«Duran ha dicho en voz alta lo que mayoría de la sociedad piensa. Zapatero ha perdido toda credibilidad. Su crédito se ha acabado y no hay indicios de que pueda recuperarlo. Por consiguiente, lo más sensato sería convocar elecciones. Zapatero está amortizado y debería ser sustituido; sustituido por alguien del PSOE para después ir a elecciones…»
Las alabras de Duran deben ser leídas como una reflexión sobre el momento político. E insisto en mi diagnóstico: Zapatero está amortizado, debería ser sustituido por alguien del PSOE, para después dar la palabra a los ciudadanos… Constato la enorme decepción que ha provocado; el gran clima de desconfianza que ha generado en la sociedad por la ausencia de un proyecto claro. Constato el desconcierto existente y apunto que, en ocasiones, del desconcierto al pánico sólo hay un paso. Constato que el país es más fuerte que sus gobiernos. España y Catalunya son más fuertes que sus respectivos gobiernos. Los gobiernos de España y Catalunya no lideran nada. Y la ausencia de liderazgo nos deja a los pies de los caballos. (LA VANGUARDIA) EL PAÍS.- ¿Pero quién manda aquí? Esta pregunta está al orden del día en Europa, donde las decisiones suelen tomarse siempre tarde y mal, arrastrando los pies y a regañadientes, acuciados por la necesidad, pero frenados por las divisiones de una Unión Europea cuarteada e insegura, sin ni siquiera voluntad para ser ella misma. Si saltamos el charco y nos plantamos en Washington, nos encontramos con otro tipo de problemas: las decisiones se toman de forma fulgurante y con la autoridad que da una presidencia imperial, aunque luego los contrapoderes y los ácidos corrosivos de la opinión pública consigan matizar, dilatar la aplicación e incluso dinamitar las decisiones. Todo adquiere un aire radicalmente distinto en cuanto volvemos a saltar otro charco todavía más grande, el Pacífico, y nos situamos en el centro del corazón del imperio del centro, es decir, en los pabellones cerrados de Zhongnanhai, en Pekín, donde vive y trabaja silenciosamente y oculta ante los ojos de la opinión pública la cúpula de la República Popular China. Allí ni se sabe cómo se decide ni exactamente quién lo decide, pero hay algo que no ofrece dudas: se decide y manda, y de qué manera. Entrevista. La Vanguardia Artur Mas: “Zapatero está acabado y debe ser sustituido” Enric Juliana Artur Mas ha pasado esta semana por Madrid, sin mucho foco. Reuniones discretas con círculos periodísticos y atenta auscultación de una deriva política vertiginosa. El miércoles recibió a La Vanguardia en la plaza Mayor de Madrid, al pie de la estatua ecuestre de Felipe III. La entrevista discurrió en distintos rincones de la plaza austriacista y fue completada ayer al filo de unas declaraciones de Josep Antoni Duran Lleida que sugieren el derribo de José Luis Rodríguez Zapatero y la constitución de un gobierno de concentración para convocar a España a las urnas. Desde 1981 nadie había vuelto a hablar en España de un Gobierno de Emergencia Nacional. Acaban de dar ustedes un paso muy serio. Duran ha dicho en voz alta lo que mayoría de la sociedad piensa. Zapatero ha perdido toda credibilidad. Su crédito se ha acabado y no hay indicios de que pueda recuperarlo. Por consiguiente, lo más sensato sería convocar elecciones. Zapatero está amortizado y debería ser sustituido; sustituido por alguien del PSOE para después ir a elecciones… Duran ha hablado de la formación de un gobierno de concentración, con el mandato de convocar elecciones, en el que se supone que participaría CiU. Duran ha hecho una reflexión. Y ha lanzado unas sugerencias interesantes. Coincido con el diagnóstico: Zapatero está amortizado y debería ser sustituido, para el bien de todos. ¿Nos harán caso? Creo que no. Estoy convencido de que no. Usted tuvo su momento de proximidad con el presidente Zapatero. ¿Tanto le ha decepcionado? La mejor definición de Zapatero la he encontrado en el Diccionario marítimo español. En la letra