El crack del Sillicon Valley Bank es la mayor quiebra bancaria en EEUU desde la caída del Washington Mutual en septiembre de 2008, diez días antes del colapso de Lehman Brothers.
¿Estamos ante la explosión que va a dar lugar a una nueva crisis global?
Las grandes bolsas mundiales y los principales bancos han registrado importantes caídas. A la del Sillicon Valley Bank se le han unido en pocos días la quiebra de dos bancos más en EEUU. Y las autoridades norteamericanas se han apresurado a poner en marcha medidas de emergencia.
La amenaza a la estabilidad económica global vuelve a venir de Washington. No sabemos cuáles serán las consecuencias. Pero cuando arrecian los problemas financieros en EEUU el resto del mundo debemos proteger nuestra cartera.
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¿Qué ha pasado?
El 6 de marzo Forbes nombraba al Sillicon Valley Bank como uno de los mejores bancos norteamericanos. Apenas cuatro días después entraba en quiebra.
El jueves 9 de marzo sus clientes retiraron 42.000 millones en diez horas, más de un millón de dólares por segundo. En apenas dos días las acciones del banco perdieron un 85% de su valor. Ante la hemorragia, el gobierno norteamericano intervino la entidad.
¿Cómo es posible el paso de la gloria al infierno financiero en unas pocas horas?
El Sillicon Valley Bank era el decimosexto banco de EEUU, con 196.000 millones de euros en activos, un tamaño similar al del Sabadell, el cuarto banco español. Sus clientes eran empresas tecnológicas o fondos de capital riesgo. Y se ha beneficiado del crecimiento de estos sectores en los últimos años. Desde 2017 había cuadruplicado sus depósitos y triplicado la cartera de créditos.
Lo que le ha conducido a la quiebra es una crisis de liquidez. Cuando los clientes acudieron a retirar su dinero, su pretendida solvencia quedó reducida a la nada.
Como cualquier banco, el Sillicon Valley había utilizado el dinero de sus depositantes como capital propio, invirtiéndolo en aquellos negocios más rentables. El 50% de sus depósitos estaba inmovilizado en bonos de renta fija. Cuando la Reserva Federal disparó el precio del dinero, estos títulos perdieron valor. Para los grandes fondos, que no necesitan desprenderse de ellos y siguen cobrando el interés de esos bonos, no hay problema. Pero cuando algún banco mediano necesita liquidez, está obligado a vender con pérdidas.
Esta rueda, de la que participan todos los bancos para multiplicar sus ganancias, hundió al Sillicon Valley Bank.
El presidente norteamericano, Joe Biden, se ha visto obligado a intervenir, garantizando a los clientes del banco todos sus depósitos, más allá de los 250.000 dólares asegurados por ley, para evitar un efecto contagio a otras entidades.
A la quiebra del Sillicon Valley se le une la caída de dos bancos más, exhibiendo las debilidades del sistema financiero norteamericano
¿Cuáles pueden ser las consecuencias?
El día antes de que el Sillicon Valley Bank iniciara su caída, cerraba otro banco en EEUU, el Silvergate, la segunda entidad del país especializada en criptomonedas, tras perder el 97% de su valor en bolsa.
Y tras nacionalizar el Sillicon Valley, el gobierno norteamericano ha debido intervenir otra entidad, el Signature Bank. Mientras otros bancos norteamericanos, como el First Republic Bank o Western Alliance perdían en pocas horas hasta un 70% de su valor en bolsa.
El Wall Street Journal, biblia del gran capital norteamericano, afirma que “si Sillicon Valley Bank, que durante 40 años ha sido un pilar del ecosistema startup, puede desaparecer en 36 horas, ¿qué más va a caer?”.
Lo que se han abierto son todas las costuras del sistema financiero de la superpotencia, que presume de solvencia pero arrastra enormes debilidades.
