«El problema no es el gobierno sino su presidente que va dando bandazos, según soplen los vientos europeos, los sindicatos, los empresarios, la oposición y los mercados globales. No es que se equivoque. Quizás es que no da más de sí y no es la persona idónea para este momento tan delicado y tan crítico.»
Zaatero ha podido acertar o equivocarse en muchas de sus decisiones. Lo que le ha situado en mínimos su credibilidad es el haber zigzagueado en cuestiones de gran envergadura. Ha cambiado de discurso en la negociación con ETA, ha vacilado en las relaciones con Cataluña y el Estatut, ha tocado la lira de la bonanza económica cuando la crisis enviaba a cientos de miles de trabajadores al paro. Pero su cambio más desconcertante se produjo en su discurso en el Congreso anunciando los cortes sociales, después de haber prometido que nunca perjudicaría a los más débiles. (LA VANGUARDIA) CINCO DÍAS.- si la economía española ha podido vivir casi tres años de crisis con la legislación vigente hasta la semana pasada, seguro que la soporta seis meses más. Es preferible esperar otro semestre para disponer de una verdadera reforma laboral que acelerar la aprobación de un proyecto que tiene ingentes limitaciones si damos por buenos los análisis que profusamente han hecho la semana pasada los expertos. EL ECONOMISTA.- "Zapatero está amortizado", las fuerzas vivas del PSOE lo tienen claro. Pese a las palabras de aliento que, en los últimos días, los distintos organismos internacionales han brindado al Gobierno a raíz de la aprobación de la reforma laboral y los recortes emprendidos para reducir el déficit, José Luis Rodríguez Zapatero sigue estando en el punto de mira. Desde las filas socialistas son conscientes de que el presidente del Gobierno encarna la viva imagen de la culpabilidad y la derrota a ojos de la comunidad internacional y de los ciudadanos. EL PAÍS.- Cierto que la sintonía entre la jefa del Gobierno alemán y Zapatero ha sido siempre escasa, por no decir nula. Pero las diferencias políticas no explican suficientemente la presión mediática sufrida por este país, incluida la difusión de notorias falsedades. Por lo demás, Berlín no solo condicionó el momento de ayudar a Grecia, sino que impone la dieta de adelgazamiento a los europeos o los límites del "gobierno económico" en común. Claro que la deuda privada española había alcanzado niveles excesivos y que los fallidos intentos de compensar la recesión con más gasto público precisaban de corrección urgente. Pero no al precio de mantener a los españoles y al conjunto de los europeos casi bajo un diktat. Opinión. La Vanguardia Zapatero, zigzagueante y desnortado Lluis Foix La experiencia demuestra que el momento más peligroso para los malos gobiernos suele ser cuando empiezan a reformarse. El presidente Zapatero puede reducir los ministerios y cambiar a alguno de sus titulares. Poco cambiará si en el nuevo ejecutivo llama a los adictos y no a los mejores. Hay socialistas con experiencia probada que han vivido aparcados en misiones menores o han sido simplemente ignorados. Pienso en Javier Solana, Joaquín Almunia, Josep Borrell, Ramón Jáuregui y tantos otros con experiencia de gobierno. No diré que Zapatero se haya rodeado de mediocres, pero sí que ha llamado al gobierno a ministros y ministras que no le hicieran ningún tipo de sombra. Pedro Solbes se fue porque era puenteado por Zapatero y no quiso plegarse a las frivolidades del presidente cuando la economía marchaba viento en popa. Pérez Rubalcaba es posiblemente una excepción. Ha hecho una gestión eficaz en Interior y habla menos de lo que sabe, muy propio del ministro que vela por la seguridad de todos. No tengo datos para hacer una calificación ministerial. La hacen las encuestas de todos los colores en las que ninguno de los ministros consigue un aprobado. Tampoco en las filas de la oposición la valoración de la opinión pública es generosa. El Partido Popular ganaría las elecciones pero sus líderes son pobremente valorados. La hora es