Con esta frase se cierra la obra La Loba, un magistral retrato de la naturaleza criminal del capitalismo norteamericano interpretada por Nuria Espert.
De aire y Fuego, así definió Terencí Moix a Nuria Espert. La actriz catalana es un clásico de la escena española y mundial.
De su mano hemos recibido algunos de los instantes irrepetibles y más intensos del teatro de las últimas décadas. Hoy vuelve a sacudirnos, como lo ha hecho tantas veces encima de un escenario, con La loba dirigida por Gerardo Vera.
Lillian Hellman autora de la obra es una autora muy desconocida en nuestros escenarios. Pertenece a esa pléyade de dramaturgos en la mejor tradición de la escena norteamericana de los años 30’ que influyeron de manera decisiva en todo el teatro contemporáneo. Militante, participó en la Guerra Civil española con Ernest Hemingway en 1937. Amante de uno de los grandes autores de novela negra, Dashiell Hammett, que también colaboró en el texto de La loba, formó parte de la lista negra del senador McCarthy. Escribió más de diez obras teatrales protagonizadas por los mejores actores de Broadway, y fue además guionista de grandes películas basadas en sus textos. La última, La Jauría Humana de Arthur Penn, protagonizada por Marlon Brando
Felicidades por lo bien que está funcionando la obra.
Gracias, está funcionando más que bien.Tenemos un reparto excepcional, una dirección magnífica y un decorado bellísimo. Actuamos cada día con un entusiasmo mayor que el habitual.
La escenografía es preciosa. Especialmente la escalera es estupenda, da un juego a la puesta en escena enorme.
La escalera es un barómetro del estado emocional de mi personaje. Sube y baja esa escalera con todos los ánimos posibles. Esperanzada por ver sus sueños cumplidos hasta la negativa del esposo que frustra sus anhelos y razón del asesinato.
Desde luego en muchas de las mejores escenas del cine y del teatro una buena escalera es imprescindible.
Sí, es verdad, se usan muchísimo. Son muy cinematográficas y muy teatrales. En La loba siguiendo las subidas y bajadas de Regina sabes cómo está su alma.
Ha declarado que le ha resultado más difícil de lo que pensaba transformarse en Regina Hubbard ¿Qué le sorprendió del personaje?
Su claridad, el hecho de que no oculta ni por un segundo sus sentimientos. No hay subtexto en la obra. La maldad está mostrada tan a las claras, tan sinvergüenza como se muestras hoy en la vida real.«La maldad está mostrada tan a las claras como se muestra hoy en la vida real.»
Ha protagonizado asesinatos, adulterios en escena y sin embargo afirma que este es el personaje más malvado de todos.
El único malvado. Porque a los demás grandes personajes que he interpretado los autores se encargaron de dotarles de unas motivaciones que pudieran hacerlos comprensibles. Estoy pensado por ejemplo en Medea que actúa movida por grandes pasiones incontrolables, que arrebatan pero no malignas. En cambio La loba, es un pequeño monstruo, cuyas motivaciones no son más que la codicia y la ambición pelada. No hay ternura, no hay sentimiento ni nada que la disculpe.
Regina deja morir a su marido por un negocio. Shakespeare ya nos enseñó que el poder nace siempre de un crimen. ¿No es La loba además del retrato de una depredadora, sobre todo un retrato del capitalismo norteamericano y de las grandes familias de la burguesía yanqui?
Así es. Lillian Hellman con una gran sabiduría e instinto supo adelantarse al futuro. Con el triunfo de esta gentuza empezó todo lo negro que nos pasa y nos pasará. En esa escalera como tú dices está representado lo que íbamos a ser un siglo más tarde. Al final de la obra, mi hermano, un personaje más tonto pero tan siniestro como yo dice: «Empezamos un siglo y el mundo es una oportunidad para nosotros, acabaremos dominando este país.» Y es tal cual, ha pasado un siglo y así ha ocurrido.
¿Detrás de cada frase del texto no hay una violencia basada en unas relaciones de dominación y de clase mucho más crueles y feroces que en cualquier otra tragedia ambientada en otra época histórica?
Claro. No tiene conciencia ninguna, es el mal por el mal. Es el ratismo puro y duro. Es el deseo de posesión llevado a unos límites repugnantes. Son hermanos y se apoyan, pero son voraces. Si tienen que destruirse lo hacen.«Es una época dorada para el teatro»
Quizá lo que más desasosiega del texto de Hellman es que no nos presenta a una asesina sino a la naturaleza criminal del capitalismo en el que si es necesario dejar morir a los tuyos por los beneficios se hace.
Sí, hemos tenido ejemplos atroces en familias más refinadas que quizá los Hubbard. Hoy llevan a la ruina a millones de familias en aras de una depravación económica total. Y si ella actúa así con su marido y su familia que no están dispuesto a hacer con nosotros.