Z aparece la palabra zapatero: "Dícese del que maniobra o ha maniobrado mal, o no entiende la maniobra". Este es, exactamente, mi concepto de Zapatero, con el que no hablo desde hace dos años. Todo lo que teníamos que decirnos nos lo dijimos muy educadamente, y poco queda que añadir. Zapatero está amortizado. ¿Apoyaría una moción de censura del Partido Popular para derribar al hombre que maniobra mal o no entiende la maniobra? Creo que no. No la apoyaríamos porque, aritméticamente, no nos llevaría a ningún sitio. Y por otro motivo más importante aún: no podemos entregar la presidencia del gobierno español a un partido que ha perdido las elecciones y que además ha demostrado un grado de hostilidad muy grande ante los intereses de Catalunya. Una hostilidad no rectificada. ¿Está poniendo condiciones a Mariano Rajoy? Al PP le exijo una rectificación. Una rectificación de 180 grados en su política hacia Catalunya (…) Sin moción de censura, Zapatero puede entender que conserva íntegro el margen de maniobra. Ya le he dicho que las palabras de Duran deben ser leídas como una reflexión sobre el momento político. E insisto en mi diagnóstico: Zapatero está amortizado, debería ser sustituido por alguien del PSOE, para después dar la palabra a los ciudadanos… Pide, por tanto, la dimisión del presidente del Gobierno. Constato la enorme decepción que ha provocado; el gran clima de desconfianza que ha generado en la sociedad por la ausencia de un proyecto claro. Constato el desconcierto existente y apunto que, en ocasiones, del desconcierto al pánico sólo hay un paso. Constato que el país es más fuerte que sus gobiernos. España y Catalunya son más fuertes que sus respectivos gobiernos. Los gobiernos de España y Catalunya no lideran nada. Y la ausencia de liderazgo nos deja a los pies de los caballos. El bloqueo de los presupuestos generales del Estado del 2011, el próximo otoño en el Parlamento, ¿podría provocar la caída del Gobierno? Podría y debería (…) CiU habla ahora del concierto económico como nuevo objetivo. Otra meta difícil. ¿No han pensado en el estrés político acumulado por los catalanes? Sí señor. ¿Más estrés a medio plazo? Existe ese riesgo y por lo tanto debemos ser prudentes y calcular bien los tiempos de nuestra propuesta, en el bien entendido de que la prudencia no debe dañar la claridad de nuestro planteamiento. Soy consciente de que antes de convocar a la sociedad catalana a nuevos proyectos debemos rehacer la moral del país. Tenemos que levantar el ánimo del país e intentar que Catalunya recupere moral de victoria. Catalunya supo hacerlo en los ochenta. La crisis era muy dura, y fuimos capaces de superarla. A principios de los noventa, Barcelona organizó unos magníficos Juegos Olímpicos. En ese momento, Barcelona y Catalunya tenían moral de victoria. Luego se perdió. ¿Por qué? Creo que a los catalanes nos hizo mucho daño la mayoría absoluta de Aznar, que se instaló en el menosprecio. Nos quiso menospreciar tras una colaboración eficiente con la política catalana. Fue doloroso. Ese menosprecio trajo consigo el desconcierto y la confusión. Y de ese desconcierto y de esa confusión emergió el tripartito, que no ha hecho otra cosa que multiplicarlo. Ahora hay mucha gente en Catalunya que está confundida, desconcertada, desanimada o emprenyada, por utilizar una expresión que el entrevistador creo que conoce bien. Propone, por lo tanto, un gobierno de pacificación y reconstrucción emocional. Será difícil levantar la moral del país si no somos capaces de dar la vuelta a la situación económica. Esa será mi prioridad. El nuevo gobierno de Catalunya tiene que estar muy centrado en la recuperación del ánimo de la sociedad catalana. Y para ello formaré un gobierno con la mejor gente del país, más allá de su estricta adscripción política (…) El Estatut embarrancado, Zapatero lavándose las manos, Rajoy negándose a renovar el Tribunal Constitucional…, y el único acuerdo tangible entre Gobierno y oposición