Aunque desapercibida para gran parte de la prensa internacional, oculta tras la vorágine de noticias sobre la crisis o el estreno de Hillary Clinton como Secretaria de Estado, la gira que el presidente chino Hu Jintao ha realizado a 4 países africanos es, sin embargo, uno de los grandes acontecimientos de la semana. Si ya en los últimos años, la presencia de China en el continente africano se ha multiplicado, la actual coyuntura internacional, dominada por la crisis que afecta con especial intensidad a las principales potencias imperialistas, va a permitir previsiblemente que esta presencia se intensifique.
Con 2 billones de dólares de reserva, y una olítica conscientemente diseñada de beneficio mutuo para ambas partes, en el que China obtiene las materias primas necesarias para su alto desarrollo industrial y África recibe a cambio préstamos chinos para el desarrollo de sus infraestructuras a un interés mucho menor que el que ofrecen las potencias occidentales, las perspectivas financieras –y su traslación al terreno de las relaciones políticas y diplomáticas– son que esta cooperación aumente sensiblemente en los próximos años. Sus efectos prácticos empiezan a ser percibibles en países como Angola –uno de los primeros en intensificar su cooperación con Pekín–, que en la actualidad presenta uno de los índices de mayor crecimiento de toda África. Pero su radio de influencia es mucho más amplio y abarca ya a prácticamente todos los enclaves geopolíticamente estratégicos del continente negro: Congo, Nigeria, Tanzania, Mozambique, Sudán,… Como afirma Adama Gaye (investigador invitado en la Universidad John Hopkins de Washington) en Jeune Afrique, la gira de Hu Jintao “demuestra que su país toma en serio a África” y que su poder financiero le capacita para ser “una especie de prestamista de última instancia” para “ayudar a África a resolver algunas de sus prioridades, en particular en el terreno del desarrollo de sus infraestructuras”. En el New York Times, Paul Krugman toma la estafa de Madoff como la metáfora perfecta del modelo de crecimiento de la economía norteamericana en la última década. Con unos activos hiperinflados que permitían incrementar el endeudamiento a un ritmo galopante, el estallido de la deuda ha puesto ahora de manifiesto la perdida de riqueza real que ha supuesto esa década para el país, aunque no para su burguesía monopolista. Y llama la atención sobre el hecho de que la última vez que pasó esto, en la Gran Depresión, sólo la entrada de EEUU en la guerra consiguió acabar con la crisis. Y que si tras ella fue posible que la economía norteamericana conociera más de dos décadas de expansión ininterrumpida (representando ella sola el 50% del Producto Bruto Mundial) fue debido, además de a su hegemonía político-militar, a que el gran capital norteamericano salió con una ingente acumulación de capital y no sólo sin deudas, sino convertido en el mayor prestamista mundial. Justo lo contrario de lo que ocurre ahora. China. Diario del Pueblo HU JINTAO EN ÁFRICA Tras una visita de tres días desde el 10 de febrero a Arabia Saudí, el presidente de China, Hu Jintao, comenzó una gira por Africa con el fin de fomentar la amistad entre China y los países en vías de desarrollo de la región. El viaje, que llevó a Hu a Mali, Senegal, Tanzania y Mauricio entre los días 12 y 17 de febrero, ha dado un nuevo ímpetu a la amistad tradicional entre China y Africa (…) En la década de 1970, cuando la mayoría de los países africanos comenzaron sus luchas por la independencia, el entonces primer ministro chino Zhou Enlai visitó el continente para expresar el firme apoyo de su país a los hermanos africanos. Los destinos de los pueblos chino y africano están estrechamente unidos porque comparten una historia similar y tienen ante sí tareas similares para el desarrollo, y las dos partes han llevado a cabo diferentes formas de cooperación basada en los principios de igualdad y beneficio mutuo. "Cada vez que vengo, me siento como si volviera a casa", dijo el lunes Hu en un importante discurso que pronunció en la capital de Tanzania, Dar es Salaam. Hasta ahora, China ha concedido toda la ayuda dentro de sus posibilidades a 53 países africanos bajo el marco de la "Cooperación Sur-Sur" con el propósito de ayudar a los países a lograr el desarrollo independiente y el progreso socioeconómico. Las relaciones sino-africanas entraron en una nueva etapa de desarrollo integral en el Foro de Cooperación China-África celebrado en Beijing en 2006, cuando se estableció un nuevo tipo de asociación estratégica que integra la igualdad y la confianza mutua política, la cooperación económica beneficiosa para ambas partes y los intercambios culturales (…) El presidente chino anunció una política de ocho medidas para fortalecer la cooperación pragmática con África en noviembre de 2006 en la Cumbre de Beijing. Varios meses después, efectuó una visita a África, durante la cual se firmaron una serie de acuerdos de cooperación con