Alemania

Alemania, entre el declive de Merkel y la economía y el auge de la ultraderecha

El declive de Merkel, apuntalado por su inminente retiro, ha hecho que se evapore el férreo liderazgo de Alemania

Mientras Gran Bretaña desgrana su actitud ante el Brexit, Alemania vive un periodo inesperado de incertidumbre, motivado por tres circunstancias. 

De un lado, el declive de Merkel, apuntalado por su inminente retiro, ha hecho que se evapore el férreo liderazgo que Alemania ha detentado sobre Europa en la última década. Debilitada internamente por la pérdida de votos y respaldos a la CDU, Merkel ya se vio obligada a renunciar hace unos meses al liderazgo de su partido, dio paso a su sucesora y ha anunciado que no se volverá a presentar a la Cancillería. Los malos resultados de las elecciones europeas de mayo volvieron a darle otro golpe: su candidato a presidir la UE fue derrotado. Y aunque será la ministra alemana de defensa de su gobierno la futura presidenta de la Comisión, nada será ya igual a lo que ocurrió en la década pasada. La “voluntad” de Merkel ya no es “ley” en Europa.

El segundo factor que incide en la nueva situación alemana es el parón económico que ha experimentado la locomotora económica germana en el último año, a causa de la guerra comercial iniciada por Trump, que ha golpeado severamente sus exportaciones, el verdadero Panzer de su economía. Aunque los últimos datos indican que Alemania ha esquivado la temida recesión, al crecer un 0,1 en el tercer trimestre, la situación ya no es la misma de la de los boyantes años en que media Europa sangraba por la crisis mientras Alemania crecía a buen ritmo.

Y el tercer ingrediente que interviene en la “parálisis” germana es el auge electoral de la ultraderecha nacionalista (Alternativa por Alemania, AfD) y el crecimiento imparable de hechos violentos provocados por grupos xenófobos, neonazis o ultraderechistas. El AfD ya es prácticamente el segundo partido más votado en los lands de la antigua Alemania del Este. Y su fortaleza electoral comienza a tener consecuencias serias para la gobernabilidad, el debate político y el conflicto social. La estabilidad interna de Alemania está ahora en cuestión, y Alemania deberá prestar a sus asuntos internos mucha más atención que en años pasados, en los que un liderazgo indiscutible y una mayoría social amplísima respaldaban el rumbo trazado por la Cancillería.

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