Muchos otros bancos norteamericanos afrontan el mismo problema que el Sillicon Valley. Invirtieron el aumento de depósitos registrado durante la pandemia en comprar bonos de renta fija que han perdido valor. Es un agujero valorado en más de medio billón de euros. Que incluso puede multiplicarse. Según la Financial Stability Board hay 67 billones de dólares en manos de grandes fondos, principalmente norteamericanos, que “podrían suponer un riesgo para la estabilidad de todo el sistema si se diesen retiradas masivas de liquidez”.
La gran burguesía norteamericana está levantando cortafuegos. No a través de la “mano invisible del mercado” sino empleando la muy visible intervención de su Estado. El gobierno estadounidense ya ha nacionalizado dos bancos. Pero nadie puede hoy asegurar que sus consecuencias serán limitadas. Biden afirma que no se utilizará dinero público para rescatar a los bancos, pero ya ha habilitado un “rescate encubierto”: el Estado comprará por su valor nominal los bonos que han perdido valor a los bancos que tengan problemas de liquidez.
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En el peor escenario
La herida en el sistema financiero norteamericano se abre cuando la economía global enfrenta negros horizontes. Sacudida por tensiones que no solo tienen su origen en la pandemia o la invasión rusa de Ucrania. Se explican también por las maniobras de la superpotencia para imponer sus intereses.
Detrás de los “cuellos de botella” en los suministros está el control monopolista del tráfico por parte de gigantes donde el capital norteamericano tiene una presencia decisiva.
El aumento de los tipos de interés, que abrió la Reserva Federal norteamericana, no busca contener la inflación sino aumentar las ganancias del gran capital norteamericano. En el caso de EEUU una subida del valor del dólar se traduce en un mayor trasvase de los ahorros mundiales a las cuentas de la superpotencia.
Y la posibilidad de una “desglobalización”, que ralentizaría el crecimiento mundial, está impuesta por los intereses norteamericanos, buscando contener la emergencia de China, dificultando su acceso a componentes básicos como los microchips.
Como un aprendiz de brujo, EEUU no puede contener las fuerzas que invoca. Algunas de las medidas que toma, como la subida de los tipos de interés, acaba por afectar a una parte de su sistema financiero.
Un saqueo global
Es curioso que las pérdidas de las bolsas europeas o asiáticas hayan sido muy superiores a las de Wall Street, epicentro del terremoto. En un solo día los grandes bancos españoles se dejaron más de 11.000 millones de capitalización.
Uno de los editoriales del Global Times, órgano oficioso del PCCh, lanza una advertencia: “¡Cuidado inversores globales! No dejéis que los bancos estadounidenses devoren vuestro efectivo”. Una parte de los clientes que pueden perder casi todo el dinero depositado en el Sillicon Valley Bank son empresas tecnológicas chinas.
EEUU controla el 34% de los activos financieros mundiales. Y el dólar es la moneda de reserva mundial, que todos están obligados a comprar. Por eso los activos financieros de EEUU tienen una demanda “garantizada”. Y por ello los manejos de sus bancos son un problema global.
Cuando la superpotencia tiene problemas financieros traslada sus pérdidas a los países que domina, como sucedió tras 2008
Hemos conocido que el jefe administrativo del Sillicon Valley Bank fue jefe del departamento financiero internacional de Lehman Brothers cuando la entidad quebró. No es que la superpotencia no haya aprendido nada, es que está obligada a actuar así.
La mayor agresividad de los bancos y fondos norteamericanos se explica por su pérdida de peso en el PIB mundial. Para mantener y aumentar sus ganancias deben asumir operaciones más rentables pero con un mayor riesgo.
Y cuando esos manejos le provocan problemas financieros, la superpotencia tiene capacidad para trasladar sus pérdidas a los países que domina.
No sabemos que ocurrirá ahora, pero la herida abierta en la banca norteamericana augura una mayor intensidad en el saqueo sobre países como España.