grande pero los hombres son pequeños, es una sentencia atribuida a Winston Churchill. La pequeñez hay que buscarla primero en todo lo alto. Zapatero ha podido acertar o equivocarse en muchas de sus decisiones. Lo que le ha situado en mínimos su credibilidad es el haber zigzagueado en cuestiones de gran envergadura. Ha cambiado de discurso en la negociación con ETA, ha vacilado en las relaciones con Cataluña y el Estatut, ha tocado la lira de la bonanza económica cuando la crisis enviaba a cientos de miles de trabajadores al paro. Pero su cambio más desconcertante se produjo en su discurso en el Congreso anunciando los cortes sociales, después de haber prometido que nunca perjudicaría a los más débiles. Es cierto que este giro se lo dictaron sus colegas europeos y las instituciones financieras internacionales. También el Banco de España y la Patronal. Pero ha tenido que rectificar en contra de su programa y de sus convicciones. Los sindicatos se le han rebelado y preparan una huelga general. En el socialismo hispánico las voces contra el presidente del gobierno son cada vez más sonoras. Zapatero está solo y ha llegado tarde para enderezar la situación con un cambio de gobierno que no incluirá a los mejores sino a los más fieles y adictos. El problema no es el gobierno sino su presidente que va dando bandazos, según soplen los vientos europeos, los sindicatos, los empresarios, la oposición y los mercados globales. No es que se equivoque. Quizás es que no da más de sí y no es la persona idónea para este momento tan delicado y tan crítico. LA VANGUARDIA. 20-6-2010 Editorial. Cinco Días La profundidad y la velocidad de la reforma El Gobierno está ahora convencido de que la urgencia en la aplicación de la reforma laboral es un activo de suma trascendencia para la recuperación de la economía española. Tras años negando la necesidad de cambios en la normativa laboral o aceptándola sólo en el caso de que estuviese pactada entre los sindicatos y la patronal, el Ejecutivo se ha puesto a la vanguardia del reformismo y quiere exprimir los plazos parlamentarios todo lo posible para que la nueva norma definitiva esté disponible antes del otoño. La norma ya es de aplicación, puesto que está aprobada por el Consejo de Ministros y timbrada en el Boletín Oficial del Estado. Pero su tramitación como proyecto de ley puede generar expectativas empresariales acerca de cambios más ambiciosos en la norma, lo que retrasaría unos meses su uso en materia de contratación. Por ello, el Gobierno no descarta un trámite acelerado, siempre que no exista demasiada maniobra dilatoria por parte de los grupos de la oposición con la presentación de ingentes cantidades de enmiendas. Aunque en la intención del Ejecutivo de acelerar el proceso puede haber tanto de cálculo político como de justificación económica, puesto que hay un proceso electoral en Cataluña, una huelga general convocada para el 29 de septiembre y una reforma adicional pendiente como es la de las pensiones, la argumentación económica no es despreciable. Pero tampoco hay que atribuirle un valor definitivo: la estabilización de la economía española no ha concluido, a juzgar por la evolución del empleo en los últimos meses, y es mucho suponer que por el simple hecho de poner en marcha una reforma laboral el empleo va a comenzar a crecer. Las tasas de destrucción de ocupación en los primeros meses del año se mantienen por encima del 2%, aunque coyunturalmente en el segundo trimestre podrían haberse moderado, lo que significa que el ajuste cíclico no está en absoluto terminado. Por tanto, la prisa está sólo parcialmente justificada. Además, si la economía española ha podido vivir casi tres años de crisis con la legislación vigente hasta la semana pasada, seguro que la soporta seis meses más. Es preferible esperar otro semestre para disponer de una verdadera reforma laboral que acelerar la aprobación de un proyecto que tiene ingentes limitaciones si damos por buenos los análisis que profusamente han hecho la semana