Todo el país está consternado, todo el país está conmocionado. La peor DANA en lo que llevamos de siglo -y una de las peores en lo que alcanza la memoria- ha dejado ya cerca de un centenar de víctimas mortales, principalmente en Valencia, pero también en Castilla la Mancha y Málaga. La gran cantidad de desaparecidos hace temer lo peor, que la cifra de víctimas mortales esté lejos de haberse cerrado.
Además de estas irremediables pérdidas humanas, nos enfrentamos a una catástrofe humanitaria en la que los daños materiales son de una magnitud aún incalculable. Hay cientos de miles de familias, de trabajadores y de empresas que lo han perdido literalmente todo -su casa, su vehículo, su negocio, su trabajo o medio de vida- y otras muchas a las que la inundación les ha dado un vuelco, generándoles duras pérdidas y daños. Amplias zonas de Valencia son zona catastrófica, pero también Letur en Albacete, Mira en Cuenca, Álora y Cártama en Málaga, o Jerez en Cádiz.
Todo el país está de luto, atónito, pegado al televisor. Todo el país tiene a un familiar, a un amigo, a un conocido, de la Comunidad Valenciana, o manchego, o gaditano o malagueño. Todo el mundo ha llamado o ha enviado un wasap estas horas: «¿Estás bien tú y tu familia?», «¿Necesitas algo?». Son nuestra gente. Somos nosotros.
Ante esta trágica situación, lo que necesitamos no es otra cosa que UNIDAD y SOLIDARIDAD.
De la misma manera que ante el golpe de la pandemia, necesitamos que todo, toda la acción, todas las políticas, todas las declaraciones, medidas, pensamientos y hechos… se pongan en función de salvar vidas, de encontrar a los desaparecidos, de atender a las víctimas y a sus familias, y de encontrar alternativas para los cientos de miles de afectados, en Valencia y en el resto de zonas afectadas.
No es el momento del enfrentamiento político, de la división sectaria, del politiqueo, de la artillería de las culpas.
Es inevitable que hayan diferentes opiniones y criterios acerca de la gestión de la emergencia meteorológica, y ya habrá tiempo para que comisiones de investigación, con criterios científicos y técnicos, saquen valiosas conclusiones que transformen los errores y deficiencias de la gestión de las diferentes administraciones en nuevos protocolos y enseñanzas que eviten que se repitan, y que salven muchas vidas la próxima vez que nos enfrentemos a una catástrofe similar. Y también para que -en su caso- se depuren responsabilidades políticas o penales.
Pero quien quiera utilizar ahora esta catástrofe y los errores que se hayan cometido como elemento arrojadizo para dañar al adversario político no sólo comete una grave equivocación que terminará por pagar caro, sino que sabotea la necesaria unidad para resolver la crisis, y por tanto traiciona a los intereses de la gente en un momento tan crítico.
Ahora es el momento de aparcar las diferencias, de remar todos en la misma dirección. Ahora es el momento de poner la vida, las personas y a los afectados en primer lugar.
Ahora es el momento de una actuación conjunta y coordinada de todas las administraciones públicas -Gobierno Central y ministerios, las diferentes comunidades autónomas y ayuntamientos- y de que trabajen con la máxima coordinación y fluidez para resolver la crisis y dar alternativas dignas a los cientos de miles de afectados.
Ahora es el momento de que todos los partidos políticos y cargos públicos, independientemente de su ideología y posición política; independientemente de su tamaño, distribución territorial o peso institucional, aparquen la confrontación y se pongan a colaborar codo con codo, haciendo además llamamientos activos por la Unidad y la Solidaridad.
Ahora es el momento de potenciar y ayudar desde las instituciones todo el emocionante torrente popular, de iniciativas de ayuda y solidaridad que está autoorganizando las propias masas populares de Valencia y del resto de España hacia los afectados de las diferentes provincias.
Es el momento de atender a los más vulnerables, dedicando cuantos recursos materiales y financieros sean necesarios, y de no dejar a nadie atrás.
Es el momento de la Unidad y la Solidaridad con todos los afectados por esta terrible DANA.
Ernesto de Madrid dice:
En un sitio de recogida en Madrid, en la calle Santa Engracia de forma continua venía gente con carros de los supermercados (de forma excepcional los supermercados te permitían llevarte un carro de los grandes) llenos de cosas. Una vez llegaban los carros, se hacía la división por tipo de producto. Docenas de jóvenes voluntarios (y algunos que no somos tan jóvenes) haciendo la división y cadenas para llenar los camiones. Seguro que hoy esto pasaba en todos los barrios de Madrid. Unidad y solidaridad.
Redactores dice:
Ya Ximo, mucho «salvar distancias», pero ya has comparado algo que no se puede comparar. Palestina y el sionismo con la Dana. Mare meua
Si consideras repugnante priorizar la ayuda y «dejar para después» el depurar responsabilidades, supongo que te estarás dedicando en estos momentos a organizar una mani para que dimita Mazón, y que considerarás que eso es más importante y prioritario que lo que están haciendo miles y miles y miles y miles de valencianos (nosotros también), cruzando por las pasarelas sobre la V30 y yendo a pie a las poblaciones inundadas, cargados de agua, comida o ayuda. ¿No? ¿Se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo? ¿Es igual de prioritaria una cosa que la otra?
Este editorial no va en contra de lo que cada uno considere sobre la responsabilidad del Govern valenciano, de por qué cojones el mensaje llegó cuando todo el mundo tenía el agua al cuello, o de si después de superar esta crisis hay que poner la cabeza de Mazón en una pica. O de si es el capitalismo el responsable del cambio climático, y por tanto de esta DANA. No va de ser indulgente con los responsables. Ya habrá tiempo para ajustarles cuentas, para eso y más. Va del necesario llamamiento a la unidad en función de priorizar a la gente.
Si después de tu hiperventilada respuesta no comprendes este problema político y práctico, es que poco te importa la gente que está sufriendo esta desgracia
Ximo dice:
Deleznable. Ahora es el momento de ayudar al pueblo palestino masacrado. No es el momento de reflexionar sobre las causas de esa masacre.
Salvando las evidentes distancias, considero repugnante proclamar la ayuda y «dejar para después» otros temas. Os equivocáis: tantos muertos no son fruto de un castigo caído del cielo. Se puede simultanear la ayuda a los damnificados con la lucidez de considerar que muchas vidas podrían haberse salvado si, simplemente, se hubieran seguido las más básicas indicaciones científicas sobre esta cuestión.
Os dejo un enlace de una reflexión puramente científica de un meteorólogo de TV3 muy ilustrador sobre el tema:
https://x.com/MeteoMauri/status/1851940727414018284.
Está en catalán, lengua propia de los valencianos, a los que, sobre todo, va destinado este mensaje.
Se puede ayudar y también ser crítico con la caterva de impresentables que nos gobiernan.
Saludos