¿Qué hay de cierto en ello? ¿Van a renunciar Mas y Puigdemont a sus planes de ruptura? La realidad es que la situación en Cataluña permite pensar en la posibilidad de un acuerdo que no cerraría la herida contra la unidad pero sí «rebajaría la tensión» a cambio de ciertas concesiones, dentro de las reformas para un nuevo modelo político y territorial.
Las probabilidades de un acuerdo entre el gobierno central y la Generalitat avanzan paralelamente a la debilidad de Convergencia, que aumenta en primer lugar por el rechazo popular expresado en las municipales, el 27-S y el 20-D.
La realidad es que el 27-S tan solo un 36,81% del censo respaldó a opciones independentistas. Por eso incluso las CUP afirmó que “el plebiscito por la independencia” se había perdido.
Y esa es una constante que se repite, amplificada si cabe, en otras citas electorales. En las municipales de mayo de 2.015, el voto a formaciones independentistas solo alcanzó el 26,09%. Mientras que el 20-D, el respaldo a la fragmentación apenas llegó hasta el 21,7% del censo.
El rechazo a la fragmentación y a los recortes se concentra especialmente sobre Convergencia, que en las generales quedó reducida al papel de cuarta fuerza política en Cataluña, con un respaldo de apenas el 10% del censo. Esta es, en primer lugar, la realidad que ha obligado a Mas y Puigdemont a “cambiar el guión”.
A lo que se suma el aumento del “saqueo exterior”, con los grandes bancos exigiendo el pago de una deuda catalana que se ha multiplicado exponencialmente, y que las principales agencias de calificación norteamericanas han degradado a la categoría de “bono basura”. Lo que ha obligado a la Generalitat a buscar el el amparo del Estado español para poder financiarse. Por eso el muy independentista Oriol Junqueras, líder de ERC y conseller de economía, se ha reunido con Montoro, De Guindos y Sáenz de Santamaría para que el gobierno español resuelva los problemas financieros de la Generalitat.
En estas condiciones se abre la posibilidad de un acuerdo, donde a cambio de “aparcar” la “desconexión” o suavizarla, se ofreciera a Cataluña una mejor financiación y un lugar más destacado dentro de una “reforma territorial”. Un acuerdo al que tanto PSOE como también Rajoy o Ciudadanos están dispuestos. Albert Rivera lo ofreció en su entrevista con Puigdemont, que fue a Madrid a reunirse con Rajoy. Pocos días después se han desbloqueado cinco litigios entre el gobierno central y el catalán que se habían elevado al Constitucional.
Esta es una posibilidad que siempre han defendido importantes sectores de Convergencia, y que contaría con el respaldo de la gran burguesía catalana.
«Que no se nos olvide. Todo lo que sucede en Cataluña está determinado por el avance de una mayoría social que rechaza los recortes y la fragmentación»
Este acuerdo no significaría el abandono del proyecto de fragmentación por parte de Mas y Puigdemont, y dejaría abierta la herida contra la unidad, pero bajo otras condiciones.Puigdemont ha reforzado la “internacionalización del proceso soberanista”, reuniendo a los delegados de la Generalitat en el mundo y a todos los corresponsales extranjeros, o con un viaje a Bruselas esta semana. Con el explícito objetivo de “sumar apoyos internacionales” a la vía de la fragmentación.
El factor decisivo en la política catalana no van a ser las negociaciones entre Puigdemont y Mas y el gobierno español. Sino el rechazo cada vez más mayoritario de la sociedad catalana -coincidiendo con el resto del pueblo español- a la fragmentación y los recortes.
Tal y como se expresó el 27-S y el 20-D en Cataluña existe una mayoría social que defiende la unidad y rechaza los recortes. Debemos contestar a los Mas y Puigdemont con una ofensiva para defend€er desde la izquierda la unidad del conjunto del pueblo trabajador de toda España, como premisa necesaria para cualquier cambio real.