pasada los expertos. Y dado que reformas laborales no se hacen todos los días, aprovechando que hay un proyecto en el Parlamento, todos los grupos políticos deberían implicarse y dotar al mercado de trabajo del grado de flexibilidad que precisa para devolver al país los niveles de ocupación que tenían antes de la crisis lo antes posible. Las propuestas del Gobierno son posiciones de partida, y no deben ser entendidas como definitivas en ningún caso. La ambigüedad introducida en varios aspectos de la legislación, que supone fragmentar más el mercado, perpetuar la dualidad y dejar las verdaderas soluciones acerca de los despidos para unos jueces con un criterio unidireccional de protección a la parte más débil, puede ser corregida si todos los grupos aportan soluciones y son atendidas. Si el Ejecutivo pide consenso y compromiso, debe estar dispuesto a ceder en buena parte de las cuestiones que su reforma ha dejado muy cojas. Pero una flor no hace primavera. Esta única reforma por sí sola no garantiza el retorno al crecimiento, puesto que aunque abarate parcialmente el coste del factor trabajo, se plantea en un momento en el que la renta disponible de la población sigue en franca contracción (reducción de empleo, congelación de salarios, subidas de impuestos y repunte de precios). Pero para que tenga verdadera efectividad debe ir acompañada de otras reformas capitales que logren permutar por optimismo el pesimismo de consumidores, emprendedores e inversores. Y tales reformas no pueden esperar como ha esperado la laboral; tienen que ser inmediatas, aunque para recoger el calado que precisan deben estar bien pensadas y bien diseñadas. El Estado del bienestar (pensiones y desempleo); la eficiencia de la Administración pública y su gasto; la energía; la justicia; la formación y la educación; la distribución comercial, etc., son modificaciones que tienen que ser atendidas para ampliar el crecimiento potencial de la economía. CINCO DÍAS. 21-6-2010 Opinión. El Economista Operación Solana: el “Día D” contra Zapatero María Claver "Zapatero está amortizado", las fuerzas vivas del PSOE lo tienen claro. Pese a las palabras de aliento que, en los últimos días, los distintos organismos internacionales han brindado al Gobierno a raíz de la aprobación de la reforma laboral y los recortes emprendidos para reducir el déficit, José Luis Rodríguez Zapatero sigue estando en el punto de mira. Desde las filas socialistas son conscientes de que el presidente del Gobierno encarna la viva imagen de la culpabilidad y la derrota a ojos de la comunidad internacional y, más importante aún, de los ciudadanos. "Hasta para Zapatero ya es prácticamente imposible revertir la situación", aseguran fuentes próximas al presidente. Mover ficha en las filas socialistas Por eso, algo se ha empezado a mover entre las filas socialistas… y más allá. La caída de Zapatero es una posibilidad cada vez más cercana y todo tiene que estar preparado. Los diferentes escenarios son cuidadosamente contemplados para no dejar margen a la improvisación, incluida, "por qué no", una eventual resurrección de Zapatero. Las últimas encuestas han hecho saltar la voz de alarma: de celebrarse elecciones, el PSOE corre el riesgo de desintegrarse electoralmente. Las distancia frente al Partido Popular sigue aumentando peligrosamente y la pérdida de popularidad del presidente parece no tener fin. Ya hay consenso sobre la exclusión de Zapatero como cabeza de lista de cara a las próximas elecciones, pero la cuestión ahora es preparar todo por si el deterioro de la situación se convierte en insostenible. El PSOE necesita una figura de prestigio, que goce de reconocimiento internacional, capaz de generar confianza. Es ahí donde el nombre de Javier Solana aparece. Precisamente, la pasada semana, el Rey imponía a Solana el Toisón de Oro, la más alta distinción que otorga el monarca por "su vida de muy esforzada dedicación, constante entrega y numerosos logros que han revertido en nuestra gran Nación", apuntó Don