consiste en que un catalán salve a las cajas de ahorro españolas de la catástrofe inmobiliaria. Así es. Joan Sardà Dexeus ideó en 1959 la solución a la bancarrota falangista y puso las bases del plan de Estabilización. En el 2010, Isidre Fainé Casas ha sido llamado de urgencia para evitar que el ladrillazo se lleve por delante a la mitad de los bancos de desarrollo regional monopolizados por el PSOE y el PP. ¿Los catalanes siempre sacando las castañas del fuego? No debiera ser esta nuestra mentalidad. Hemos de querer influir. Influir y liderar. Como nuevo presidente de la CECA, Fainé tiene ahora la oportunidad de liderar de manera ordenada y no traumática un nuevo modelo de cajas de ahorro. Pero hay algo que me preocupa. ¿Qué le preocupa? Me preocupa que las cajas acaben transformándose en entidades puramente privadas, al servicio únicamente de los accionistas y no de la sociedad. No olvidemos que el dividendo de las cajas es su obra social. Y me preocupa que se quiera romper el vínculo entre las cajas y el territorio. Esto Catalunya no puedo permitirlo bajo ningún concepto. Cualquier modificación de la ley de Cajas a escala española tiene que servir para fortalecerlas y capitalizarlas, no para sustraerlas de su ámbito territorial. Las cajas catalanas deberán seguir siendo tuteladas por el Govern y el Parlament de Catalunya. No aceptaremos que con la excusa de la capitalización se pretenda una centralización de las cajas. No lo aceptaremos. Hablemos de la inmigración. CiU está poniendo mucho énfasis en el capítulo más sensible de la actual crisis. Da la impresión de que ustedes quieren actualizar y endurecer su lenguaje y a la vez interceptar cualquier nueva oferta electoral dirigida a las personas disgustadas con los inmigrantes. Mire, la prudencia no puede dañar la claridad que la sociedad reclama. Intentaré resumirlo con tres ideas. Primera: la mayoría de los inmigrantes que han venido a Catalunya se quedarán; por lo tanto, o conseguimos que sean catalanes. no administrativamente catalanes, sino catalanes de sentimiento, de adscripción y sentimiento de pertenencia, o lo serán todo menos catalanes. Tenemos que conseguir que Catalunya sea atractiva para la gente que se quedará. Segunda: hay que hacer entender que la inmigración debe tener unos límites y que un país, si quiere evitar conflictos insolubles, ha de tener derecho a ponerlos. El problema que hemos tenido en Catalunya y España es que el nuevo aluvión inmigratorio ha sido muy concentrado. En muy pocos años, han llegado a Catalunya casi un millón y medio de personas. Y esto no es fácil de digerir, y no se debe culpabilizar a nadie por el hecho de que no sea fácil. Y tercera idea: una sociedad de acogida tiene todo el derecho del mundo a ser plenamente respetada por la gente que viene de fuera. Deben establecerse unas condiciones para que el inmigrante entienda que llega a una realidad forjada a lo largo de los siglos, una realidad en la que la influencia cristiana ha sido muy importante. No tenemos por qué ocultarlo o negarlo. Nuestras sociedades han generado unos derechos que no pueden ser dañados por otros orígenes culturales o religiosos (…) LA VANGUARDIA. 9-5-2010 Opinión. El País ¿Pero quién manda aquí? Lluis Bassets Esta pregunta está al orden del día en Europa, donde las decisiones suelen tomarse siempre tarde y mal, arrastrando los pies y a regañadientes, acuciados por la necesidad, pero frenados por las divisiones de una Unión Europea cuarteada e insegura, sin ni siquiera voluntad para ser ella misma. Si saltamos el charco y nos plantamos en Washington, nos encontramos con otro tipo de problemas: las decisiones se toman de forma fulgurante y con la autoridad que da una presidencia imperial, aunque luego los contrapoderes y los ácidos corrosivos de la opinión pública consigan matizar, dilatar la aplicación e incluso dinamitar las decisiones. Todo adquiere un aire radicalmente distinto en cuanto volvemos a saltar otro charco todavía