El juez encargado de investigar el caso del Palau de la Música, el penúltimo, es decir, el último «equipo» de corrupción conocido, ha considerado que en la conducta de Fí¨lix Millet, ex presidente del Palau, y de Jordi Montull, ex director administrativo, sólo aprecia apropiación indebida y falsedad documental; y no encuentra ningún delito de malversación de fondos públicos. El juez ve la apropiación de 2,3 millones de euros pero no el desvío de cantidades que podrían alcanzar los 20 millones de euros. El escándalo social ante la corrupción se extiende al mismo sistema judicial. Porque con las tramas de corrupción hay jueces y jueces. Y se detiene al corrupto pero se «fugan» las tramas.
Los dos acusados se incularon sólo de robar tal cantidad de dinero del Palau para su disfrute personal, con comisiones y sueldos millonarios. El fiscal también les acusó de malversación de fondos públicos y solicitó prisión incondicional para ambos que el juez ha rechazado, los ha dejado en libertad y sólo les ha retirado el pasaporte. Pero ¿de quién estamos hablando? De un “prohombre” de la burguesía catalana. Porque “lo mejor” de la burguesía catalana está representada en los órganos directivos de la Fundación Orfeón Catalán-Palau de la Música. Y claro, estamos hablando de la defensa de uno de los suyos. Millet es un miembro del G-16 catalán. Un grupo de “prohombres” que concentra el poder financiero, empresarial, político, cultural y deportivo ligado al “mecenazgo”, a la “sociedad civil”, a la “identidad nacional” catalana. Por eso Millet ha hablado de sus actividades corruptas y se ha callado los beneficios obtenidos por la trama de corrupción de la que es miembro también. A cambio de cierta impunidad, en la que se unen la magnitud de la ganancia final y el beneficio de la levedad penal. Detrás de cada individuo corrupto se esconde una trama. Los sucesivos casos de tramas de corrupción que van saliendo a la superficie en toda España son la manifestación de un grave cáncer que se ha extendido descontroladamente y que carcome el sistema democrático español. Pero aún más grave es que no exista un castigo severo para los corruptos. Porque nunca se impulsa una investigación seria, profunda y sistemática, que llegue hasta el fondo y desmantele todas esas tramas corruptas. Una investigación que acabe con la exigencia de responsabilidades penales severas. Tan severas como se aplican a los pederastas. Y que haya penas ejemplares. Y que devuelvan todo lo robado. Son condiciones básicas para regenerar la democracia en España. La portavoz del Coro del Palau de la Música, anunció, al destaparse el caso, un concierto protesta frente al Palau de la Música para expresar la indignación colectiva. Habrá que convocar conciertos protesta en todos los lugares de España contra las tramas de corrupción. Para que no haya “fugas”.