Rajoy testifica en el caso Gürtel

¿Dónde está el final del ovillo?

A través de la llamada «Operación Gürtel» se está ventilando de forma interpuesta una agudí­sima disputa política por el mando del primer partido nacional.

La lista de miembros de la dirección del PP «tocados» por la trama alcanza al mismo presidente del gobierno Mariano Rajoy. Gürtel ha provocado un auténtico terremoto en el PP de imprevisibles consecuencias.

Lo que aparece cada vez con más claridad es toda una amplia trama de corrupción vinculada a las organizaciones del PP en varias comunidades autónomas (Madrid, Comunidad Valenciana, Galicia y Catilla y León) y ayuntamientos (Boadilla, Majadahonda, Pozuelo, Arganda…). Trama que no sólo beneficiaba al conglomerado de empresas corruptas y a los cargos políticos y funcionarios públicos que pagaba con dinero, regalos –trajes, coches, relojes- y todo tipo de favores –“fiestas con chicas”-, sino que estaría detrás también de una (presunta) financiación del Partido Popular en esas comunidades que llega a la tesorería del PP nacional.

Pero ¿es sólo un problema de corrupción, o bajo la oleada de la corrupción se está librando otra “guerra” donde están en juego intereses que van mucho más allá de los meramente personales de los protagonistas?

El PP no logra salir de la ola de corrupción sistémica que lo envuelve. Pero no se puede comprender lo que pasa en el PP sólo desde la corrupción, al margen de las líneas y los intereses que hay en juego.

La necesidad de renovación es cada día que pasa más imperiosa. Pero la profundidad de la corrupción, los niveles alcanzados por el fuego que quema los pies del mismísimo Rajoy y la cantidad de pruebas que se acumulan en los juzgados hace que este proceso esté lleno de incógnitas y consecuencias imprevisibles.

Bajo la catarata de casos de corrupción en los dos feudos principales del PP, primero en la Comunidad Valenciana y ahora en la de Madrid, se libra una batalla entre dos sectores.

Entre la “vieja estructura” (Aguirre, Zaplana, Acebes, el propio Ignacio González…), con una gran exposición a la corrupción, más vinculada al antiguo presidente Aznar, políticamente más cercana a lo que sería la nueva línea Trump instalada en la Casa Blanca.

Y, por otro lado, un sector más “tecnocrático”, menos “contaminado” por la corrupción, que se mueve en el entorno de Rajoy y está tratando de sacudirse el estigma de la corrupción para presentarse como una nueva élite renovada, “no contaminada”, con caras nuevas como ejemplo de renovación generacional: Pablo Casado, 35 años, vicepresidente de Comunicación con formación de Harvard y Georgetown, la catalana Andrea Levy, 33 años, vicepresidenta de Estudios y Programas, Fernando Martínez Maillo, 45 años, vicesecretario de organización, o Javier Maroto, 45 años, vicesecretario sectorial.

Un sector que esgrime la “recuperación económica” y el respaldo de la Unión Europea a sus reformas como garantías, más alineado con la línea de Obama y las posiciones del Partido Demócrata, particularmente en lo referente a la Unión Europea y la globalización.

La renovación de la clase política y el modelo que garantice los intereses del FMI y Bruselas, iniciada con la renovación en la Monarquía, se acelera. EL PP debe desprenderse de la vieja estructura y renovarse con una nueva élite “tecnocrática” y no “contaminada”, si eso es posible, por la corrupción. Es prioritario para el hegemonismo y la oligarquía la renovación de la clase política que encabezará los nuevos recortes que exige el FMI.

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