Laia Alegret fue seleccionada en 2017 como parte de una expedición para investigar Zelandia, un nuevo continente descubierto, del que Nueva Zelanda es la parte visible.
P.: En el colegio hemos aprendido que existen una serie de continentes que son África, Antártida, Asia, Australia , Europa, Sud- y Norteamérica. Parece que hay uno nuevo según diferentes investigaciones de las que formas parte y se ha descubierto en pleno XXI: Zelandia, un continente mayoritariamente sumergido bajo el agua excepto la región de Nueva Zelanda y otras islas cercanas. ¿Qué nuevos descubrimientos han obligado a esta consideración? ¿Llegaremos a aprenderlo en el colegio o es más bien una sutileza científica?
R.: El hecho de que Zelandia es un nuevo continente fue demostrado en 2017 por un grupo internacional que publicó un artículo donde razonan por qué es un continente con entidad propia. Desde el punto de vista geológico un continente está definido por corteza continental que está rodeada por corteza oceánica y que tenga un tamaño crítico. Eso es lo que los autores demuestran, concluyendo que Zelandia no es un fragmento de otro continente, sino uno con entidad propia y una extensión de 4,9 millones de kilómetros cuadrados.
Desde un punto de vista geológico existen 7 continentes: África, Eurasia, Norteamérica, Sudamérica, Antártida y Australia; Zelandia es el séptimo. No estamos hablando de un continente delimitado por criterios geopolíticos tal y como se aprende en el colegio. En cualquier caso, en los libros de texto de geología sí que se debería de incluir Zelandia como un continente diferente desde un punto de vista geológico.
P.: Decía el antropólogo Jared Diamond que Nueva Zelanda es lo más parecido a otro planeta que se puede encontrar sin salir de la Tierra. Mamíferos terrestres silvestres prácticamente están sólo los murciélagos y probablemente no sea casualidad que El Señor de los Anillos haya sido rodado ahí. ¿La geología podría explicar esa singularidad que es Nueva Zelanda a diferentes niveles?
Sí. Esto tiene mucho que ver con que sea un continente diferente. Zelandia se separó de la Antártida y de Australia hace 80 millones de años. Durante todo este tiempo se ha ido separando hacia el noreste con un movimiento de rotación. El hecho de que haya estado aislado durante tantos millones de años es lo que ha permitido que se desarrollara una biodiversidad única. Que no tiene nada que ver con la flora y la fauna que se observa en otros continentes y por eso tienen también tantas especies endémicas, que han podido evolucionar gracias al aislamiento durante millones de años.
P.: Otra de tus líneas de investigación es el impacto del meteorito que cayó en la península de Yucatán hace 66 millones de años que acabó con muchas especies, entre ellas los dinosaurios. ¿Qué conclusiones son aceptadas por toda la comunidad científica y qué otras están abiertas?
R: Esta es una buena pregunta. Lo que está ya aceptado ampliamente entre la comunidad científica es que fue el impacto de este asteroide el originante de las extinciones, tanto en medios marinos como en medios terrestres. No sólo afectó a los dinosaurios, sino que afectó al 70% de las especies de nuestro planeta. En eso sí que existe un consenso. En coincidencia con el impacto del asteroide se desencadenaron una serie de procesos que originaron las extinciones de finales de Cretácico.
Sin embargo los mecanismos específicos que ocasionaron las extinciones no estaban tan claros. Una de las hipótesis más plausibles para explicar las extinciones de especies marinas consistía en la acidificación de los océanos2, resultante de la lluvia ácida generada por la emisión de gases tras el impacto. Pero se trataba simplemente de una hipótesis, y precisamente en octubre de 2019 hemos publicado un artículo donde la demostramos, midiendo por primera vez el descenso en el pH de las aguas tras el impacto. La lluvia ácida provocó la acidificación de la parte superficial de los océanos, y ese descenso en el pH de las aguas desencadenó las extinciones en masa en los océanos. Primero del plancton marino que tenía caparazones calcáreos que se disolverían. Como eran la base de la cadena trófica, a continuación vino la extinción de otros organismos más grandes como los ammonites que son cefalópodos de hace 65 millones de años y también de los grandes reptiles marinos, los mosasaurios, que se alimentaban fundamentalmente de ammonites.
Luego esta acidificación oceánica desencadenó la extinciones en masa de las especies en el océano.
