Cortometrajes

Vida de un plano

El discurso contra la piraterí­a que Javier Fesser pronunció al recoger su Goya, quizá no era el más adecuado, pero no se le puede negar al director la honestidad derivada de un trabajo honrado. Prueba de ello es el regalo que nos brinda ahora a todos sus seguidores a través de la web del NoTodoFilmFest, festival en el que ejerció de jurado en la última edición. Como viene siendo habitual, los integrantes de este jurado también se comprometen a realizar uno de estos cortometrajes comprimidos, siguiendo las mismas bases a las que se deben ajustar los participantes -formato digital, lí­mite de tamaño en megas, y duración máxima de 3 minutos-. Después del genial trabajo de Nacho Vigalondo, titulado «Marisa», Fesser cuelga ahora su pequeña pí­ldora cinéfila de 45 segundos, extraí­da del propio rodaje de «Camino».

Cada vez más cineastas consagrados deciden regresar esorádicamente al formato corto para volver a degustar esas libertades creativas de las que gozaron en sus inicios, y que con su integración en la propia industria han ido perdiendo. Este es el caso del mismísimo Pedro Almodóvar, que aprovechó el rodaje de Los Abrazos Rotos para grabar un sorprendente cortometraje titulado La concejala antropófaga, que se emitió directamente en televisión. En el caso de Fesser no debe sorprendernos en absoluto, pues hace apenas dos años ya estuvo presente en la gala de los Oscar, nominado por su corto Binta y la gran idea.Vida de un plano es, sin embargo, un corto sin pretensiones, un regalo para cinéfilos, y un homenaje al cine en si mismo, sorprendentemente sintetizado en 45 segundos. Carmen Elías se convierte en protagonista accidental, aunque el auténtico protagonismo lo acapara el propio plano cinematográfico. Los pasillos del hospital en el que se rodaron numerosas partes de Camino es el escenario.Así contemplamos el “nacimiento” del plano, con el sonido de la claqueta que aparece en pantalla, otorgándole nombre a la criatura. La señal indica también un repentino movimiento frenético de todos los figurantes que participan en la escena, correteando alrededor de la protagonista. Una imponente banda sonora de tensión acompaña a la etapa de “crecimiento” del plano, que sigue con su mirada a una Carmen Elías en pleno ejercicio de su interpretación, asustada y nerviosa. Hasta el momento de la “muerte” del plano, es decir, cuando un inesperado estruendo nos indica que alguno de los figurantes ha tropezado con el cámara, el objetivo cae al suelo y se rompe en pedazos, todo el mundo se detiene, y el director suspira un “corten”, que ejerce de epitafio.Esta es la Vida de un plano para Fesser. Un corto que es casi un gag cómico, en el que rinde homenaje, con esta sencillez, al propio ejercicio de director, al de operador de cámara –la víctima colateral del estropicio cuyo nombre en los créditos sale acompañado de la leyenda “R.I.P”-, y particularmente a la película que le ha dado la gloria, tanto personal como profesional, volviendo a ella para contarnos una nueva historia con el material que cualquiera hubiera desechado.

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