el propósito de implementar estas políticas. Ahora en 2009, año en el que debe concluir la implementación del paquete, el presidente chino visitó otra vez África para intercambiar opiniones con los líderes de los países africanos sobre el cumplimiento de los compromisos realizados en la cumbre de Beijing. Durante la visita, Hu también discutió con los líderes africanos los preparativos para la cuarta conferencia ministerial del Foro de Cooperación China-África, que se celebrará a finales de este año con el fin de ampliar la asociación estratégica (…) La rápida y eficiente implementación de las ocho medidas ha producido beneficios tangibles, y por lo tanto las medidas han sido bien aceptadas por los gobiernos y pueblos de África y la comunidad internacional. El presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Jean Ping, afirmó en enero que China es un socio clave de cooperación de África. El jefe de la UA también apreció el rol de China en el desarrollo de la infraestructura africana, diciendo que "China ha desempeñado un papel fundamental en la mejora de las instalaciones de infraestructura de los países africanos". El Banco Mundial ha destacado que China ha hecho importantes contribuciones a la promoción del desarrollo de África, y expresó su deseo de que los países africanos puedan combinar las experiencias chinas sobre el desarrollo con sus propias condiciones nacionales (…) Actualmente el mundo se enfrenta a serios problemas en medio de la crisis financiera mundial, y el impacto de la crisis se está extendiendo tanto a los mercados emergentes como a los países en vías de desarrollo. En estas circunstancias, Hu prometió solemnemente durante su gira africana que China (…) de ninguna manera recortará su ayuda a África (…) En cambio, hará todo lo que pueda para seguir aumentado su ayuda al continente, ofreciendo desgravaciones de deuda a los países africanos, y ampliando el comercio y la inversión con ellos. Los compromisos de Hu fueron recibidos calurosamente por los líderes africanos, quienes prometieron colaborar con China para hacer frente a los efectos de la crisis financiera. Un diario gabonés comenta que China, que ha prometido cumplir sus anteriores compromisos y no reducir su ayuda a África a pesar de la presión económica por la actual crisis, ha cumplido realmente las responsabilidades de un gran país DIARIO DEL PUEBLO. 18-2-2009 África. Jeune Afrique CHINÁFRICA: EL GRAN PACTO Adama Gaye La gira africana que el presidente chino Hu Jintao efectúa del 10 al 17 de febrero (Malí, Senegal, Tanzania e Islas Mauricio) demuestra que su país toma en serio a África. Pero esta seductora ofensiva no deja de suscitar una cuestión de fondo: ¿es provechosa, como piensan sus detractores, sólo para los intereses chinos, o constituye la base para una alianza en la que ganen todos? Lo urgente, en verdad, es dar una nueva sustancia al diálogo chino-africano a través dela concreción de un “pacto” bien preciso y pragmático. Así, a cambio de la reafirmación del apoyo africano a la política de reunificación total con Taiwán (“Una sola China”), que es la piedra angular de la diplomacia china, Pekín podría implicarse más, en términos financieros, en provecho de un continente expuesto más que nunca a los efectos de la crisis financiera. Con más de dos billones de reservas de divisas, transformado en una especie de prestamista de última instancia, el país de Hu Jintao tiene la capacidad de ayudar a África a resolver algunas de sus prioridades, en particular en el terreno del desarrollo de sus infraestructuras. De hecho, el continente ha asumido ya una gran parte de esta “pacto”. Con excepción de Burkina Faso, de Gambia, Santo Tomé y Príncipe y de Swazilandia, todos los países africanos –incluidos aquellos que en la mitad de los años 90 se dejaron tentar por los cantos de sirena financieros de Taipei– apoyan a Pekín en su acercamiento a Taiwán. No resulta difícil entender la determinación de China, que busca ante todo vengarse de lo que fue para ella, entre 1840 y 1945, un siglo de humillación. Su “redención” pasa necesariamente por la reconquista de sus territorios perdidos (…) Estableciendo una comparación con las dos Alemania, los Vietnam u otros países del mundo divididos durante la guerra fría, los dirigentes chinos consideran que es de todo punto lógico que Taiwán regrese a la familia. Como en el caso de Hong-Kong o Macao, ellos pueden mostrarse flexibles sobre la naturaleza de este reencuentro, a condición de que la idea de la independencia sea excluida de la negociación (…) Habiendo atendido las reivindicaciones nacionalistas de Pekín, los países africanos tienen ahora derecho a esperar más de una alianza hasta ahora dominada de largo por China. Para equilibrar esta relación, es importante establecer más transparencia en los contratos firmados, así como garantizar que los recursos mineros y energéticos del continente no sean acaparados exclusivamente por el interés chino (…) África debe exigir a las empresas chinas más responsabilidad social a través de una transferencia de conocimientos sólidos, el establecimiento de verdaderas joint-ventures y por una mejor concertación con la sociedad civil africana. En definitiva, los interlocutores africanos deben ser francos con Hu Jintao (…) JEUNE AFRIQUE. 