Albert Monteys, dibujante de cómic

Albert Monteys: ¡Profesionales del cómic, uníos!

Albert Monteys es uno de los más prestigiosos autores de cómic del país, con un gran prestigio internacional. Es miembro de la junta directiva de APCómic

Después de convertirse en una de las imágenes más icónicas de la revista El Jueves, con personajes como ‘Tato’, ser su director, y abandonar cuando se prohibió la publicación de una portada que parodiaba a los entonces príncipes, se ha convertido en uno de los mejores representantes del sector, con prestigio internacional. Ahora ha apostado, junto a otros profesionales, por crear APCómic, una plataforma que defienda sus intereses.

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¿Es el momento del Cómic?

El Cómic tradicionalmente ha sido un vehículo de cultura popular hasta hace 20 años, un producto de los kioscos, no de la alta cultura. Esto se ha ido perdiendo porque el soporte ha ido desapareciendo, y las opciones de ocio infantil y juvenil han ido a lo electrónico. El espacio que le queda es el del prestigio porque si no lo llevamos mal.

Así se explican los movimientos de los últimos años. A parte del factor autoral, la novela gráfica como formato de prestigio y formatos más literarios. Yo me lo explico por la pérdida de potencial de cultura popular. Además las jerarquías culturales cada vez tienen menos sentido, que es un debate más del siglo pasado. No es nuevo. Llevamos años batallándolo y el que los cómics puedan contar historias sofisticadas como otros medios narrativos se da por sentado, solo falta que desde la alta cultura se den cuenta que también está pasando. Muchos museos están cogiendo el cómic para comunicar ciertas cosas. Es el camino que nos falta por recorrer como medio.

En el mundo del cómic hay cada vez más profesionales de prestigio internacional…

De hecho está la paradoja de que somos un país con mucho talento, sin industria que pueda dar respuesta, por lo que exportamos profesionales. A la que pueden publican en Francia y EEUU, que tienen una industria que permite vivir de eso. Son autores con mucho nombre, que salvo excepciones, viven de esto cuando trabajan fuera.

‘El cómic busca otros formatos por la pérdida de potencial de cultura popular’

Todas las profesiones creativas son precarias, nos gusta lo nuestro y aceptamos cosas que otro no aceptarían para ganarse el sueldo. Es endémico del medio. Las ventas no acompañan. Aunque la lectura de cómics cada vez va a más y las estadísticas son mejores, no permite que la mayoría de autores vivan. Yo soy una excepción.

Haces cómics, ilustras juegos… ¿has diversificado mucho tu trabajo por necesidad?

Albert Monteys

Cuando estuve 18 años en el Jueves fui muy feliz pero solo hacía eso, y tenía muchas inquietudes, lo infantil, el juego, todas las facetas en las que es posible aplicar la narrativa en el dibujo. Cuando salí de El Jueves tenía hambre de diversificar. Todos los proyectos que me proponen me apetecen porque estuve mucho tiempo en lo mismo y tenía auténticas ganas. Pero lo cierto es que cualquier ilustrador que no esté en un medio regular que dé tanto de sí como El Jueves, tiene que pensárselo mucho antes que decir que no a un trabajo. El sueldo es el fruto de plantar muchas semillas y hacer muchas cosas, y que si tienes suerte como yo, todas te den una satisfacción. Es necesario diversificar para poder salir adelante.

Yo lo he hecho demasiado seguramente por puro entusiasmo, y me encuentro con que los proyectos personales los llevo adelante de forma más lenta. Pero es una forma de trabajar de muchos ilustradores. Cogen todo lo que pueden y luego ven como gestionarlo.

La regularidad semanal de El Jueves exige mucha concentración…

El humor de actualidad implica que tienes que trabajar con tiempos cortos. Desde que se produce la noticia hasta que sale la historia no debe pasar más de un día o dos. Es un ritmo muy loco y muy esclavo, pero cuando llevas un tiempo y tienes una gimnasia mental te resulta más fácil, tienes recursos que desarrollas conforme trabajas, y al mismo tiempo vives esclavo de eso, trabajando por las noches para entregar.

La actualidad se entiende esa semana. Los años que estuve en El Jueves dibujé cientos de páginas que ahora son ilegibles porque la actualidad caduca a los 30 segundos.

¿Cómo fue dirigir El Jueves?, ¿repetirías?

No. La figura de director era un marrón que nos pasábamos. Había la idea de que tenía que ser un dibujante, pero se demostró que no era cierto porque la ultima directora, Mayte Quílez, que había sido la jefa de redacción de los primeros 40 años de historia, demostró que lo hizo mejor que todos nosotros.

‘Es necesario diversificar para poder salir adelante’

Llevo muy mal la jerarquía y decidir qué tienen que hacer los toros, y al final tienes que devolver alguna página, modular su discurso, y me resultaba muy invasivo porque a mí no me gusta que me lo hagan. Pero hay que hacerlo cuando eres director.

