Hace poco escuché cómo un empresario, de esos que pagan a determinadas empleadas tres euros la hora de trabajo, solicitaba apoyo y ayudas al estado asumiendo que sin ese capote su negocio quedaría tan descangallado como fané ejemplificando sobremanera el fracaso de los postulados del capitalismo. Un sistema que se comporta como Saturno devorando a su hijo y cuya interpretación psicoanalítica incluye la autodestrucción propia de ese sistema, del fin de su mundo como obra de arte y la mutilación explicita a la que someten a quienes están bajo sus fauces.
Soy devoto de los escenarios trágicos y debo admitir en primera instancia que un capitalismo moral tampoco es que lo haya habido nunca. Suscribo la cita de Keynes cuando afirmaba que “el capitalismo es la extravagante idea de que los hombres más malvados harán las cosas más retorcidas para el mayor bienestar de todos”. De hecho ninguno de los postulados que mantiene ortopédicamente el capitalismo ha resultado ser cierto. Han bastado tres meses de confinamiento para que todo su tinglado se desplome, si no lo estaba ya. Y lo ha hecho de una forma tan estrepitosa como igualmente disimulada por sus grandes gurús -teóricos de la nada-. Igual de conspicua y callada por quienes intencionada o inconscientemente mantienen un cómplice silencio solo roto cuando desde esos y otros reductos se acuerdan del estado solicitando su auxilio mientras esperan y desean que todo vuelva a ser como antes.
Pero la pegajosa sustancia que sustenta al sistema económico capitalista no es creíble ni asumible a pesar de que muchos afirman que nunca en la historia ha habido tanta gente viviendo tan bien como en la época actual. Imagino que se referirán a Europa occidental y que en esta tesitura incluirán a esas mujeres citadas que ganan tres euros la hora de trabajo o a aquellos que hacen cola para recoger alimentos de mano de sus propios vecinos y a los inmigrantes que trabajan en nuestro país mientras malviven en infectos barracones. Porque cuando la realidad es tan pertinaz tal sistema se nos antoja un puzle de palabrería refutable y vacía de significado. Un juego de niños jugando a los héroes desde el salón de su casa revistiendo sus argumentos de falacias y estampitas y rindiendo servicio a aquellos que siempre visten de domingo. Sin embargo esa naturaleza tan alejada de la justicia social y la solidaridad ha demostrado, crisis tras crisis, que a la oligarquía económica y política que la sustenta le importa un cojón el pueblo y su devenir. El capitalismo, por mucho que lo queramos disfrazar, es incapaz de asumir que las premisas que lo sustentan no tienen nada detrás de sus soflamas. Ni siquiera aceptan que esa “racionalidad de los mercados” esgrimida a modo de estandarte sea tan sofocante, inepta y falsa como inédita su capacidad para resolver problemas.
Muchos cayeron en la trampa significada por aquellas políticas de estabilidad macroeconómica que iban a abrir las puertas del crecimiento, otra de las falacias del capitalismo, pero solo fueron los antecedentes que inauguraron el pastel de la recesión siendo este el heraldo que anunciaba el brutal recorte de gasto público y de políticas sociales, de asunción de la austeridad, del paro, de la bajada o congelación de salarios y de la creación consentida de una clase de trabajadores con salario pero pobre que vino para quedarse. No contaron que en todo esto iba también la contracción de la demanda y del consumo y que en ellas se vería afectado también su “negocio”. Abrazaron sin medida el nepotismo, el enchufe, el clientelismo y la corrupción y asumieron la desigualdad preexistente dando carta de naturaleza a un sistema que por definición produce y acentúa las desigualdades.
Si en algún momento el crecimiento económico ha creado empleo ha sido por mor de forzar y contribuir al cambio climático, alterando el medioambiente, los ecosistemas y la riqueza, sobre todo rural, asociada a su conservación. Creer que el crecimiento económico es el motor del empleo es ocultar la explotación actual de la fuerza de trabajo. Las tan traídas y llevadas políticas de expansión solo han beneficiado al poder financiero, a las grandes corporaciones y a las multinacionales mientras que los ciudadanos más desfavorecidos son de hecho más vulnerables a los altibajos dictados por ese venerado dios menor llamado mercado.
El sacralizado mercantilismo y la testicular obcecación por la obtención del máximo beneficio monetario han sido los altares donde se ha inmolado al sector público. Sector ejemplificado en la actual situación del Sistema Nacional de Salud en su falta de recursos y de personal y sobre todo en una pésima gestión o en el negocio de las residencias privadas para mayores o en la incumplida Ley de Dependencia. Posiblemente al capitalismo le importe un mojón que el Estado del Bienestar esté o no de moda. La realidad es que todo le sirve pues igual se hacían recortes por doquier a la par que se privatizaba una parte importante del sector público aumentando el pastel para carroñeros y buitres privados con el consentimiento de algunos que hoy están en el poder.
