Isabel Muñoz, Premio Nacional de Fotografía, es una de las mejores fotógrafas españolas del momento. La búsqueda de la belleza es su declaración de principios. Exalta el deseo y el placer. Tiene la mirada de Velázquez cuando retrata las tribus de Etiopía. Los negros no resultan primitivos sino elegantes , nobles, magnéticos, hermosos como los enanos del pintor sevillano. Su fotografía es limpia, libre de toda anécdota. Sus imágenes son siempre sensuales, consigue una calidad en la textura de las pieles extraordinaria, la piel, el cuerpo como un mapa del hombre. Su dominio de la técnica le permite los mejores resultados, conoce las técnicas más antiguas y modernas, siempre buscado la perfección.
“Urgencia» es tu último trabajo, un especial homenaje a los esenciales durante la pandemia. Se inspira en las pantallas protectoras de plástico usadas por el personal sanitario. ¿Qué juego te da el uso de las pantallas?
Ese trabajo fue un regalo. Me lo plantee como una película. Y es que todos hemos tenido la sen-sación de vivir una película de ciencia ficción. Quería mostrar la mirada de los médicos hacia sus pacientes y al revés. Ponía la pantalla protectora delante del objetivo para mostrar la visión del uno y del otro; cómo vemos y cómo nos ven. La pantalla actúa como un filtro delante del objetivo, que es como nuestro ojo, y reproduce el efecto óptico cuando miras a través. Quería mostrar el dolor pero también la mirada de es-peranza hacia los sanitarios.
¿El cuerpo es un pretexto para hablar del ser humano en tus trabajos?
Sí. El cuerpo como la danza en mi fotografía es un pretexto para poder hablar del ser humano. El cuerpo es una constante en mi trabajo, lo considero como un territorio. La piel es un atlas de cada uno. Intento conseguir reproducir la textura de la piel de muchas formas.
“La piel es un atlas de cada uno”
Tu obra es casi una antropología. Tus fotografías sobre la danza japonesa, sobre tribus del Sur de Etiopía, sobre los ‘Hijras’ en la India… a pesar de las diferencias culturales resultan misteriosamente cercanos.
No voy buscando el exotismo. Buscas verte reflejado en el otro. Esas tribus son nuestro origen. No podemos negar de dónde venimos. Amamos de la misma forma aunque lo expresemos de manera distin-ta. La fotografía me ha permitido conocer, crecer y ser testigo.
Has fotografiado danzas del mundo entero. ¿La danza permite capturar el movimiento y dinamismo de la época?
La danza es una de mis pasiones. No puedo fotografiar algo que no ame. La danza habla de no-sotros mismos. La vida es un baile de alguna manera. Algunos trabajos te dejan el corazón seco, y busco a través de la danza recuperarme. Y la danza en el agua es algo muy especial. Yo encuentro la sensualidad en el movimiento.
Es tu último trabajo te zambulles en el butoh, danza artística de Japón, conocida también como danza del subconsciente.
El butoh es más que una danza, es casi un movimiento sociopolítico que va al alma de cada uno de ellos.
Fotografías los movimientos acuáticos de los bailarines de Butoh. ¿Por qué el agua?
Soy mediterránea y el mar ha sido muy importante en mi vida. Es una vuelta no solo al vientre materno sino a nuestro origen.
“No voy buscando el exotismo”
Los amantes están envueltos en plásticos. Tu propuesta reflexiona también sobre los peligros del cambio climático.
Hasta ahora hemos conocido cuatro elementos pero ahora hay un quinto que añadir: el plástico. El 40% de la humanidad no tiene acceso al agua potable. El agua es una de las grandes preocupaciones del cambio climático. Todas las piezas se han rodado en Japón con los cuatro elementos y el plástico.
Estás trabajando en una serie sobre caballos también en el agua. ¿Podrías adelantarnos algo sobre este nuevo trabajo?
Para mí el caballo ha sido un descubrimiento que ha ido poco a poco. Primero hice un trabajo so-bre los unicornios para un proyecto sobre la ciudad francesa de Deauville. Luego hice un trabajo en El País sobre los caballos españoles. Los caballos tienen algo muy primitivo. Se utilizan muchas veces para cana-lizar el dolor en terapias con niños autistas, víctimas de violencia… Siempre soñé con sacar al cable dentro del agua. De repente me hablaron del caballo menorquín, que es uno de los caballos más bellos. En el trabajo colabora Ai Futaki, la buceadora japonesa con la que llevo trabajando cinco años en “Somos Agua”. Futaki se convierte en el agua en una diosa del mar. Es tan bello verlo. Es un espectáculo ver cómo nadan los caballos.
La búsqueda e investigación constante de nuevas técnicas fotográficas es una de la cualidades de tu trabajo. ¿Qué posibilidades ofrece el mundo digital?
El mundo digital nos ha regalado gran cantidad de herramientas para hacer más potentes las histo-rias que contamos. Sigo trabajando con platinos, con papeles de acuarelas, con pigmentos naturales… Para mí es una búsqueda de cómo terminar la historia antes de que el otro la haga suya. Me gusta investi-gar, siempre estoy abierta a nuevos conocimientos y experiencias, incluso a ser capaz de cambiar. Para mí la técnica es importante, pero también lo es descubrir nuevas formas de contar.
“No puedo fotografiar algo que no ame”
Expones ‘De dónde, a dónde’, dos videoinstalaciones, en CORPO, Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla La Mancha. ¿Qué posibilidades le das el formato de videoinstalación?
Llevaba unos años investigando sobre el video. La imagen es importante, pero yo siempre quiero algo más y es cuando empiezo a investigar sobre el sonido, sobre el movimiento de otra forma. En ARCO expuse “Cosmos”, la primera pieza interactiva y generativa para ese espacio. Conocía la magnífica colec-ción del CORPO, Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha, pero nunca lo había considerado como un espacio expositivo. Fue muy especial descubrir el Convento de San Gil en Toledo, donde nace Alfonso X el Sabio. Toledo es testigo a través de sus estratos de toda la historia de España y pensé en cómo conocerla en nuestro siglo.
En la historia de la fotografía hay fotógrafas muy destacadas,Tina Modotti, Margaret Cameron… ¿Cómo valoras el papel de la mujer en la fotografía?
Tina Modotti para mí es una de esas mujeres mágicas. Representa algo que va más allá de la foto-grafía. Fue una gran luchadora que creyó en la libertad. Utilizó la fotografía para transmitir todo aquello, como una forma de empoderar a otras mujeres. La admiro mucho porque tuvo que luchar para ello. Modotti reutilizaba los papeles de su maestro, el fotógrafo mexicano Álvarez Bravo. Era un momento de lucha en todos los sentidos. Para mí es una heroína. Eran unas pioneras. Cuántas heroínas hay que no son conocid-as en la fotografía, en la pintura, la literatura, la danza…Las veo con una mirada muy romántica y con gran admiración.