Siguiendo el ejemplo de Níger, que ya lo había hecho, Burkina Faso y Mali han decidido retirarse de la Organización Internacional de la Francofonía (OIF), una especie de «Commonwealth» a la francesa, denunciando que desde hace mucho la OIF ha dejado de cumplir su misión original de promover la cooperación cultural y técnica, convirtiéndose en una herramienta de “manipulación política” al servicio del imperialismo francés en África.
Según sus estatutos, la OIF, que hasta ahora agrupaba a 88 países miembros, tiene como misión «promover la lengua francesa, la paz y la democracia, así como fomentar la educación y el desarrollo en los países francófonos». Pero parece ser que sus verdaderos objetivos están lejos de ser tan dulces. Como en el caso de la Commonwealth inglesa, se trata de un organismo mediante el cual Francia, su Estado y su clase dominante ejercen influencia, injerencias y «poder blando» sobre los países que consideran parte de su área de influencia, tales como los del Sahel y el África Subsahariana.
Esta ruptura de estas tres naciones africanas con la OIF se enmarca en varios años de tensiones con Francia, después de que diversos golpes militares alzasen al poder a tres líderes, Ibrahim Traoré en Burkina Faso, Assimi Goïta en Mali y Abdourahamane Tchiani en Níger, abiertamente hostiles al yugo de las potencias occidentales -Francia, pero también EEUU- sobre sus países.
Todos ellos han denunciado que las intervenciones militares galas en su territorio, ejecutadas con la excusa de la lucha contra el yihadismo, en realidad buscaban perpetuar el dominio occidental sobre el Sahel. Todos ellos han ordenado desmantelar las bases militares francesas de su territorio. Y todos ellos han renacionalizado en todo o en parte sus recursos minerales, como el reciente caso de las minas de oro de Burkina Faso.
Además de abandonar la OIF, los tres países decidieron retirarse de la Comunidad Económica de Estados del África Occidental (CEDEAO) para formar una nueva Alianza de Estados del Sahel (AES) que busca redefinir sus relaciones internacionales y distanciarse de las instituciones vinculadas a sus antiguas potencias coloniales.
Este movimiento forma parte de una poderosa corriente soberanista que hoy avanza por toda África, y que sacude los cimientos de la dominación imperialista.