la lucha de las mujeres obreras en EEUU. En noviembre de 1909 comenzó la huelga de las “camiseras”, conocida como el “Levantamietno de las 20.000”, respaldada por la Liga nacional de Sindicatos de Mujeres de EEUU.
Clara Zetkin, dirigente comunista, organizadora de la Conferencia Mundial de Mujeres Socialistas que fijó el 8 de marzo como “Día de la Mujer Trabajadora”
Cuando, en agosto de 1910, se reúne en Dinamarca la Segunda Conferencia Mundial de Mujeres Socialistas, se instaura el 8 de marzo como “Día de la Mujer Trabajadora” en solidaridad con la lucha de las obreras norteamericanas. La conferencia está presidida por Clara Zetkin, una de las más destacadas dirigentes revolucionarias. Jugó un papel clave en la fundación de la Segunda Internacional. Defendiendo la necesidad de abordar la lucha de las mujeres por parte de los partidos socialistas, desde una orientación revolucionaria, ganándose a las mujeres obreras.
Zetkin organizará en 1907 la primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas, dotándola de un periódico, La Igualdad.
Su lucha revolucionaria fue incansable. Tras el estallido de la Iª Guerra Mundial, denunciando el apoyo a la contienda bélica del Partido Socialista Alemán, organiza junto a Rosa Luxemburgo la primera “Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas contra la guerra”. En 1919 fue una de las fundadoras de la Liga Espartaquista, y posteriormente del Partido Comunista Alemán. Como vicepresidenta del Reichtag, en 1932, hizo un contundente llamamiento a combatir el nazismo.
La intervención de Clara Zetkin en la Conferencia de Mujeres Socialistas que decretó el 8 de marzo como Día Internacional de la Mujer Trabajadora, es toda una declaración de principios: “Y en ese día, compañeras, reclamaremos el derecho al voto y todos los derechos políticos y económicos que nos corresponden”.
Aleksandra Kolontái, dirigente bolchevique, jugó un papel destacado en las enormes conquistas en los derechos de la mujer tras la Revolución de Octubre.
El primer Estado que instauró el 8 de marzo como Día de la Mujer Trabajadora fue la Rusia posterior a la Revolución de Octubre. En ese hito jugó un papel decisivo la lucha de muchas mujeres obreras y bolcheviques, de las que Aleksandra Kolontái es un extraordinario ejemplo.
Kollontái fue una incansable organizadora de asociaciones de trabajadoras en Rusia. Y actuó de forma dirigente en la Revolución de Octubre. Fue elegida miembro del Comité Ejecutivo del Soviet de Petrogrado, capital de la insurrección. Y fue elegida miembro del Comité Central del partido bolchevique, donde fue un decisivo apoyo de Lenin en la reunión donde se decidió la toma del Palacio de Invierno.
Tras la revolución fue elegida como Comisaria del Pueblo para la Asistencia Pública, convirtiéndose en la primera mujer en la historia que formó parte del gobierno de una nación. Desde allí impulsó gigantescas conquistas en los derechos de la mujer, impensables en los más avanzados países capitalistas. Se ganó el derecho a voto, se aprobó el divorcio y el aborto, se impuso la igualdad salarial entre hombres y mujeres, se otorgaron beneficios sociales en forma de salarios de maternidad, guarderías…
Pero no solo se tomaron decisiones legislativas en las alturas del gobierno. Desde el Estado proletario se desarrollaron campañas de información para que las mujeres conocieran, ejercieran y defendieran sus nuevos derechos conquistados.
Kollontái fue una d ellas impulsoras del Zhenotdel (Departamento de la Mujer), un organismo dedicado a promover la participación de las mujeres en la vida pública, y en proyectos sociales, y de manera muy especial la lucha contra el analfabetismo. El Zhenotdel tenía su propia revista llamada “Kommunistka” (Mujer Comunista). Aleksandra Kollontái defendía de forma radical la libertad de una nueva mujer, desde una posición revolucionaria. Propugnando la únión libre entre sexos, basada en el amor y no en lazos contractuales, frente al matrimonio que convertían a la esposa en una propiedad más del marido, y unas relaciones sexuales donde la mujer nueva no renunciaría jamás al placer.
Son solo algunos ejemplos. Hay muchos más, desde Rosa Luxemburgo a Pasionaria, que iremos desarrollando en próximos artículos. Pero suficientemente significativos del papel de vanguardia que las mujeres obreras y revolucionarias han jugado en el avance de la lucha feminista.