Esto es lo que acabamos de demostrar por primera vez mediante una medida del pH de las aguas de hace 65 millones de años. Esto era una de las dudas que existía en la comunidad científica y parece que ahora hemos llegado a un acuerdo sobre este mecanismo.
Aunque existe consenso en que el impacto del asteroide causó las extinciones, el hecho de que a finales del Cretácico se produjera una actividad volcánica muy intensa ha generado cierto debate entre un pequeño sector de la comunidad científica, que relacionaba las extinciones con el vulcanismo.
El debate se centra en la comparación de los efectos del vulcanismo con los del impacto del asteroide, porque ambos generarían cambios climáticos y emisiones de CO2 a la atmósfera. ¿Hasta qué punto estuvieron las extinciones influenciadas por el impacto del asteroide, por el vulcanismo o por ambos mecanismos?
Precisamente la contribución del impacto y del vulcanismo es un tema que hasta ahora ha estado a debate. Sólo te puedo decir que ahora mismo tenemos un artículo en revisión junto a un equipo de investigación internacional y muy numeroso en el que arrojamos algo de luz sobre este asunto. Como está en revisión tampoco te puedo decir mucho más.
P.: Pero ese artículo,¿Va a poder resolver el debate entre impacto de asteroide o vulcanismo?
R.: Sí que va a resolverlo. Lo que hacemos es precisamente demostrar la influencia que haya podido tener sobre el planeta y la vida el vulcanismo antes y después del impacto del asteroide, cuantificando y modelizando las consecuencias ligadas a uno y otro mecanismo..
P.: Finalmente investigas también en los cambios climáticos para compararlos con el presente y mejorar los modelos predictivos, para ver qué va a pasar en el futuro con el actual cambio climático.Los periodos son de una duración de miles o millones de años. ¿Cómo eso nos ayuda a entender los cambios a los que nos vamos enfrentar en los próximos 10, 50, 100 años?
Lo que estudiamos son eventos de distintas características, distinta magnitud y duración del pasado para poder mejorar estos modelos predictivos. Hay unos eventos de calentamiento del pasado que se deben a la emisión de gases invernadero, un mecanismo similar a la que estamos provocando en la actualidad. Esos eventos tienen diferentes duraciones y algunos que se relacionan con unas emisiones más rápidas de gases invernadero y otros que están relacionados con emisiones más prolongadas a lo largo de mucho tiempo, de miles de años.
Eso nos permite calcular tasas de cambio, y conocer cuál es la velocidad de aumento de la temperatura en función de la velocidad de emisión de gases invernadero. Estas tasas y procesos nos permiten retroalimentar los modelos y precedir las consecuencias de los distintos escenarios de cambio climático. En el pasado tenemos ejemplos de eventos rápidos que han provocado un aumento rápido de la temperatura, y conocemos sus consecuencias sobre la vida a través del estudio de los fósiles. Si hubo extinciones o no, qué especies fueron afectadas, cuáles se adaptaron, e incluso cuáles se beneficiaron del cambio. Por otra parte hay otros eventos del pasado relacionados asociados a la emisión de gases de efecto invernadero y calentamiento global mucho más prolongados en el tiempo, a lo largo de miles de años, y que tuvieron consecuencias diferentes (extinción de otro tipo de especies, o migraciones, etc.). Todo esto es lo que tenemos en cuenta para mejorar los modelos y hacer estas predicciones.
¿Porqué tenemos que mejorar los modelos climáticos con los que se trabaja en la actualidad? Porque no son perfectos. Estos modelos se alimentan con datos del pasado geológico. Mediante el estudio de esos datos del pasado podemos estudiar cómo ha respondido el planeta a eventos pasados, y con esos datos podemos retroalimentar los modelos predictivos. Esa información es útil para que estos modelos mejoren sus predicciones sobre la respuesta de la atmósfera, el océano y la vida ante cambios globales.
P.: ¿Puedes poner un ejemplo concreto de la modelización?
