Actualmente el sector hortofrutícola produce 10 millones de toneladas. Se exportan el 35% e importamos un 0,5%. De esto consumimos unos 7 millones de toneladas. Las organizaciones agrarias defienden este sector es un motor económico que genera mucho trabajo. Para hacernos una idea, en Almería, la región con más paro de España, crea 250.000 empleos. La unidad ciudadana en Andalucía y el resto de España es determinante para mantener esta fuente de riqueza en pie.
Ahora con la confirmación del acuerdo UE-Marruecos, todo este sector, y en especial el tomate, podría pasar a ser cosa del pasado. Lo normal es que los productos alimenticios circules libremente por ser artículos de primera necesidad. El problema reside cuando algunos países productores inundan los mercados en una cantidad muy superior a la acordada y a un precio muy inferior al mínimo establecido. «Ya ha habido momentos en los que si el cupo era de 20.000 toneladas/año para Europa, se metían 30.000 toneladas por Francia en un mes. Por otra parte las alertas alimentarias encontradas en estos productos procedentes del país magrebí son seis veces superiores a los de aquí»; pero en cambio, el director de Asuntos Internacionales de la Dirección General de Agricultura de la Comisión Europea, John Clarke, declaró que los tomates marroquíes son más seguros que los españoles. La introducción de productos marroquíes muy por debajo de los precios mínimos de entrada, son una trayectoria histórica. El año pasadose denunció la implosión de valor por la entrada de mercancía a bajísimo coste. Según los representantes agrarios esto se debe a que el campo de Marruecos, o de otros terceros países, se establecen unas condiciones laborales y sanitarias ínfimas, lo cual en el campo andaluz no se permite. Pero la causa real está en cómo declaró hace ya tres años un responsable de COAG a este periódico «“las grandes cadenas de distribución europeas son las mayores beneficiadas de estos acuerdos y han formado importanteslobbysde presión en Bruselas para asegurarse de que la UE respalda sus intereses. La deslocalización de no es un fenómeno ajeno al sector agroalimentario y muchas empresas cuentan desde hace años con centros de producción en el norte de África”». Estas multinacionales son “…Carrefour, Alcampo, Eroski, Migros, Tesco, Lidl, Aldi, Plus, Spar y un largo etcétera”. Desde hace mucho tiempo el campo lleva enfrentándose a múltiples ataques. Desde las cuotas europeas, que merman la producción, a las campañas orquestadas, como el cierre de supermercados al pepino. La situación se ha visto agudizada por el incumplimiento de acuerdos y por la pasividad de las autoridades. Hay una apatía histórica en nuestros políticos. El problema no está, como lo quieren mostrar algunos medios, en un problema entre Marruecos y los agricultores españoles. Si este es un aspecto del problema, lo principal está entre las grandes multinacionales alimentarias y la agricultura española que en un 90% está en manos de pequeños y medianos propietarios. Los grandes monopolios europeos compran latifundios en el Magreb donde pueden producir a gran escala. Presionan a la Unión Europea y firman una liberalización del sector. Pero la realidad es que la dirección tomada es la de monopolizar el negocio de la alimentación europea en todas sus fases, desde el campo a la mesa. Es desde aquí desde donde se explica cómo Marruecos, un país que no tiene resuelta su independencia alimentaria ha aumentado en un 60% la exportación a Europa en los últimos 12 años, y desde donde se puede entender porque se ponen en peligro hasta un 40 % del empleo del campo andaluz.