Hoy este sistema se enfrenta no solo a una crisis sanitaria sino también económica y climática que necesita poderosas respuestas. El problema es que el capitalismo no las tiene. A veces, muy pocas, asistimos a algunas afloraciones realmente alejadas de ese sistema: la ley sobre el ingreso mínimo vital es una de ellas. Es lícito pensar que esa ley obedece a la vieja estrategia que indica que si se desea implantar la igualdad es necesario cambiar las condiciones económicas de la gente. Sin esa medida el sistema podría estallar en mil pedazos. Los antagonismos, ya se sabe, pueden deflagrar y a sabiendas de ese efecto unos la han asumido pensando en las ventajas y otros en las consecuencias. Migajas de futuro que a algunos les parecerá el maná salvador pero donde también cabe recordar que siendo tan socialmente justa y beneficiosa no debe alterar la reivindicación de lo que es la verdadera Redistribución de la Riqueza.
Hoy, en una España donde buena parte de sus políticos juegan a la crispación y los ciudadanos están despertando del sueño COVID, hemos de darnos cuenta de que la verdadera izquierda tiene una oportunidad para mostrar las carencias del sistema y luchar por su transformación. Es el momento de unir nuestras fuerzas y actuar colectivamente generando las bases de un nuevo orden, de una nueva economía y una renovada sociedad. Esa “nueva realidad” económica debe ser definida por aquellos ciudadanos y políticos realmente progresistas. Y debe hacerse de forma que hasta el concepto mismo de democracia sea cuestionado trascendiendo las concepciones puramente políticas para alcanzar las sociales y económicas ampliando los horizontes de la democracia. Y lo haremos asumiendo la incapacidad para definir lo que deba sustituir al capitalismo pero convencidos del cambio y de las personas que lo deben construir, sus valores, sus ideales y su ética.
No sabemos cómo será el futuro pero sí que los poderosos, los que en la sombra o de forma explícita manejan los hilos, tienen un plan. Y para muestra están las declaraciones del gobernador del Banco de España y los nuevos recortes que plantea. Quizá es el momento de responder con otras condiciones que posibiliten un avance real y satisfactorio sin dejar atrás a nadie. La formulación de viejas ideas no servirá y una de esas condiciones pasa por apearse de ese vagón enganchado inútilmente a un tren llamado capitalismo. Tarde o temprano se comportará como esa profecía trágica que se cumple a sí misma.
Dedicado a mis compañeros gallegos y vascos de Recortes Cero, en plena campaña electoral.
Carlos dice:
Si te sirve de consuelo Adrian, Espanya con el opiacio Estado de bienestar (creado por la socialdemocracia Europea para que los obreros no se rebelen) comparado con los EEUU, es jauja. Tuve un profesor «cura rojo»,que es el que me inicio en el marxismo, que fue delegado del Vaticano en la Casa Blanca y me lo contaba. Eso es la casa de Satan, va uno de un lobby con el maletin lleno de millones de dolares a un politico,oye, cambiame las leyes de bosques, que voy a edificar, otro de las farmaceticas,oye, quitame el Obama care, que esto hay que privatizarlo…. en Washington se venden y compran almas
Santo Carlos Tomas Moro dice:
Como bien dices Adrian, si no son las crisis, es un virus el que derrumba todo el tinglado. No hombre, si el capitalismo tuvo su razon de ser, en cuanto que destruye el feudalismo y desarrolla las fuerzas productivas, pero en cuanto se convierte en monopolista se convierte en reaccionario. En «la montanya magica » de Thomas Mann lo refleja muy bien entre Settembrini, que representa el capitalismo naciente, con las ideas de los Ilustrados y Naphtha, un jesuita oscuro, que representa a la burguesia monopolista y a la Edad media. …..explotacion, prostitucion, alcoholismo. …esto acaba pronto, ya veras
Carlos tiene 4 pdfs de historia. llamad a la policia municipal y al cni por lo menos dice:
Si es que el capitalismo es asi. Incluso la de Zara, que se consideraba «de izquierdas » empezo ella sola y a cierto nivel de pedidos no tuvo mas remedio que contratar mano de obra a 5 duros la hora.Ahora Zara explota hasta a ninyos chinos.El capitalismo es asi. …. al que le guste pues ya sabe lo que hay