Luego coincidió con la demanda en la Audiencia Nacional por la portada de los que entonces eran príncipes. Descubrí que no me gustaba la atención mediática. Vimos que era una batalla que valía la pena para poder publicar pero requiere un carácter que no es el mío.

Te lanzas a Universo, que vas a por la séptima entrega, ¿qué te aportó de nuevo?

Portada de «Universo» de Albert Monteys, ed. Astiberri

Era hacer muchas historias que sucedieran todas en un futuro que yo me había inventado. Me permite establecer una complicidad con el lector que sigue las historias, que puede seguir de número en número, pero me permite flexibilidad y cambiar de temas. Es conservar la estructura de trabajar sobre los mismos parámetros, pero tener la libertad de cambiar cosas en cada número y mantener el interés mío como autor, y el del lector.

Era un cambio de registro, de hacer humor a hacer algo más narrativo, aunque el humor siempre está presente en mi obra. La ciencia ficción es un género que se presta mucho para hablar del mundo en el que vivimos y hacer crítica social. 

¿Por qué vuelves a lanzar Calavera lunar?

Es el primer cómic que hice en el 96 y celebro el 25 aniversario. Entonces estaba muy verde pero hice un TBO de grapa de 24 páginas que era una parodia de los cómics de ciencia ficción. Fue una propuesta de Mai Més que publican ciencia ficción en catalán, y querían publicar un cómic, y me consultaron. Se me ocurrió Calavera lunar porque había muchos lectores que me lo piden, porque está descatalogado y se había convertido en culto. Y también darse el gusto de publicar en un formato mejor.

¿El formato digital va a ganar terreno al papel?

Son dos sistemas que conviven y no creo que uno vaya a sustituir al otro. Universo lo publicó en digital y eso no quita que publique luego en papel, porque hay un tipo de lector que lo quiere en papel. Además el lector de cómic es muy reacio a cambiar de formato.

¿Qué busca Panel Syndicate?

Cuando la gente se autoedita digitalmente se trata de corregir, usando la venta digital, ciertos parámetros de la edición en papel que a los autores no nos convienen. Del precio de portada, el autor solo se queda un 10%, que es lo que hace muy difícil vivir del cómic y del libro en general. En el caso de la edición digital, el autor se queda con el 90% del precio de portada. Si cuesta 12 euros ganas lo mismo que si valiera 20 en papel. El paradigma cambia radicalmente.

Además añadimos la capa de responsabilidad del lector que puede decidir lo que paga por el cómic. Educas al lector para que sepa que está pagando por el cómic, pero está pagando la posibilidad de que el autor pueda vivir de esto y publicar más en el futuro. Pagando este número de Universo no pagas este que ya está hecho, sino que haya más en el futuro. Esa responsabilidad en el futuro es muy interesante y esa una muy buena forma de comunicarse con el lector.

¿Cómo llegas a Matadero Cinco y Solid state?

Son dos proyectos que me vienen a buscar. Siempre he trabajado con guiones propios, y el cambio era trabajar con una historia que no es mía y cobrar mientras trabajas, que esté financiado desde el principio. Me caía muy cerca, porque en Solid State el guionista puso mucho hincapié para que lo hiciera yo. Está trabajado a seis manos, incluyendo al músico. Y Matadero Cinco es una de mis grandes influencias. Pese a ser encargos acabaron convirtiéndose en proyectos personales.

‘El lector paga la posibilidad de que el autor pueda vivir de esto y publicar más en el futuro’

¿Por qué ponéis en marcha APCómic?

Estos últimos dos años ha habido mucho diálogo con las administraciones, y una oportunidad para reivindicar el papel del cómic. Se creó la sectorial y ha habido varios pasos que han hecho pensar que era un bueno momento para crear una asociación que defendiera nuestros derechos y el peso social de los autores de historietas, que hacía tiempo que se hablaba en salones del cómic

Lo que pasa es que somos muy autónomos y solitarios y nos resulta complicado. Pero se vio que las administraciones podrían estar abiertas a escuchar al sector y cierto punto de descontento en la comunidad de autores de cómic por la precariedad. Todo esto hizo que el momento fuera ideal. A veces estos proyectos quedan en vía muerta, pero ahora se ha creado algo que puede dar respuesta a las inquietudes laborales y sociales que pueda tener un autor de cómics.

¿Falta de tejido productivo?

Es así. Lo que pasa es que pese a tener muy poca industria, los autores somos el último mono en la cadena de producción. Pedimos que se nos tenga en cuenta más allá de ir a firmar a salones del cómic, que cuando se plantea el plan económico o la cadena de distribución el autor tenga un peso.

Tener una asociación que asesore a la gente, sobre todo a los autores más jóvenes, establecer unos mínimos, puede ayudar a que pese a tener un paisaje difícil de recorrer, no nos traguemos según que sapos.

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