Justamente Gerardo Vera está teniendo mucho éxito con las adaptaciones que está dirigiendo de varias obras del mejor teatro americano de los años treinta absolutamente radicalizado frente al crack del 29 y las consecuencias políticas de este.
Agosto por ejemplo ha sido su último gran éxito. Es un texto muy contemporáneo que Gerardo Vera ha sabido aprovechar y el resultado es magnífico. Ha dirigido La Loba con una pasión y una entrega extraordinaria. Todos juntos como un pelotón estamos muy entregados y excitados con este espectáculo. Lo tiene todo: la calidad, los personajes, la trama… Es una obra de gran calidad que ha conectado con todo tipo de públicos desde el más refinado al más sencillo.
Eso no sucede siempre en obras de gran altura y ambición pero cuando ocurre te sientes completamente feliz. La obra tiene una trama fascinante que no deja respirar, una gran cualidad que exige el público más multitudinario y que los grandes dramaturgos conocen bien.
¿Es muy exigente el público?
Sí, y es bueno para nosotros que lo sea. El cine ha llegado a todos los rincones. En un pequeño pueblo han disfrutado con el cine de las mejores interpretaciones y cuando llega el teatro exigen lo mismo. Han aprendido a apreciar la calidad, de hecho todos los públicos son muy exigentes.
Lillian Hellman es una autora muy desconocida en nuestros escenarios ¿Había interpretado antes una obra suya?
No y la admiro muchísimo. He tardado mucho pero me ha dado tiempo a representar una de sus mejores obras. Tiene una obra que me gusta mucho que aquí la estrenaron como La calumnia pero que se llama La hora de los niños. Se llevó al cine con Audrey Hepburn y Shirley MacLaine pero es mejor como obra de teatro como pasa tantas veces cuando se adaptan grandes obras teatrales. Cuando era muy joven pensé en interpretar el papel de Audrey Hepburn y más madura quise interpretar el papel de Shirley MacLaine. Es una obra estupenda sobre el daño que se produce cuando juzgamos las desgracias ajenas. Hellman era una mujer extraordinaria. Julia protagonizada por Jane Fonda como Hellman es una película que no te puedes perder. Está basada en la obra Pentimento de la misma autora y describe como Hellman ayuda a una mujer comprometida políticamente.
¿Cambia mucho la versión de Ernesto Caballero y Gerardo Vera del texto original?
Sí, Ana Riera ha trabajado mucho la traducción. Pero sobre todo han trabajado la dramatización eliminando los convencionalismos del teatro de los años 20’ dejando un texto descarnado que llega como un puñetazo a la gente. Más que una adaptación es una dramatización.«El público está cansado de de estar sólo delante de la pantalla»
Algunos de los más grandes personajes del teatro son femeninos. ¿Tienen las actrices por ser mujeres más facilidad para desinhibirse y saber ir más allá en el escenario que los actores?
Sin duda. La interpretación es más natural en la mujer. El hombre tiene un extraño pudor que sólo los grandes actores consiguen vencer. El hombre tiene más miedo al ridículo, más temor a enseñar las tripas de su verdad última. Es más fácil para la mujer que para el hombre, es más extrovertida para mostrar sus sentimientos
¿Cómo contempla el teatro español actual alguien que como usted, que ha sido tanto actriz como directora, e incluso se atrevió con la dirección de un teatro público?
Los teatros están llenos. Las malas y las buenas funciones funcionan todas bien. El público ha buscado en medio de esta crisis atroz que estamos sufriendo refugio en el teatro. No sé si nos lo merecemos o no pero lo cierto es que es una etapa dorada por el apoyo del público.
¿No están entonces afectando los recortes y la poca contratación de los ayuntamientos a la producción de nuevas obras?
Al revés, el público va más al teatro. Ocurre en Madrid y Barcelona pero también en todas las provincias. Claro que también me preocupa que los espectáculos no puedan viajar por toda España. Todo el mundo me pregunta por qué ocurre esto y no lo sé seguramente no pasa por una sola razón. Supongo que tiene que ver con la desolación que nos rodea. Podrían haber decidido quedarse viendo la televisión solos o ir al cine pero van al teatro. Quizá quieren escuchar en directo palabras que les sacudan, que les despierten o que les hagan reír con toda la intensidad que necesitan. Porque también las comedias funcionan extraordinariamente. No puedo juzgar, no sé si cuando todo se restablezca todo continuará y España reencuentre ese amor por el teatro que tuvo en el pasado. Me refiero a la época dorada de la República o de la Transición cuando el teatro era el ágora para el pensamiento, la protesta o la esperanza.
El teatro es también asamblea. Quizá una razón que lo explique es que la gente tiene hoy más que nunca necesidad de encontrarse.
Sí, el público está cansado de estar sólo mirando la pantalla. Tiene ganas de estar con la gente y compartir algo en comunidad. Suena muy literario pero creo que es una de las razones que lo explica.