Dentro del grupo de Unidas Podemos, no todas las posiciones han sido iguales. Aunque en la decisiva segunda votación de investidura los diputados de IU votaron por la abstención, la postura de los de Alberto Garzón era la de “dar prioridad a cerrar acuerdo programático» (y no tanto estar presente en el Consejo de Ministros, como ha defendido Podemos) para apoyar la investidura de Sánchez.
Aunque finalmente haya quedado compactada dentro de las abstenciones, en los días anteriores a las sesiones de investidura, IU defendió otra posición a la defendida por el entorno de Pablo Iglesias. Si esa posición hubiera sido la hegemónica dentro de Unidas Podemos, con toda probabilidad el resultado de las fallidas negociaciones hubiera sido muy distinto.
Alberto Garzón defendió que su prioridad fue cerrar un «acuerdo programático» y no tanto estar presente en el Consejo de Ministros, como defiende la formación morada. El líder de Izquierda Unida dijo que es «absolutamente necesario entender que tenemos que hacer todo lo posible para facilitar la existencia de un gobierno progresista. Las esperanzas de la clase trabajadora en esta opción no se pueden frustrar».
Un discurso muy diferente al de Iglesias, que siempre puso como principal condición estar en el Consejo de Ministros de forma proporcional a los votos. Garzón defendió tener «altura de miras, que tiene que partir de un elemento programático». Para su formación, la base debía ser el acuerdo presupuestario-político sellado por Sánchez e Iglesias el 11 de octubre de 2018 en La Moncloa. Primero programa, luego sillones, frente al acuerdo «integral» defendido por Podemos.
Una posición que -aunque no se tradujo en un sentido de voto diferente al del resto de UP- plantea un camino para recomponer y retomar unas relaciones muy dañadas.