más grande, el Pacífico, y nos situamos en el centro del corazón del imperio del centro, es decir, en los pabellones cerrados de Zhongnanhai, en Pekín, donde vive y trabaja silenciosamente y oculta ante los ojos de la opinión pública la cúpula de la República Popular China. Allí ni se sabe cómo se decide ni exactamente quién lo decide, pero hay algo que no ofrece dudas: se decide y manda, y de qué manera. La diferencia entre los tres estilos se refleja en todo. Por ejemplo, en la comunicación entre los gobernantes y los banqueros centrales: los europeos practican un exquisito lenguaje de sobrentendidos, moteado por las protestas de los políticos que quisieran una comunicación más directa como la que se practica en Washington; en esta capital la relación es abierta y explícita: cada uno manda en su área, pero el presidente al final siempre tiene una última palabra. En Pekín, en cambio, todo funciona como una máquina silenciosa y engrasada: el poder político manda y los banqueros, todos, el central y los otros, obedecen. Así se imponen las ventajas de un capitalismo dirigido por un partido comunista. Cifras en mano: Estados Unidos crecerá este 2010 un 2,8%; la zona euro, un 0,9%, y China, un 11,9%. Los norteamericanos han salido ya de la recesión, los chinos nunca la han sufrido y los europeos apenas conseguimos asomar el hocico. Der Spiegel acaba de revelar buena parte de las peripecias más secretas de la Cumbre del Clima, celebrada en Copenhague en diciembre del pasado año. Los datos del crecimiento económico mundial tienen un reflejo en lo que sucedió en las tempestuosas reuniones para la reducción de emisiones a la atmósfera, en las que fueron China e India quienes marcaron el paso, Europa dejó de existir y Obama tuvo que colarse a última hora para no quedar al margen del acuerdo entre los países emergentes. Y según el semanario alemán, quien llevó la batuta en todo momento y se llevó el gato al agua fue nada menos que el señor He Yafei, el viceministro de Exteriores chino, un diplomático del tercer nivel del Estado. Opinión Un dinero demasiado lejano Paul Krugman Y bien, ¿es Grecia el próximo Lehman? No. No es ni lo bastante grande ni está lo bastante interconectada para hacer que los mercados financieros mundiales se paralicen como lo hicieron en 2008. Sea lo que sea lo que ha provocado esa breve caída de 1.000 puntos en el Dow, no estaba justificado por los acontecimientos reales en Europa. Tampoco deberían hacer demasiado caso a los analistas que afirman que estamos presenciando el inicio de un ataque contra toda la deuda pública. En realidad, los costes de los préstamos de EE UU cayeron el jueves hasta su nivel más bajo en meses. Y mientras los aprensivos advertían de que Reino Unido podía convertirse en la próxima Grecia, los tipos británicos también cayeron ligeramente. Esa es la buena noticia. La mala es que los problemas griegos son más profundos de lo que los dirigentes europeos están dispuestos a reconocer, incluso ahora (y los comparten, en menor medida, otros países europeos). Muchos observadores prevén que la tragedia griega terminará en una suspensión de pagos; yo estoy cada vez más convencido de que son demasiado optimistas, que la suspensión de pagos irá acompañada o seguida de la salida del euro. En ciertos aspectos, esto es la crónica de una crisis anunciada. Recuerdo que, allá por la época en que se firmó el Tratado de Maastricht que colocó a Europa en el camino hacia el euro, bromeábamos sobre que se había elegido la ciudad holandesa equivocada para la ceremonia. Debería haberse celebrado en Arnhem, el escenario del infame "puente demasiado lejano" de la Segunda Guerra Mundial, donde un plan de batalla aliado excesivamente ambicioso terminó en desastre. El problema, tan evidente visto en perspectiva como lo es ahora, es que Europa carece de algunos de los atributos esenciales para ser una zona de moneda única con éxito. Por encima de todo, carece de un gobierno central. Fíjense