10-2-2009 EEUU. The New York Times LA DÉCADA BERNIE Paul Krugman Ahora todo el mundo conoce el cuento triste de los inversionistas engañados de Bernard Madoff. Miraban sus declaraciones y pensaban que eran ricos. Pero de pronto, un día descubrieron para su horror que la supuesta abundancia era una ficción sólo presente en su imaginación. Lamentablemente, esta es una muy buena metáfora de lo que le ha pasado a EEUU en su conjunto en la primera década del siglo XXI. La semana pasada la Reserva Federal dio a conocer los resultados de la última Encuesta de Finanzas del Consumidor, un informe trienal sobre los activos y pasivos de los hogares estadounidenses. La conclusión es que, básicamente, no ha existido creación de riqueza desde el cambio de milenio: el patrimonio neto del hogar estadounidense promedio, ajustado por la inflación, es menor ahora que en 2001. A un nivel, esto no debería ser una sorpresa. Para la mayoría, durante esta última década, América ha sido una nación de prestatarios y derrochadores, no de ahorradores. La tasa de ahorro personal se redujo del 9% en el decenio de 1980 al 5% en el decenio de 1990, y a sólo el 0,6% entre 2005 y 2007, la deuda de los hogares creció mucho más rápido que los ingresos personales. ¿Por qué deberíamos esperar que nuestro patrimonio neto subiera? Sin embargo, hasta hace muy poco se creía que los estadounidenses eran cada vez más ricos, porque recibían declaraciones diciendo que sus casas y carteras de valores apreciaban su valor más rápidamente de lo que sus deudas estaban aumentando. Y si la creencia de muchos estadounidenses de que siempre podían contar con las ganancias de capital suena ingenuo, vale la pena recordar cuál es el número de influyentes voces – sobre todo en la derecha apoyándose en publicaciones como The Wall Street Journal, Forbes y National Rewiew – que han promovido estas creencias, ridiculizando a los que se preocupaban por tan bajos ingresos y tan altos niveles de deuda. Entonces la realidad golpeó, y resultó que los pesimistas habían tenido razón todo el tiempo. El aumento en los valores de los activos había sido una ilusión, pero el aumento de la deuda había sido muy real (…) Por esto es un embrollo de base amplia. Todo el mundo habla de los problemas de los bancos, que están, en efecto, aún peor que el resto del sistema. Pero los bancos no son los únicos jugadores con demasiada deuda y muy pocos activos, la misma descripción se aplica al sector privado en su conjunto. Y como el gran economista americano Irving Fisher señaló en la década de 1930, las cosas que la gente y las empresas hacen cuando se dan cuenta que tienen demasiada deuda tiende a ser contraproducente cuando se ponen a hacerlo todos al mismo tiempo. Los intentos de vender activos y pagar deudas profundiza la caída de los precios de los activos, reduciendo aún más el patrimonio neto. Los intentos de ahorrar más se traducen en una caída de la demanda de los consumidores, y con ello la profundización de la crisis económica. ¿Existen políticos dispuestos a hacer lo que se necesita para romper este círculo vicioso? En principio, sí. Los funcionarios del Gobierno comprenden la cuestión (…) En la práctica, sin embargo, las políticas implementadas hasta ahora no parecen suficientes para el reto (…) Hay esperanzas de que el rescate bancario eventualmente produzca algo más de confianza. Ha sido interesante ver la idea de una nacionalización bancaria temporal ser aceptada (…) hasta por los republicanos (…) Pero incluso si se hace lo necesario con los bancos, en última instancia sólo se va a resolver una parte del problema. Si desea saber lo que realmente tarda en salir una economía de la trampa de la deuda, mire el programa de grandes obras públicas, conocido de otra manera como Segunda Guerra Mundial, que puso fin a la Gran Depresión. Hasta ella no se acabó de llegar al pleno empleo. Asimismo, impulsó un rápido aumento de los ingresos y una inflación sustancial, lo que permitió prácticamente que no hubiera endeudamiento en el sector privado. En 1945 la deuda gubernamental se había disparado, pero la proporción de la deuda del sector privado en el PIB era sólo la mitad de lo que había sido en 1940. Y este bajo nivel de deuda privada contribuyó a sentar las bases para la gran expansión de la posguerra. Dado que nada de esto está sobre la mesa, o no parece probable que lo esté a corto plazo, serán necesarios varios años para que familias y empresas rebajen la deuda que tan alegremente incrementaron. Aumentando las probabilidades de que el legado de nuestro tiempo de ilusión -nuestra década Bernie- sea una larga y dolorosa recesión. THE NEW YORK TIMES. 15-2-2009