Elecciones Argentina

Argentina: el Frente de Todos tumba a Macri

Argentina cambia de rumbo, virando 180º. El tándem Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, candidatos a presidente y vicepresidenta por la coalición Frente de Todos, ha ganado las elecciones en la primera vuelta, imponiéndose con un 48% frente al 40,5% de Mauricio Macri.

En medio de una grave crisis económica y social, las elecciones argentinas han dado el resultado que las PASO de agosto ya vaticinaron: la contundente derrota de Macri a manos del Frente de Todos, una heterogénea coalición que agrupa a las distintas familias del peronismo, reconciliadas con la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, y a diversos partidos socialistas, bolivarianos o comunistas, entre ellos a los maoístas del PCR-PTP.

Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) son una especie de comicios obligatorios, en las que los ciudadanos eligen de los candidatos del partido al que piensan votar, y que aunque no son vinculantes, funcionan como una encuesta general de toda la población. En las celebradas el pasado 11 de agosto, Frente de Todos obtuvo el 47% de los votos frente a un humillante 32% de Macri. En esta primera ronda de las elecciones generales (con un 82% de participación), Frente de Todos ha obtenido un 48% de los votos, y la debacle electoral de Macri no ha sido tan catastrófica, logrando aglutinar al 40,5% de los votos. Pero el perdedor ha fracasado en su objetivo de pasar a una segunda vuelta. Podría decirse que las PASO actuaron como unas primarias, y esta primera vuelta, como un balotaje.

En la capital, Buenos Aires, que concentra el 30% de la población del país, el candidato kirchnerista Axel Kicillof, goleó a la gobernadora macrista María Eugenia Vidal. Frente de Todos ganó en la Patagonia, en el conurbano, en el noroeste y en el nordeste. Entre los sectores sociales, las clases populares y trabajadoras, y en especial la juventud, votaron masivamente por el Frente.

Un viraje completo de Argentina

Este resultado supone un giro completo en la trayectoria del país. En sus cuatro años de gobierno, Mauricio Macri ha perpetrado todo tipo de políticas antipopulares. La pobreza ha aumentado hasta el 35%; los sueldos han perdido un 20% de su capacidad de compra castigados por una inflación del 56%, la más alta de los últimos 28 años. El peso argentino se ha devaluado un 473% respecto al dólar. 

Todo ello fruto de la total sumisión del gobierno Macri a los centros de poder hegemonistas, en especial con un FMI que concedió a Argentina el mayor préstamo de su historia -57.000 millones- a cambio de todo tipo de ajustes, reformas laborales, tarifazos, subida de impuestos, recortes en pensiones y políticas sociales…

Estas políticas han conducido a la economía argentina al borde del crack financiero (no pocos temen un nuevo corralito) y a las clases populares a enormes padecimientos. No será nada sencillo para el gobierno de Alberto Fernández salir de ese laberinto. 

Pero Argentina ya no está bajo el mando de un títere de Washington, del FMI y de los sectores más reaccionarios y vendepatrias de la burguesía monopolista, sino de una coalición que -como ya hicieron los Kirchner- buscará zafarse de ese yugo y llevar adelante políticas redistributivas de la riqueza que beneficien a las clases populares, al tiempo que tratan de reconquistar las cotas de soberanía nacional logradas en los anteriores gobiernos, que Macri ha dilapidado.

Todas las fuerzas progresistas del continente hispano han celebrado -como ya lo hicieron hace días con el triunfo de Evo Morales en Bolivia- la victoria como propia. Este cambio de rumbo de Argentina supone un importante revés a la reaccionaria ofensiva que la superpotencia norteamericana lleva años desplegando en América Latina, con el objetivo de cambiar gobiernos progresistas y defensores de la soberanía nacional contra los dictados de Washington, por ejecutivos reaccionarios y proyanquis como el de Iván Duque (Colombia), Sebastián Piñera (Chile), Jair Bolsonaro (Brasil)… y hasta ahora Mauricio Macri.

Una victoria fruto de una lucha popular ininterrumpida

Muchos analistas destacan que las recientes rebeliones populares de Ecuador y Chile (especialmente), junto a la victoria de Evo Morales en Bolivia, contribuyeron a movilizar y elevar aún más la moral de los diferentes sectores del Frente de Todos en los últimos días de campaña. Pero esta victoria no es fruto de unos días, ni de unas semanas, ni tampoco de los últimos meses.

La Argentina popular no ha parado de movilizarse ni un día desde que Mauricio Macri llegara al poder. Varias huelgas generales; masivas marchas ciudadanas contra sus políticas de recortes, ajustes y tarifazos; gigantescas manifestaciones feministas o contra la represión policial; marchas de los sindicatos, la comunidad educativa, la universitaria, los científicos; «asambleas, paros, marchas, verdurazos, cortes de calles o de rutas, y miles y miles de etcéteras», dice Mario Wainfeld en Página 12.

Las políticas de Macri han creado tal antagonismo con el 90% que han forzado a fuerzas políticas muy diferentes -desde el centro peronista a la extrema izquierda- a dejar un lado sus diferencias y a unirse en torno a un programa común para echar al «gato» (lo que viene a significar más o menos ‘sirviente’ o ‘lacayo’, en lenguaje popular) del FMI y de los grandes capitales, Mauricio Macri.

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