Juan Carlos. Unas semanas antes, Solana participaba también en la Conferencia Bilderberg que se celebró en Sitges y donde se abordó la situación por la que atraviesa España. Aún no es el momento Ya son muchos los que se han acercado al ex secretario de la OTAN para involucrarle en la operación rescate. "Solana se muestra reticente pese a que las presiones para que acepte han sido muchas y muy importantes", aseguran fuentes socialistas. Lo que todos confirman es que, de precipitarse los acontecimientos, el ex secretario general de la OTAN va a ser una pieza clave en el diseño de la era post Zapatero. De momento, nada va a moverse en el PSOE, "Zapatero tiene que tomar decisiones complicadas. Su imagen se va a deteriorar en los próximos meses. No sólo es el plan de austeridad o la reforma laboral, se van a tener que adoptar medidas que implican un alto coste electoral. Le corresponde a Zapatero quemarse", afirman las mismas fuentes. EL ECONOMISTA. 21-6-2010 Opinión. El País Merkel nos quiere gobernar Joaquín Prieto Alemania es el país más poblado de la Unión Europea, la economía más grande y el mayor contribuyente neto. Pero el método comunitario no ha bailado siempre al son que tocan en Berlín. El protagonismo de Angela Merkel durante las últimas semanas se explica por la debilidad del resto de los Gobiernos y de las propias autoridades de la UE, empezando por el presidente del Consejo (Van Rompuy) y siguiendo por el de la Comisión (Durão Barroso), que a duras penas se hace oír; y un presidente de turno (Zapatero) lesionado políticamente tras la irrupción de la primera crisis del euro y el giro que esto le ha obligado a dar en su propio país. Como el poder tiene horror al vacío, la canciller alemana se ha erigido en la directora de hecho de la Unión. Acuciada por los problemas internos, que mantienen en vilo a la coalición democristiana-liberal, Merkel ha adoptado decisiones que afectan seriamente a los demás. Cuando anunció el famoso hachazo de 80.000 millones de euros al gasto público alemán, no se tomó la molestia de concertarlo con los socios de la UE. Aplazó un encuentro con el presidente francés, Nicolas Sarkozy, hasta que éste se plegó a la visión germana del "gobierno económico" europeo, que básicamente consiste en implicar a los Veintisiete en la supervisión de la zona euro, frente al proyecto francés de concentrarlo en los dieciséis países de la moneda común. Y en cuanto a la catarata de especulaciones brutales sobre la supuesta e inminente bancarrota española, la canciller, sin avalarlas, contribuyó a extenderlas a principios de la semana, al recordar que España puede activar el paraguas de la UE y del Fondo Monetario Internacional (destinado a países en grave dificultad) si lo necesita. Vamos a ver lo que dura su apoyo posterior a las reformas españolas, expresado tras el Consejo Europeo del jueves: en este punto, Merkel ha cambiado de actitud. Cierto que la sintonía entre la jefa del Gobierno alemán y Zapatero ha sido siempre escasa, por no decir nula. Pero las diferencias políticas no explican suficientemente la presión mediática sufrida por este país para que se reconociera exangüe, incluida la difusión de notorias falsedades. Colaboradores de Rajoy aseguran que Merkel le desmintió que su Gobierno estuviera detrás de los rumores sobre la posibilidad de que España recurriera al fondo de rescate del euro. Cierto, también, que hay bancos germanos nerviosos por sus compromisos en España (167.000 millones de euros: EL PAÍS, 14 de junio). Un oscuro y grave episodio. Por lo demás, Berlín no solo condicionó el momento de ayudar a Grecia, sino que impone la dieta de adelgazamiento a los europeos o los límites del "gobierno económico" en común. Claro que la deuda privada española había alcanzado niveles excesivos y que los fallidos intentos de compensar la recesión con más gasto público precisaban de corrección urgente. Pero no al precio de mantener a los españoles y al conjunto de los europeos casi bajo un diktat. EL PAÍS. 20-6-2010