En la antesala de la capilla mortuoria de Franco, el régimen se arrodilló ante un Marruecos apuntalado por EEUU. Tras la muerte de Carrero, un régimen noqueado pretendía, en agosto de 1974, la retirada digna de los legionarios y la convocatoria de un referéndum de autodeterminación. Sin embargo, ninguna de estas condiciones se cumplieron. El mismo 21 de agosto la embajada de EEUU en Beirut telegrafiaba al monarca marroquí Hassán II: «Laissa podrá caminar perfectamente dentro de 2 meses. í‰l la ayudará en todo».
El sheriff del Sáhara
Carrero Blanco quería haber convertido el Sáhara en una provincia española. Vernon Walters* y Henry Kisssinger, habían barajado ya antes de su asesinato en diciembre de 1973 la utilización de la descolonización del Sáhara en la ONU como arma de presión contra España para forzar el acuerdo de las bases. Una vez España anuncia su retirada, su objetivo sería frenar a toda costa que el Frente Polisario se hiciera con las riendas de la colonia y, a través del él, Argelia (prosoviética) obtuviera una influencia decisiva en el Magreb. Por eso alentaron desde el principio a la débil monarquía marroquí para ocupar el Sáhara y así fortalecerse en el trono ante sus rivales internos y externos. Marruecos era un estado más débil que sus vecinos argelino y español, pero totalmente dócil a Washington a quien arrendaba bases militares muy útiles. Sabiéndose apoyado por EEUU y Francia, Hassán II retó a un franquismo agonizante con un plan diseñado por la CIA en un gabinete de estudios estratégicos financiados por Arabia Saudí y ubicado en Londres: la Marcha Blanca (Laissa en el telegrama mencionado en la introducción). Hassán ocuparía pacíficamente la colonia española, movilizando una marcha masiva y pacífica de marroquíes. El rey moro la rebautizó como Marcha Verde para darle un toque de islamismo. «Kisssinger ya había valorado la utilización de la descolonización del Sáhara como arma de presión contra España «
Una agonía muy rentableLa marcha se retrasó a la espera de la resolución del Tribunal de La Haya. Igual que la ONU, el Tribunal de La Haya otorgó la soberanía al pueblo saharaui. Hassán amenazó con la intervención militar, a lo que el régimen franquista le ofreció detener la marcha verde a cambio de un referéndum auspiciado por la ONU y “convenientemente amañado” en favor de Marruecos. La dignidad y la libertad de los saharauis pasó a ser tan solo una moneda de cambio. Y el rey la jugó en beneficio propi. El estado de Franco en octubre del 75 era deplorable. A finales de octubre del 75 Juan Carlos pidió ayuda, a través del embajador norteamericano Stabler, para que Kissinger apoyara ante Arias Navarro la petición del traspaso de poderes. Pero Kissinger se negó. Estaba en otra estrategia y otro nudo de intereses respecto a Franco, Juan Carlos, Hassán, al Sáhara y las bases militares españolas. Le interesaba un Franco agonizante y un Gobierno débil y asustado que un príncipe estrenando corona en plan héroe. El 30 de octubre Franco sufrió un infarto y una peritonitis y él mismo pidió que se aplicará el artículo 11 de la Ley Orgánica del Estado, el de la sucesión. Juan Carlos se convirtió en jefe del Estado y, ante la presión de la Marcha Verde hizo un viaje relámpago a El Aiún a dar su apoyo a las tropas, al tiempo que envió a Manuel Prado y Colón de Carvajal a recabar el apoyo de Kissinger para que detuviera la Marcha Verde. Juan Carlos sabía que, por mucho que a los americanos les interesara el socio marroquí como país cooptado, con su posición de dominio en el Magreb y su base mediterránea de Kenitra para la Secta Flota, le importaba aún más el acuerdo de las bases, que se firmaría en dos días, el 4 de noviembre. La visita a los legionarios le sirvió para enjuagar su imagen anodina ante el país, pero de poco más. El régimen se rinde una vez másEl domingo 2 de noviembre Franco empezó a sangrar profusamente. Mientras 24 especialistas le mantenían artificialmente en vida, Kissinger le transmitía instrucciones a Prado y Colón de Carvajal para el príncipe: ir despacio, el franquismo era un cadáver pero no se iba a dejar sepultar por las buenas. Una transición segura, tranquila, con el apoyo de los militares; los comunistas excluidos, los socialistas pueden esperar. Con la mediación de EEUU, España y Marruecos acordaron los legionarios dejarían una franja desmilitarizada donde llegarían los 650 mil enrolados en la Marcha Verde, que orarían y se retirarían. Luego los legionarios se irían y Marruecos ocuparía la zona. Sin embargo, alguien desveló oportunamente el pacto secreto y Hassán llamó al avance de la Marcha “hacia la tierra madre usurpada”. Bastaría un muerto para convertirla en yihad. El 7 de noviembre Arias Navarro se vino abajo: España no sólo entregó a Marruecos y Mauritania el Sáhara, sino que vendió a Marruecos el 65% de Fos Bucraa (minera del fosfato de uranio) a muy bajo precio y obtuvo unas licencias de pesca que fueron rápidamente incumplidas por Marruecos. * Vernon Walters, el jefe de la CIA en Europa, era amigo y sostén de Hassán II. “Alertaba al monarca aluita de las intentonas golpistas entre sus generales”. Una vez licenciado de la CIA seguía mediando los negocios petroleros que la familia real marroquí mantenía con la familia Bush. Los legionarios españoles dejaron sus pintadas al irse: “Moros hijos de puta, ¡viva el Frente Polisario!”