Según los informes del Instituto Nacional de Estadística, la industria pierde peso en el conjunto de la economía mientras lo ganan el turismo y el sector servicios. Las consecuencias son estructuralmente desastrosas desde varios puntos de vista. Desde el punto de vista de la dependencia exterior. Desde el punto de vista de los salarios y las condiciones de vida y trabajo, temporalidad, precariedad…
En el último año la contribución de la industria al PIB ha caído 7 décimas, hasta el 15,2% del PIB. Es el único sector que ha perdido peso en la economía en el último año 2023.
El sector servicios ha aumentado su peso 5 décimas hasta el 68,5%, vuelve a tener un peso récord del PIB de casi un 70% y aumenta la brecha con la industria.
La construcción ha elevado su peso 1 décima hasta el 5% del PIB Y la agricultura se mantiene estable en el 2,3% del PIB, pese a los problemas derivados de la climatología por la sequía y sobre todo por la subida de los costes de los insumos agrícolas y ganaderos durante 2022-2023.
Una crisis estructural
La crisis que arrastra la industria no es coyuntural. Según la Contabilidad Nacional del INE, en 2023 la industria generó 222.578 millones de euros. Son 8.900 millones más que en 2022 por efecto de la inflación. Pero aún así ha aumentado su brecha con el sector servicios al crecer menos que el turismo y la hostelería.
El sector industrial perdió más de 1.000 empresas en 2023, de 99.050 en diciembre de 2022 a 98.047 un año después. Y uno de los factores determinantes ha sido el impacto de los precios de la electricidad. Una factura que llega a suponer hasta el 50% de los costes de muchas empresas. Unos costes que para las empresas españolas han subido el doble que sus competidores franceses o alemanes, y al que muchas empresas, pymes sobre todo, no han podido hacer frente.
Un dato sorprendente
La Comisión Europea destaca en uno de sus informes que España sigue siendo uno de los países de la UE con menos inversión en I+D como porcentaje del PIB: un 0,8% del PIB frente al 1,5% de media en las empresas de la UE. Lo sorprendente es que esto ocurre cuando se está produciendo una fuerte inyección de fondos europeos, más de 38.000 millones de euros que ya han llegado y los que se esperan.
Las noticias sobre la caída del peso de la industria no pueden ser peores para los intereses de nuestro país. Los datos del INE en su conjunto ponen de manifiesto que estaríamos perdiendo la oportunidad de dar un corte sustancial a la dependencia exterior de nuestra economía, desarrollando un fuerte sector industrial con uno de sus ejes en la transición energética y las nuevas energías limpias y renovables.
Malas noticias también desde el punto de vista de la creación de riqueza y empleo. La industria es una garantía de creación de riqueza y empleo de calidad, sostenible, estable y con derechos. Lo hemos visto durante la crisis provocada por la pandemia.
Hay que auditar qué está pasando con los fondos europeos. Y cada vez es más urgente un Plan de Reindustrialización que llegue a todos los rincones de nuestro país vinculado a la redistribución de la riqueza.