Es ahora cuando comienzan a formarse las condiciones para poder librarse del ominoso cerco del FMI y de la Europa alemana. Ha quedado demostrado: resistir era vencer
Grecia pone punto final a los draconianos «rescates» que han obligado a los diferentes Gobiernos helenos a ejecutar brutales planes de ajustes y recortes contra su población y a entregar gran parte de sus fuentes de riqueza al capital extranjero. El gobierno de Syriza, que llegó al poder oponiéndose a estas políticas, tiene ahora mejores condiciones para escapar del corsé del FMI y Bruselas e ir destinando una parte creciente de los recursos públicos a políticas redistributivas en beneficio de sus clases populares.
Llamar «rescate» o «programas de ayuda internacionales» a lo que han obligado a Grecia a aceptar es más que un eufemismo malintencionado. Pertenece a la categoría de la intoxicación. Los acreedores internacionales han obligado a Atenas a aceptar tres programas y 273.700 millones de euros en préstamos a cambio de medidas de obligado cumplimiento dirigidas invariablemente a que los acreedores pudieran saquear impunemente las fuentes de riqueza nacional, incrementar la explotación sobre las clases populares y someter al Estado griego a una espartana disciplina fiscal, imponiendo durísimos ajustes y recortes sobre la población.
Fruto de este ataque sin precedentes contra las condiciones de vida del pueblo, las masas trabajadoras griegas protagonizaron un sinfín de movilizaciones, huelgas y luchas que culminaron en enero de 2015 con la victoria electoral de Syriza. Todas las alarmas de las cancillerías sonaron cuando el Gobierno de Alexis Tsipras se atrevió a convocar un referéndum sobre las condiciones exigidas por la troika para un tercer rescate (referéndum que fue ganado por el 66% para el ‘No’).
Las fuerzas imperialistas llevaron al Gobierno de Syriza al borde del abismo, llegando a amenazar con sacar a Grecia del euro abruptamente y conducirla al caos económico. Tsipras se vio obligado bajo un brutal chantaje a aceptar un tercer rescate para evitar el colapso del país, y a gobernar haciendo un delicado equilibrio. Por un lado teniendo que aceptar tres años de recortes e imposiciones del FMI y de Bruselas. Pero por otro lado tratando siempre de modular o amortiguar el filo de las medidas más dolorosas. Y esperando que una situación internacional diferente o una correlación de fuerzas favorable les permitiera liberarse del corsé de hierro de la Troika.
Es ahora cuando comienzan a formarse las condiciones para poder librarse del ominoso cerco del FMI y de la Europa alemana. Ha quedado demostrado: resistir era vencer. El «rescate” se marcha… pero Syriza sigue ahí, lista para gobernar de acuerdo a su programa.