¡Yé! ¿Qué pasa por ahí? En esta ocasión me gustaría compartir con vosotros una visión actual, realista y poco objetiva sobre Woodstock, lo que representó y la actualidad sobre los festivales de rock. Es un tema de da para mucho y no me dedicaré a banalizar lo bonito que se presenta todo, sino cómo se vive desde dentro, desde los montadores hasta los músicos y por supuesto los asistentes.
Este artículo no es objetivo, es para roqueros
Podéis escribir “Woodstock” en el buscador y encontrareis todo tipo de informaciones magnificando el evento, incluso con documentales y películas. Lo cierto es, que no se inventó nada, pero sí surgió algo. A un par de roqueros se les pasó por la cabeza llevar a las bandas del momento a su zona como cualquier festival del momento, contando con cubrir los gastos cobrando entrada y vendiendo comida y bebida. Se pusieron en marcha y eligieron a las bandas y artistas que más les molaban, pero cuando lo presentaron a las autoridades del pueblo de Woodstock lo rechazaron. Algo tan antiguo y tan actual. El aforo que se esperaba, unas 6.000 personas, de “ese” estigmatizado público y de ese tipo de bandas, no era del gusto de los vecinos ni de la policía del lugar. Algo tan antiguo y tan actual llevo a estos rocanrolers, no se sabe si por mosqueo, insistencia, visión o casualidad, a coincidir con el propietario de una granja (240 hectáreas) a las afueras, en el condado de Sullivan, al que le enrolló la idea. Tal cual pasa hoy en día, al ser en un terreno privado, el proyecto continúa. Comienzan a llamar a las bandas, algunos de sus preferidos se quedan fuera, tienen mucho caché, las fechas ocupadas o pasan de tocar en una granja. También hay bandas que se apuntan viendo las que sí están confirmadas. Algo tan antiguo y tan actual, ¡eso sí! sin redes sociales, sin móviles ni portátiles. Acaban formando un cartel de más de 30 bandas. Ya que tienen el sitio, deciden celebrar el evento hasta el domingo y empiezan a vender entradas anticipadas, siendo el 15 de agosto de 1969 la fecha que se recordará hasta los anales del rock.
En resumidas cuentas montaron un escenario “grandote” de tablones y cuatro andamios, dos para el equipo de sonido y otros dos para montar unos cañones de luz y algún foco, una baya de tablones al más puro estilo granjero y poco más. Lo disparatado de todo esto y donde comienza el mito es que acuden al evento ¡entre 400.000 y 500.000 personas! Esta es la historia. Medio millón de personas, que como hoy en día pasaría, fue una liada enorme. Los servicios estaban hipersaturados en todos los sentidos: comer, cagar, dormir, morir. Las autoridades competentes tuvieron que adaptarse a la situación. Se habla de que los puestos de comida duplicaron los precios y algunos acabaron asaltados, los asistentes construyeron “chozas” para descansar creando “la zona de acampada” y evidentemente un aparcamiento enorme de vehículos.
Lo cierto es, que no se inventó nada pero si surgió algo
Surgió un macro festival en todos sus aspectos, la corriente de asistentes que algunos medios catalogan de hippie por el mensaje revolucionario y reivindicativo que porta el rock y su gente, también en el contexto del rechazo a la guerra en Vietnam en ese momento, sobre todo de la gente joven y la censura de muchos artistas, celebridades y activistas del momento por estos temas como John Lennon. La gente portaba símbolos de paz, flores y cualquier tipo de atuendo contestatario. Surgió una comuna de tal índole que sembró este precedente histórico, la peña compartía lo que tenían y disfrutaban de la música de The Who, Santana, Jimmy Hendrix, etc, dormían tranquilamente donde se podían acomodar, bebían del pozo y bailaban sin complejos. Muchos se tiraban del granero a una montaña de heno, otros follaban en los prados, hubo nacimientos inesperados y hasta murieron tres personas. Fue tal la cantidad de gente que acudió que fue incontable, desbordó todos los servicios existentes, colapsaron las carreteras y la gente empezó a abandonar los vehículos… algunos artistas tuvieron que ir en helicóptero.
Después de cincuenta años recordamos este evento como un acto de desobediencia y digna muestra del poder popular y del rock and roll. Hoy en día es difícil pensar en algo así, pues en la mayoría de los casos la cultura la dirige el interés, la ley mordaza amenaza y los mass media reproducen el desinterés y la mansedumbre, pero no nos olvidemos: ¡Cualquier noche puede salir el sol!