Todos los países de la UE deben someterse a las directrices que sobre política económica establece el Banco Central Europeo .Y todos deben acatar las sentencias del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE)… Todos, menos Alemania.
Así la expresado, abiertamente, en palabras de un periodista español como “expresión del poder desnudo”, el Tribunal Constitucional Alemán.
Con una sentencia que dinamita todos los mitos y equilibrios de la UE, el Constitucional germano ha declarado “inconstitucional” el programa de compra de deuda del BCE, alegando que, por su enorme magnitud, no ha actuado “de forma proporcional”. Y, en un gesto insólito, da tres meses al BCE para rectificar… bajo la amenaza de que el Bundesbank -que aporta un 26% del capital del BCE- deje de participar en esas compras.
El Estado alemán no solo se erige en la única autoridad que decide lo que puede y lo que no puede hacer el BCE, sino que manda literalmente al garete toda la justicia europea, colocándose por encima de ella.
El TJUE, con sede en Luxemburgo, ya emitió sentencia amparando el programa de compra de deuda del BCE. Teóricamente, solo el TJUE puede controlar al BCE, y sus dictámenes son de obligado cumplimiento para todos los Estados miembros.
Pues bien, el Constitucional germano no solo no acata la sentencia del TJUE, sino que la ataca considerándola “objetivamente arbitraria” e “insostenible desde una perspectiva metodológica”.
Estamos ante un auténtico “golpe” alemán, que por encima de leyes y consensos, da un puñetazo en la mesa de la UE para dejar claro quien manda.
Y lo hace en el momento preciso y con objetivos muy, pero que muy concretos.
Acosados por los efectos de la pandemia, todos los países de la UE deben hacer frente a un salto en el endeudamiento. Y necesitan imperiosamente liquidez y protección para que esa nueva oleada de deuda no se convierta en una losa insoportable.
El BCE ha activado la “manguera de liquidez” que le permite el control de la “máquina de fabricar euros”. Abriendo un programa de compra deuda valorado en 750.000 millones. El BCE compra deuda pública de países de la UE, o deuda privada de grandes bancos y monopolios europeos. Es un programa limitado, pero que ha permitido contener la subida de las primas de riesgo o dar una salida a gigantes monopolistas en apuros.
Y eso es lo que Berlín considera inaceptable. La decisión del Constitucional alemán solo afecta al programa de compra de deuda realizado por el BCE de 2012 a 2015. Pero en realidad está marcando el terreno a lo que el BCE puede, y sobre todo no puede hacer, en la actual pandemia.
En su sentencia, el alto tribunal germano considera que la actuación del BCE ha “manteniendo vivas empresas que eran inviables”. Quien tenga que caer, y no pueda ser sostenido por la fuerza de su Estado, debe caer… para que otros puedan repartirse sus despojos.
Lo que busca el golpe del Constitucional alemán es proteger y ampliar el expolio del gran capital financiero alemán hacia el resto de países de la UE. En un momento donde está en disputa la posibilidad de una “mutualización” de la deuda, el Estado alemán dice alto y claro que eso “ni debe ni puede pensarse”.
La decisión del constitucional alemán provocó una inmediata subida de las primas de riesgo de Italia y España. La UE no debe actuar como protector, limitando el montante de intereses que van a tener que pagar los países europeos por la nueva deuda… porque eso limitará los beneficios de los bancos alemanes, los grandes acreedores de la UE.
El Estado alemán ha irrumpido con toda la artillería. Dejando claro que el BCE es en realidad el BCA (el Banco Central Alemán). Y que la justicia europea debe obligar a España, pero nunca a Alemania.
Con impúdica sinceridad, el constitucional alemán ha gritado que las leyes no importan, que lo único importante es quien manda. Es todo un aviso, y una amenaza para países como España.