en la comparación que se suele hacer entre Grecia y el Estado de California. Ambos tienen graves problemas fiscales, ambos tienen una historia de irresponsabilidad fiscal. Y el punto muerto político de California es, en todo caso, peor; después de todo, a pesar de las manifestaciones, el Parlamento griego ha aprobado, de hecho, un severo plan de austeridad. Pero el caso es que las dificultades fiscales de California no importan lo mismo, ni siquiera a sus propios habitantes, que las de Grecia. ¿Por qué? Porque gran parte del dinero gastado en California proviene de Washington, no de Sacramento. Puede que se recorte la financiación estatal, pero las devoluciones de Medicare, los cheques de la seguridad social y los pagos a los contratistas de defensa seguirán llegando. Lo que esto significa, entre otras cosas, es que las dificultades presupuestarias de California no impedirán que el Estado comparta una recuperación económica estadounidense general. Los recortes presupuestarios de Grecia, por otro lado, tendrán un marcado efecto depresor en una economía ya deprimida. Entonces, ¿es una reestructuración de la deuda -eufemismo para referirse a la suspensión de pagos- la respuesta? No ayudaría ni mucho menos tanto como mucha gente imagina, porque los pagos de los intereses sólo representan parte del déficit presupuestario de Grecia. Incluso si dejara de pagar su deuda del todo, el Gobierno griego no liberaría suficiente dinero para evitar recortes presupuestarios radicales. Lo único que podría reducir significativamente el sufrimiento griego sería una recuperación económica, la cual generaría más ingresos -lo que reduciría la necesidad de hacer recortes en el gasto- y crearía empleo. Si Grecia tuviese su propia moneda, podría tratar de fraguar una recuperación así con una devaluación, lo que aumentaría la competitividad de sus exportaciones. Pero forma parte de la zona euro. Así que, ¿cómo termina esto? Lógicamente, veo tres formas de que Grecia pueda permanecer en la zona euro. Primera, los trabajadores griegos podrían redimirse mediante el sufrimiento, aceptando grandes recortes salariales que harían a Grecia lo bastante competitiva como para volver a crear empleo. Segunda, el Banco Central Europeo podría emprender una política mucho más expansionista, entre otras cosas comprando grandes cantidades de deuda pública y aceptando -de hecho, recibiendo con agrado- la inflación subsiguiente; esto haría que fuese mucho más fácil realizar ajustes en Grecia y en otros países de la zona euro con problemas. O tercera, Berlín podría llegar a ser para Atenas lo que Washington es para Sacramento, es decir, que los Gobiernos europeos más fuertes desde un punto de vista fiscal podrían ofrecer a sus vecinos más débiles ayuda suficiente para hacer la crisis soportable. El problema es que ninguna de estas alternativas parece políticamente plausible. La opción que queda parece impensable: que Grecia abandone el euro. Pero cuando se descarta todo lo demás, eso es lo que queda. Si eso sucede, será algo parecido a lo que ocurrió en 2001 en Argentina, que tenía un vínculo supuestamente permanente e indestructible con el dólar. Terminar con ese vínculo se consideraba impensable por los mismos motivos por los que abandonar el euro parece imposible: el mero hecho de insinuar esa posibilidad sería arriesgarse a unas paralizantes retiradas masivas de fondos de los bancos. Pero las retiradas masivas se produjeron de todos modos, y el Gobierno argentino impuso unas restricciones de emergencia a las retiradas de fondos. Esto dejó la puerta abierta a la devaluación, y al final Argentina pasó por esa puerta. Si sucede algo así en Grecia, la onda expansiva se propagará por Europa y posiblemente desencadenará crisis en otros países. Pero, a menos que los dirigentes europeos sean capaces de actuar con mucha más audacia de la que hemos visto hasta ahora y estén dispuestos a hacerlo, eso es lo que se nos avecina. EL PAÍS. 9-5-2010