R.: Sabemos que la concentración de CO2 atmosférico ha aumentado desde la revolución industrial, y existen medidas instrumentales que muestran la magnitud y velocidad de este aumento. Los parámetros de temperatura, CO2 atmosférico, el pH de las aguas, oxigenación, salinidad de las aguas, etcétera, introducen en los modelos y nos permiten predecir cuánto va aumentar la temperatura en los próximos años, cuánto descenderá el pH de las aguas oceánicas, o cuál será el volumen de hielo se puede llegar a derretir y en consecuencia cuántos centímetros subirá el nivel del mar. Todo esto está además asociado a cambios bióticos, por lo que podemos deducir si se van a producir migraciones de algunas especies, o si otras tendrán dificultades debido a la acidificación de los océanos (como ya está ocurriendo en la actualidad). Los corales tienen problemas para sintentizar el carbonato cálcico y para construir sus esqueletos y por lo tanto para formar arrecifes, que tan importantes son para los ecosistemas marinos y para la geoquímica de los oceános. Todo forma parte de un conjunto y se trata de conocer los mecanismos internos del planeta, cómo han funcionado, para saber cómo pueden responder en el futuro.
P.: En el siglo XVII, la física da un gran salto con los Principia de Newton. En el XVIII se da en la química con entre otras cosas la ley de la conservación de la masa de Lavoisier. La teoría de la evolución por selección natural en el XIX revolucionan la biología. Finalmente en el siglo XX la geología da un gran salto estableciéndose la deriva continental que se explica mediante la teoría de la tectónica de placas. Permite entender la formación de las cadenas montañosas, la concentración de terremotos y volcanes en ciertas regiones de la Tierra. De todas las cosas que puede explicar, ¿cuál te parece la más espectacular desde el punto de vista científico?
R.: Para mi uno de los grandes descubrimientos de la geología ha sido sin duda la teoría de las tectónica de placas. El que las personas, que somos algo pequeñito, podamos llegar a explicar el funcionamiento de todo un planeta, como se genera la corteza oceánica y la corteza continental, cómo se mueven las placas tectónicas, cómo se destruye la corteza en las zonas de subducción. Estos mecanismos son el origen de procesos fundamentales como el vulcanismo, los terremotos, formación de tsunamis, etc., de gran relevancia en el ámbito de los riesgos geológicos. También dan lugar a la formación de recursos minerales que necesitamos para el desarrollo de nuestra sociedad, para los móviles que todos llevamos en el bolsillo, ordenadores, pantallas de televisión y un sin fin de artículos tecnológicos. El que la humanidad haya llegado a conocer todos estos procesos me parece uno de los grandes descubrimientos de la geología, aunque ha habido muchos otros avances y si me pongo a hablar de paleontología también ha habido muchísimos, comenzando por la teoría de la evolución. Pero a mí,personalmente me fascina que hayamos llegado a desentrañar los mecanismos de la deriva continental, que los continentes se mueven… Es un tema que tenía lejano al principio de mi carrera, pero al qu eme he acercado últimamente gracias al trabajo que estoy realizando en Zelandia, porque está en una zona de subducción. La mayoría de las zonas de subducción se encuentran en una línea que rodea los bordes del Océano Pacífico, conocida como el “anilllo de fuego” del Pacífico y caracterizada por actividad volcánica y grandes terremotos, precisamente en esta zona se concentran el 90% de todos los terremotos globales. Zelandia se sitúa en una zona de subducción donde se hunde la placa del Pacífico, que debemos estudiar y entender para poder predecir los riesgos geológicos asociados.
P.: Las treas áreas de investigación a las que te dedicas la verdad que me parecen cada una por si misma fascinantes. ¿No necesitarías quizás alguien de ayuda en esas exploraciones que haces por Zelandia?
R: (se ríe) Tengo una lista larguísima de voluntarios, porque se me ofrece todo el mundo. He viajado un poco por el mundo y Nueva Zelanda es el país que más me ha gustado de todos. Tengo la suerte que voy a volver ahora en enero para asistir a la reunión posterior a la expedición de Zelandia, donde todos los científicos que participamos en la expedición compartiremos resultados. Tengo muchas ganas de ir.
Laia Alegret Badiola es paleontóloga y profesora titular de la Universidad de Zaragoza. En 2017 fue seleccionada para una expedición para investigar Zelandia y este año 2019 ha sido elegida para ingresar en la prestigiosa Real Academia de Exactas, Físicas y Naturales. La entrevistamos sobre sus áreas de investigación entre las que se encuentran el nuevo continente, los procesos de hace 65 millones de años que dieron lugar a una extinción masiva de especies y los cambios climáticos.